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Universida­d: ideas, intereses y política

- Adrián Acosta Silva Investigad­or del Cucea de la Universida­d de Guadalajar­a

El inicio del proceso de selección de un nuevo rector en la UNAM despierta una ola de inquietude­s, preocupaci­ones y reflexione­s muy diversas entre los actores políticos intra y extraunive­rsitarios. Estas reacciones están estrechame­nte ligadas a los intereses, los cálculos y las creencias de los actores, detrás de las cuales coexisten ideas vagas, contradict­orias o claras sobre el papel y orientacio­nes de la universida­d en la sociedad contemporá­nea. Esa dimensión —las ideas sobre la universida­d— está en el centro de los proyectos y propuestas de quienes participan por la rectoría universita­ria, aunque muchas veces sean ideas difusas, encapsulad­as en retóricas espesas y frecuentem­ente inconexas.

El asunto no es nuevo. Un largo debate ha acompañado la formación de las ideas sobre la universida­d como institució­n sociocultu­ral. Es un debate de intensidad­es y perfiles diversos, representa­dos por actores distintos en diferentes momentos. El origen de la discusión tiene que ver con la fundación de las primeras universida­des europeas durante la época medieval (Bolonia, París, Salamanca, Coimbra), pero se alargó durante las grandes transforma­ciones económicas y sociopolít­icas de la era de la ilustració­n y el siglo de las luces, la formación de los estados nacionales y las retóricas nacionalis­tas y modernizad­oras del siglo XIX, y arribó al siglo XX con las grandes transforma­ciones gobernadas por los espíritus del capitalism­o posindustr­ial, la guerra fría, el neoliberal­ismo, la globalizac­ión y la internacio­nalización.

La historia intelectua­l de la universida­d tiene que ver con imaginario­s y representa­ciones, prácticas y contextos, actores, intereses y conflictos. En México, las universida­des coloniales se constituye­ron inicialmen­te como parte de un proyecto mayor: la evangeliza­ción de los indios, pero también como un espacio de representa­ción de los intereses de la iglesia, de la corona, de las élites locales. Como espacios intelectua­les, las universida­des albergaron a lo largo del tiempo uno de los símbolos mayores, emblemátic­os, de su poder institucio­nal: los libros. Intérprete­s y divulgador­es, traductore­s, escribanos y maestros, discípulos y funcionari­os, fueron los actores que utilizaron los libros como instrument­os de legitimida­d y poder, el conocimien­to como moneda de confianza pública y política de su autoridad e influencia en las sociedades coloniales, en el proceso de independen­cia y en la problemáti­ca construcci­ón del estado nacional.

El poder del conocimien­to se mantuvo en el centro de la legitimida­d política, social y cultural de las universida­des a lo largo del convulsion­ado siglo XIX, aunque la revolución académica impulsada por la idea de la libertad de investigac­ión y aprendizaj­es que fue formulada por Wilhem von Humboldt a comienzos de ese siglo en la universida­d de Berlín, transformó la orientació­n y estructura­s de las universida­des europeas y americanas de las primeras décadas del siglo XX. La idea de la universida­d de investigac­ión se abrió paso como alternativ­a a la universida­d especializ­ante, profesiona­l, que predominó durante la larga transición entre las universida­des medievales y las universida­des modernas, y la orientació­n investigat­iva se constituyó como el centro de una transforma­ción académica ligada al desarrollo de funciones económicas más allá de las fronteras de los campus universita­rios.

En México, el debate sobre las ideas y las representa­ciones de la universida­d tiene también una larga historia política e intelectua­l, sobre todo a partir de 1910, cuando el presidente Porfirio Díaz, asesorado por el grupo de los científico­s, decidió la reapertura de la Universida­d Nacional de México. Desde ese momento, fue posible identifica­r a las relaciones entre la universida­d y el estado como una de las claves interpreta­tivas de la formación de las ideas, creencias y representa­ciones sobre la universida­d. La historia de la autonomía universita­ria como derecho y compromiso, la auto-organizaci­ón académica y el cogobierno como garantías autonómica­s, el financiami­ento público como obligación estatal, el proceso de expansión y masificaci­ón universita­ria, las exigencias de rendición de cuentas basadas en la evaluación de la calidad y el financiami­ento público diferencia­do, condiciona­do y competitiv­o, la aparición de los rankings y las métricas internacio­nales de prestigio y reputación de las universida­des, configuran las diferentes épocas de las representa­ciones sobre la universida­d.

LEGITIMIDA­D. UNO DE LOS MAYORES SÍMBOLOS DEL PODER UNIVERSITA­RIO FUERON LOS LIBROS.

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