La Jornada

Brad Mehldau rinde homenaje a Bach

- PABLO ESPINOSA

EL NUEVO DISCO del pianista Brad Mehldau (Jacksonvil­le, Florida, 1970) es una celebració­n de la música de Johann Sebastian Bach. Se titula After Bach II y es consecuenc­ia de After Bach, grabado hace seis años. Ambos registros nacen de El clave bien temperado, conjunto de 24 preludios y fugas que escribió el músico alemán en 1722 con fines didácticos y de solaz.

ESTE DISCO, Bach II se publicó al mismo tiempo que Apres Fauré, donde el pianista sigue el mismo procedimie­nto: interpreta obras de Fauré y después improvisa a partir de Fauré y después compone piezas inspiradas en Fauré.

BRAD MEHLDAU ES uno de los músicos más creativos de entre la pléyade de autores inscritos en el apartado “música de jazz”, pero cuyo valor de invención los separa de ese compartime­nto estanco para colocarlos en territorio­s donde la música de concierto (conocida también como “música clásica”) campea.

CUANDO ESCUCHÓ UN disco de Keith Jarrett con piano solo, decidió el rumbo de su vida. Reconoce a Jarrett como “una inspiració­n” y ubica entre sus influencia­s a John Coltrane, Thelonioiu­s Monk, Radiohead, Bob Dylan, The Beatles, Johannes Brahms, Robert Schumann y Franz Schubert.

UNA VEZ MENCIONADO Jarrett, conviene recordar su concepto de la música de Johann Sebastian: “Cuando interpreto la música de Bach no escucho la música, lo que oigo es el proceso de pensar”.

RECOMIENDO ESCUCHAR LAS dos versiones que ha grabado Keith Jarrett de El clave bien temperado porque poseen estructura­s mentales propias, como las de cualquier otro intérprete, pero en este caso nos acercan a los procedimie­ntos de Brad Mehldau.

KEITH JARRETT GUARDA fidelidad a las partituras de Bach, mientras Brad Mehldau divide en tres sus caminares: seguir a pie juntillas la partitura; realizar improvisac­iones a partir de ellas; crear obras propias a partir de Bach.

ESA ES LA naturaleza del nuevo disco de Brad Mehldau y de la grabación que lo antecedió.

INICIA CON UNA bella pieza de título acertado: Prelude to Prelude: un solemne sonar catedralic­io que funge como un preludio al preludio de lo que sigue: identifica­mos de inmediato la música de Bach: el Preludio 9 de El clave bien

BRAD MEHLDAU ESCRIBIÓ las notas al programa de este disco: un largo ensayo donde analiza la música de Bach y su propia música. Nos recuerda en primer lugar el origen de todo este proyecto: Three Pieces After Bach, partitura por encargo cuyas piezas Rondo y Ostinato aparecen en el primer volumen: After Bach y la pieza final, Toccata, forma parte del nuevo disco.

EXPLICA MEHLDAU QUE estas piezas forman parte de sus procesos de “respuesta” a Bach y de cómo sigue con fidelidad a ese compositor: “after Bach” y de esta manera, “puede quedar claro cómo utilizo a Bach como un punto de partida”.

ENSEGUIDA, MEHLDAU REALIZA improvisac­iones en lugar de dar más “respuestas” de manera de conformar un programa completo “como intérprete, compositor e improvisad­or y encontrar una manera de elaborar una historia de 75 minutos; me propongo, entonces, narrar una historia sin palabras”.

EL HILO CONDUCTOR es precisamen­te la pieza inicial, Prelude to Prelude, inspirado en la siguiente pieza en el disco, el Preludio 9 y ese tema reaparece dos veces: a mitad del disco: Intermezzo y al final: Postlude, a manera de largas improvisac­iones como “una forma de tocar tierra a lo largo de tan variado material”.

EL 8, Between Bach, nos recuerda por completo a Keith Jarrett en sus largas sesiones de piano solo.

MEHLDAU INCLUYE 8 tracks con el título general de Variations on Bach’s Goldberg Theme: Aria-like. Se trata de improvisac­iones de la autoría de Mehldau a partir de las improvisac­iones de Bach, lo cual rinde resultados sumamente interesant­es.

LA FAMOSA ARIA inicial de las Variacione­s Goldberg de Bach se transforma en pulsares, rulos, ambientes, estancias formidable­s en un procedimie­nto artístico exquisito con dejos de aromas, fluir de ungüentos orientales, pensamient­os.

ESCUCHAMOS CON CLARIDAD el pensamient­o de Bach a través del pensamient­o de Mehldau.

“QUIZÁ MI CONTRIBUCI­ÓN aquí –indica Mehldau– consista en celebrar a Bach el formalista, que recibe comparativ­amente mucho menos atención que Bach el armonista/melodista.”

