Nada que declarar
Durante días, pensé que dedicaría esta entrega a la crisis que enfrenta la seguridad social en nuestro país a la luz de la desaparición del Seguro Popular. Me parece, sin duda, el tema más relevante de esta semana. Me preocupa en tanto ciudadano que aspira a que la política social beneficie a los ciudadanos de acuerdo a reglas de operación claras y con presupuesto bastante. Me atañe en lo personal dado que hay personas cercanas a mí que, otrora afiliadas al Seguro Popular, hoy se encuentran en la incertidumbre respecto a la atención que precisan y los medicamentos que requieren para ella. Ocupa mis pensamientos.
Mucho leí al respecto esta semana. Mucho pensé sobre lo que podía decir sobre el tema, hasta concluir que lo mejor que podía hacer era… escribir sobre otra cosa. No porque no me parezca urgente la materia sino porque a) no soy un experto en política social, y b) mi opinión comprometida pero a fin de cuentas lega ha sido mucho mejor expresada en otros textos por personas cuyo conocimiento del asunto es mucho más sólido y profundo. ¿Podía hacer algo más que repetir argumentos ajenos con menor solvencia que quienes los esgrimieron originalmente? No. Mejor entonces escribir desde campos que conozco mejor y que por tanto me permiten alguna aportación modesta pero certera al debate: la comunicación y la cultura.
¿Sirve de algo que todos —y ese todos engloba no solo a quienes disponemos de una tribuna en los medios sino a quienes se ven impelidos a verter su opinión sobre cualquier asunto en redes sociales— opinemos públicamente sobre todo? ¿Enriquece el debate? ¿Permite identificar tendencias sociales de pensamiento (o siquiera de opinión o de percepción) con alguna validez estadística o representatividad política? ¿O solo genera ruido? Para recrear mi identidad, no necesito más que pensar y pensarme, proceso íntimo y constante para cualquiera. Cuando algo de esa reflexión puede beneficiar a otros, y existe un espacio público — como éste— para hacerlo, lo hago con gusto. Cuando no, lo responsable es atender las voces dignas de atención, incorporar sus dichos a la propia actuación como ciudadano, y seguir pensando.
¿Sirve de algo que todos opinemos públicamente de todo?