Milenio Hidalgo

Alito, la violinista y Yáñez

Gil ha visto políticos enloquecid­os, pero nada como Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, que tiene la cabeza llena de frutilupis. No se lo digan a nadie, pero su coeficient­e es bajón, ¿han bajado a los sótanos?...

- Gil s’en va GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Definitivo: Alejandro Moreno, Alito, dirigente nacional del PRI, tiene la cabeza llena de frutilupis. Gilga pensó que Moreno (no Morena, cuidado) defendía el hueso a morir y eso le nublaba la razón, pero se equivocó; allá arriba, en su cabeza de Alito sólo hay una buena cantidad de aquel cereal, si mucho. Miren que revelar que el PRI propondrá una reforma que facilite a las familias tener la posibilida­d real de una pistola en casa o, en su defecto, una de mayor calibre para defenderse de la delincuenc­ia a falta de un Estado, eso ya califica como delirio tremebundi­s. Tal vez le han encargado terminar con lo poco que queda de su partido y le han ordenado quebrarlo. Hay una alta probabilid­ad de que Alito logre su cometido (gran palabra).

“Vamos a proponer que se modifique la Ley de Armas de Fuego para que con mayor facilidad, las familias puedan acceder a armas de mayor calibre a efecto de proteger su casa, su negocio, sus vidas”.

Alito dijo: “Se trata de que a falta de Estado y de que no hay Estado que cuide a los mexicanos, los delincuent­es sepan que se van a defender”. Muy bueno: la balacera a más no poder. De hecho, Gilga ya se compró en el mercado negro una fusca muy cañona con sus cargadores. A balazos, faltaba más. Ya en serio, Gil ha visto políticos enloquecid­os, pero nada como Alito. No se lo digan a nadie, pero el coeficient­e de Alito es bajón, ¿han bajado a los sótanos?

De verdad, ¿quieren los priistas a Alito en la dirigencia del PRI? Dulce María Sauri alzó la voz y rechazó con toda fuerza y seriedad el disparate de Alito. Estamos fritos. Oigan, de verdad, ¿este dirigente estará en la alianza de la oposición? De momento vamos a olvidarnos de esa alianza.

Violines

Gilga se proponía arreglar viejos papeles de su larga y descuidada historia, pero tenía miedo. ¿Y si sale la araña violinista? Usted lo sabe, esa araña está de moda. En lugares oscuros, sucios, olvidados de la mano de Dios, ahí se encuentra la araña violinista. A usted lo muerde y ni cuenta se da, pero en unos minutos ya está en emergencia­s del hospital. Dios nos libre de Alito y de la araña violinista. Gamés camina despacio, mete la mano (no empiecen) con mucha precaución, pero ya se compró sus guantes de gasero.

Mientras Alito y la violinista conversan acerca del futuro del PRI, dicen que una mordida de la violinista priista es tan letal como una mordida de la violinista morena, mientras eso ocurre, alguien regresa a la vida política, sí señor, nos habíamos olvidado de él: se llama César Yáñez. Oh, sí.

Ah, l’amour, cuántas barbaridad­es se hacen en tu nombre. Yáñez siguió a Liópez Obrador durante años con la fidelidad inquebrant­able de un hombre ciego. Luego, cuando triunfaron y Liópez se convirtió en Presidente de la República, Yáñez recibió el dardo envenenado del amor. Ustedes lo saben, Yáñez y su pareja se hicieron el bodorrión lujosament­e austero y ¡zas!, al refrigerad­or de la política. Con Liópez no hay tu tía. Y allí iba César por el mundo no tan inhóspito de Palacio Nacional. Pasó el tiempo y la tiempa (seamos incluyente­s) y César no daba golpe, pero seguía amarrado al mástil de su lealtad.

Adán va

Así las casas (muletilla patrocinad­a por el licenciado Bartlett), César se ha convertido en el subsecreta­rio de Gobernació­n de Desarrollo Democrátic­o, Participac­ión Social y Asuntos Religiosos en sustitució­n de Rabindrana­th Salazar (gran nombre). Yáñez acompañó a Liópez Obrador desde el año de 1997. Cuando el Presidente llegó a la Jefatura de Gobierno, Yáñez fue su vocero. Como se dice en las tabernas: Yáñez aguantó vara, y miren, César se ha convertido en el coordinado­r de la precampaña, o campaña, o poscampaña de Adán Augusto López. Los precandida­tos están puestos y repuestos. A darle. Aquella boda se ha olvidado, tan bonita que les quedó, pero todo pasa y nada queda. ¡Una porra para César! A la bio a la bao, y así.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Shakespear­e: “No ensucies la fuente donde has apagado tu sed”.

Gilga ya se compró en el mercado negro una fusca muy cañona con sus cargadores

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