Milenio Edo de México

Quien puso la m en Manchester?

- Carlos Gutiérrez fulanoaust­ral@hotmail.com

i el terror como recurso es reprobable, como método resulta una abominació­n solamente celebrada por el fundamenta­lismo. La explosión en la Arena Manchester luego de un concierto de Ariana Grande es todo menos una manifestac­ión de humanidad. Mucho menos cuando, usual en la tradición extremista, la coyuntura masiva resulta el blanco perfecto. Todavía más deleznable por cuantas víctimas de corta edad han resultado. Nueva York, Madrid, Londres, París. Las grandes ciudades son el sitio perfecto y los eventos multitudin­arios la escenograf­ía idónea.

Esta columna no está por la labor de fustigar nada, como no sea la imbecilida­d de quienes se escudan en ideologías aberrantes, movidas por líderes que ni siquiera tienen el valor de hacer lo que a otros mandan. Tampoco es menester mirar hacia otro lado, en todo caso, resulta obligado repensar el momento y hacerlo a la luz de cuanto la ciudad que anoche fue atacada ha representa­do para el mundo, particular­mente de la música. Y sobre todo si se piensa en las miles de razones que hay en Manchester para alzar la voz y cantarle al terror, en esa suerte de consigna con la que se busca por cualquier medio aniquilar a la muerte.

Manchester, entre otras cosas, es semillero de las invasiones británicas a América por la vía de sus músicos. Ahí están los Herman’s Hermits y There’s no milk today; los Hollies, con He ain’t heavy, he’s my brother; Graham Nash, con Simple man; The Bee Gees, con I started the joke; The Stone Roses, con I wanna be adored; Joy Division y el infaltable Love will tear us apart; New Order y Bizarre love triangle; Simply Red y el clásico Stars, y el maese John Mayall, con Sensitive kind.

Eso sin olvidar a James, que no es un solista, sino una gran banda, con Laid; el legado de The Smiths, con Please, please, let me get what I want, y la magia del portento llamado Morrissey, con I’ve changed my plea to guilty. Y la cosa no para ahí. Si hablamos de invasiones, la que acometiero­n los hermanos Gallagher fue épica, con Oasis y algunas memorias del tamaño de Don’t look back in anger; The Ting Tings y su Shut up and dance, y Happy Mondays con Judge fudge.

Es cierto que una oleada de canciones con los sospechoso­s comunes no resuelve el drama en manos del terror. Pero es un buen comienzo para recordar lo que se es y comenzar a reedificar­se. En especial si se piensa en todos aquellos que han puesto la M en Manchester. La m de muera la muerte.

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