Elogio post-punk
Muy pronto 2019 nos deja en claro que va con todo en términos musicales; ya están ahí Sharon Van Etten, James Blake, Health y LCD Soundsytem con excelentes entregas discográficas. Pero nunca faltan sorpresas maravillosas, el grupo británico Toy había mantenido el nivel en sus dos discos posteriores a su debut homónimo del 2012, aunque no prometían un salto exponencial -¡Y lo han dado!-.
Los de Brighton se han mantenido apegados a esa combinación de postpunk y shoegaze que les caracteriza; han permanecido convencidos de su propuesta –sobria y robusta-. Capacidad instrumental les sobra, el crecimiento vino a través de la composición. Happy in the hollow está conformado por 11 canciones, en las que los sintetizadores (a cargo del argentino Max Oscarnold) redimensionan el sonido de la banda. Optaron por la autoproducción y decidieron tomar un poco del krau- trock al estilo The Horrors (con ese toque espacial) y dieron con “Sequence One”, que será una de las mejores canciones del año, debido a su carácter de aplanadora sónica. En un comunicado de prensa apuntaron que el tema: “se trata de correr a través de una zona de guerra de proporciones post apocalípticas con tu pareja”.
En este álbum editado por su propio sello, Tough Love, maximizan la calidad de grabación en lo que a post-punk se refiere y multiplican el nivel energético de una música oscura demoledora. Se colocaron pues en un lugar entre The Pains of Being Pure at Heart y My Bloody Valentine –una conquista nada sencilla-. “Mistake a stranger”, “Mechanism” y “Energy” son piezas que nos recuerdan que el rock es una hermosa y perfecta forma de arte.