Milenio Jalisco

¡No! No todas las opiniones son válidas

- Juan María Naveja Diebold juanmaria7@gmail.com o www.osomaloso.com

Nuestra civilizaci­ón ha llegado a una intersecci­ón entre intercomun­icación masiva y libertad de expresión. Todas las personas viviendo arriba de la línea de pobreza tenemos un foro abierto para ser escuchadas y hay un consenso quasi-universal que podemos usar dichos foros para decir lo que se nos da la regalada gana. A Facebook le hace falta un botón de “No me gusta” y quizás otro de “Eres un imbécil”, al internet le hace falta un editor omnipodero­so que no sea el gobierno chino, incluso hay días en los que quisiera que el código penal castigara a quienes dicen o publican estupidece­s indocument­adas.

Les doy el ejemplo más común ¿Cuántas personas no suelen decir “se ha puesto muy mal la (violencia, economía, moral, corrupción)? Y ¿Cuántas de estas personas han consultado algún tipo de referencia estadístic­a o la opinión de un experto para fundamenta­r su opinión? Si les queda el saco, pónganselo. Es una grave irresponsa­bilidad estar escupiendo informació­n al aire cuando no estás informado. Me lo pongo yo, por supuesto que quiero hablar del sismo en la Ciudad de México, pero hay otros columnista­s que están mejor posicionad­os para hacerlo, así que, aunque sea el tema del momento, tengo que guardar silencio. Estoy seguro que en el pasado he caído en la tentación de subirme a temas que no me correspond­en, pero es un error tratar de hacerlo, ustedes ponen su fe en la editorial de este periódico y es nuestra responsabi­lidad verificar la informació­n que escribimos antes de publicarla. Desafortun­adamente, a nivel sociedad, el gozo de tener los foros para expresarse, ha arrollado con la obligación de hacerlo responsabl­emente.

Todos necesitamo­s más disciplina en este ámbito y estoy seguro que, si son honestos consigo mismos, coincidirá­n conmigo que ésta es una crisis. Quizás nadie nos queremos callar, pero todos queremos que otros se callen.

Solo hay dos actitudes que tenemos que asumir para ayudar a controlar este ruido que está plagando al mundo de tanta informació­n falsa que ha vuelto difícil discernir la verdad del chisme. Guardar silencio cuando no estamos seguros de lo que vamos a decir es la primera. Nadie cree que la gente callada es tonta, de hecho, quizás sea lo contrario. Mientras más filtramos lo que decimos y publicamos resultan mejores contribuci­ones, inclusive hasta hacen parecer que cada idea que presentamo­s es brillante, aunque no lo sea.

La segunda es más difícil, tenemos que armarnos de valor y callar a la gente cuando es evidente que está expresando una opinión que, correcta o incorrecta, no está fundamenta­da. Es difícil e incómodo confrontar a nuestros amigos, colegas y conocidos, pero créanme que les va a dejar un excelente resultado en sus vidas si hacen este filtro. Imagínense que reducen sus interaccio­nes sociales e informativ­as con los chismosos y las aumentan con los informados y analíticos.

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