El estreno de La madrastra
Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste, ayer vi el capítulo uno de la nueva versión de La madrastra y no solo lo adoré, estoy convencido de que alguien, en 15, 25 o 35 años, hablará de él y lo defenderá con tanto amor como hoy defendemos las adaptaciones que se hicieron en 2005, 1996 y 1985.
Trataré de ser breve: antes había muchos tipos de telenovelas, pero lo que siempre se buscaba, además del rating, era conmover a las audiencias, sorprenderlas y en el caso muy específico de esta clase de melo- dramas, invitarlas a participar.
¿Cómo? Respondiendo a la pregunta: ¿quién es el asesino?
Hoy esto ya cambió, y a lo que se buscaba antes se le han sumado otros tipos de conceptos que buscan cosas mucho más atractivas como el empoderamiento. ¿Qué tiene que ver La madrastra con el empoderamiento de las audiencias?
A que somos muchos los que dominamos esta historia, los que la hemos visto cualquier cantidad de veces y no solo eso, los que podemos seguir viendo las versiones viejas gracias a las plataformas y las redes sociales.
Ver La madrastra con Aracely Arámbula, Andrés Palacios y todas esas estrellas no nos va a conmover, jamás nos va a sorprender y difícilmente nos va a hacer participar con lo del asesino. Pero eso sí, nos va a poner a competir con nuestras familias, nuestros amigos y también a través de las redes sociales para ver quién ha visto más, quién sabe más y quién quiere más a cierta estrella.
Eso va más allá de la certeza, nos empodera y en algunos casos, hasta nos hace sentir superiores, justo lo más estamos necesitando hoy.
Luche por ver La madrastra (2022) en Las Estrellas, pero luche más por compararla, por atacarla, por defenderla. Le va a gustar. De veras que sí.