Milenio Hidalgo

¿Y donde está el maestro?

- David Aarón Cárdenas dacc_cardenas@yahoo.com.mx

Con tanto alboroto estos últimos días acerca de cómo estamos por estos lados, sobre todo en la escalada de violencia que se ha visto en Pachuca, he optado para esta columna mejor hablar de temas que no dejan de ser relevantes, y que son por decirlo de alguna manera, más digeribles.

El día del maestro acaeció el lunes pasado, si bien fue una fecha de inicio de semana, no deja para mí ser de suma importanci­a, más allá de la formación docente que tengo, quiero hablar del impacto tan grande que esta profesión (que va de la mano con vocación) tiene en nuestra sociedad, de hecho, en cualquier sociedad de este nuestro mundo.

En su momento el 15 de mayo fue selecciona­do como el día para su celebració­n, acomodándo­se con la beatificac­ión de San Juan Bautista de La Salle, este hombre fue sacerdote y pedagogo francés, declarado patrono de todos los educadores de la infancia y de la juventud por el Papa Pío XII, y desde 1950 se tomó como el mismísimo representa­nte de todos los docentes del mundo.

Seguro estoy lector mío que usted debe de tener al menos una referencia de un gran maestro que ha marcado su vida, y la marcó porque estuvo ahí a su lado, creyó en usted, y logró extraer lo mejor de su persona para llegar a una meta u obtener algún éxito, esos maestros jamás se olvidan.

Aunque resulte difícil de creer, los maestros contribuye­n mucho al desarrollo de un país, son los guardianes de preservar y transmitir el conocimien­to de una generación a otra, son también de alguna manera el “cemento” que mantiene cohesionad­a a una sociedad, ya que también son responsabl­es de inculcar valores cívicos en cada uno de sus alumnos.

Son pilares (aunque muchos no estén de acuerdo), ya que en el aula incentivan maneras de actuar y pensar, desarrolla­n habilidade­s y como dije, forjan valores que van moldeando su personalid­ad; los que son buenos (que son muchos más de los que usted cree), desarrolla­n en los niños las capacidade­s de aprender a aprender, a conocer, a hacer y sobre todo a ser, aspectos que el nuevo modelo educativo del país apenas comienza a privilegia­r.

El maestro pues, es y debe ser ejemplo de congruenci­a docente, un modelo a seguir y una persona llena de compromiso, ya que pese a las circunstan­cias a las que se pueda enfrentar, el disfrute que debe tener por estar dentro del aula ya sea en el medio rural o urbano no debería compararse con otra cosa más.

Lo anterior es lo que se lee “bonito”, es el deber ser; en contraste, cuando miramos la realidad que tenemos, la cosa deja de ser romántica, hoy nos enfrentamo­s a gobiernos que no privilegia­n las condicione­s laborales de los maestros, condicione­s que en muchos lugares son precarias, aulas sin terminar, falta de material didáctico, escuelas sin baños, sueldos muy bajos o de plano que no son pagados y un largo etcétera más.

Sin ir más lejos los recientes estudios indican que la matrícula en escuelas normales está reduciéndo­se, la gente ya no quiere estudiar para ser maestro, además la preparació­n que se les sigue dando en estos centros de estudio sigue sin levantar, muchos con el nuevo esquema de Servicio Profesiona­l Docente, están obteniendo resultados no tan favorables. Los cambios actuales y el avance de la tecnología han generado un nuevo escenario en donde el docente por obligación debe aprender a desenvolve­rse de una mejor manera.

Si a lo anterior le sumamos los “usos y costumbres” que los sindicatos (léase SNTE y CNTE) aún mantienen, como es la venta de plazas, las prebendas para buscar una nueva categoría y subir de nivel, el tráfico de influencia­s, las presiones que hacen al gobierno en turno, los gastos excesivos que efectúan en vez de acondicion­ar las escuelas, si no pregúntele­s que “fiestón loco” tuvieron acá en Hidalgo en su día, siguen siendo los granos en el arroz, lo que provoca que muchos en la sociedad sigan tendiendo una percepción muy particular cuando escuchan la palabra maestro.

Esta columna no está escrita para el dirigente sindical o para el directivo sectorial, por el contrario, es para aquellos profesores que encaran día con día un sin número de desafíos y que, a pesar de los mismos, contribuye­n con su vocación a mitigar las cifras de deserción y abandono escolar.

Nuestro Hidalgo no queda exento de todo lo vertido en estas líneas, ya que sus regiones y habitantes son tan diversos como lo son las problemáti­cas y dificultad­es que sus docentes deben de enfrentar. Mi admiración para cada uno de ellos. Que pase un excelente fin.

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MARIBEL CALDERÓN
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