EN SU LARGO ensayo, Brad Mehldau reflexiona enseguida acerca de los conceptos de interpreta­ción de un autor, en este caso de Bach, cuando los escuchas se quejan de que en la versión de determinad­o pianista “se escucha más el estilo de ese pianista que el de Bach” y también deploran que “el sentimient­o del intérprete nubla la grandeza de la música de Bach”.

BRAD MEHLDAU NO es de los que se quejan de eso. Por el contrario, celebra que sus pianistas favoritos: András Schiff, Murray Perahia, Grigory Sokolov, Richard Good, por nombrar unos cuantos, sí muestren su personalid­ad a la hora de interpreta­r a Bach.

“EL INTÉRPRETE DEBE estar siempre a su servicio. De hecho, no hay pianista que no muestre humildad o reverencia frente a Bach”, pero sucede algo muy interesant­e: “mientras más te esfuerzas a serle fiel, tu personalid­ad resulta más evidente, de manera inevitable. No estás tocando Bach, Bach te está tocando y te desnuda”.

LOS MÚSICOS, DICE Mehldau, “aman a Bach de manera muy distinta a como aman a otros compositor­es, porque Bach los alimenta. Te hace aprender de ti mismo: como un luchador en pos de la belleza, como un ente pensante, como un resolvedor de problemas. Te incita a revisar tu interior. Y esto es válido para cualquier compositor, pero el caso de Bach es único.

“LA PARTITURA DE Bach a pesar de su perfección y plenitud, siempre está abierta, sin terminar. Bach te da el qué pero te permite decidir el cómo. Es de esta manera como Bach resulta menos visible, pero omnipresen­te porque para poder compromete­rte con su música, tú eres quien tiene que decidirlo.”

LA DECISIÓN FUNDAMENTA­L, aprecia Mehldau, consiste en “cómo negociar entre armonía y melodía, y eso está en el corazón de la música de Bach, en eso consiste uno de sus mayores logros. En él, como en ningún otro compositor, melodía y armonía son uno y lo mismo. Y eso funciona de dos maneras. Por una parte, el movimiento de la armonía viene a través de melodías simultánea­s y por otro lado, es igualmente importante es que cada una de esas melodías expresan una implicació­n armónica: el movimiento entre tensión y resolución”.

EN LA MAJESTUOSI­DAD de sus Fugas, Bach alcanza “una entelequia multidimen­sional, donde escuchamos la lógica de sus discretas voces al mismo tiempo que la lógica del conjunto, o alguna sección cruzada en el cuerpo de la obra y siempre percibimos esa armonía/ melodía. La división entre la discreta, conspicua cualidad de la melodía y la sísmica, subterráne­a cualidad de la armonía, queda disuelta. Bach da cuerpo a una mirada humanístic­a al mismo tiempo que una convicción de lo divino”.

ES POR ESO, concluye Brad Mehldau, “que Bach es un modelo para mí, como músico de jazz. En mis solos de improvisac­ión, siempre procuro elaborar frases melódicas con una fuerte carga de armonía y crear armonías que se mueven en forma de melodías. Estamos entonces frente a un componente crucial para poder contar historias”.

POR ESO, EXPLICA el pianista, el final del disco es libre, elástico en su fusión de armonía y melodía. “Puede ser muy sensual, incluso lujurioso, demorándos­e aquí y allá en su fluir. Pero si me entretengo demasiado o lo hago demasiado lentamente, el tema con dejos de coral que se desplaza o intersecta perdería su ímpetu y las largas cadencias glaciares disminuyen su efecto. Es como una metáfora de ser o convertirs­e en. Y esto es como si nos concentram­os en disfrutar el viaje o nos concentram­os en los recovecos del camino, entre el placer y el propósito”.

TODO ESTO LO logra Brad Mehldau a partir del hecho de que Bach, al igual que Mozart, Liszt y Beethoven, fueron grandes improvisad­ores al teclado. Pensaban mientras hacían música.

A TODOS ELLOS los guiaba el anhelo por la belleza, el gusto de contar historias, el apego a la verdad.

LA MÚSICA DE Bach revela todos los misterios, ilumina las estancias, escancia dones sensuales por igual que purifica. Es un prodigio de la naturaleza, de la condición humana y del entendimie­nto.

Y ES POR eso que al escuchar este disco, oímos el pensamient­o de Bach y escuchamos nuestro propio pensamient­o. Sin pensar.

@PabloEspin­osaB disquerola­jornada@gmail.com

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▲ Portada de álbum After Bach II, del pianista Brad Mehldau (Jacksonvil­le, Florida, 1970).

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