Chango Spasiuk trae a México la melancolía del chamamé
El artista argentino se presenta en Guadalajara, Los Cabos y la CdMX
Convencido de que la música, como el arte en general, es como una antorcha que usan los pueblos para ver la belleza en el camino, Horacio Eugenio “Chango” Spasiuk llegó a México en busca de ofrecer un poco de “oxígeno” a la gente, luego de la tragedia provocada por los sismos de septiembre pasado.
Embajador involuntario del chamamé en el mundo, un ritmo del folclor argentino que a base de acordeón y guitarra desentraña las raíces profundas de la zona nordeste de ese país sudamericano, Spasiuk comentó que siempre ha creído que las cosas suceden cuando tienen que suceder y que al estar aquí “buscará estar a la altura para que lo que se haga sea constructivo para todos”.
En entrevista, explicó que su propuesta no tiene que ver con el espectáculo o el mero entretenimiento, sino con la cultura, con eso que puede ser una herramienta de reflexión colectiva y encuentro comunitario, de ahí que sea pertinente compartirla aquí en este momento tan complejo para los mexicanos.
“Mi música no es una postal, sino que intenta fortalecer lo anímico, ser oxígeno para cualquier ser humano con emociones y la capacidad de responder a estímulos”, sostuvo el acordeonista de ascendencia ucraniana.
Con casi una docena de discos en su haber y premios tan importantes como el World Music Award, el músico argentino quiere compartir esos mundos sonoros que hay en la profundidad de un país, donde el tango es lo más conocido y representativo, pero no lo es todo.
Chango Spasiuk se presentó el jueves en el Auditorio Cultural Estatal de Teopanzolco, en Cuernavaca, Morelos, estuvo ayer en la Ex Hacienda de San Gabriel de Barrera, en Guanajuato, en el marco del XLV Festival Internacional Cervantino. Hoy estará a las 18:00 horas en la Explanada del Instituto Cultural Cabañas, en Guadalajara, Jalisco; de ahí vuela hacia Los Cabos, Baja California Sur, para cerrar el día 19 en Ciudad de México con lo que sabe hacer, que es tocar, disfrutar y aportar un poquito de ese goce a los demás.