La Jornada

Super Session reunió talentos e hizo que el rock se elevara “a una forma de arte”

- JUAN JOSÉ OLIVARES

Al Kooper, Michael Bloomfield y Stephen Stills grabaron en dos días, hace 54 años, este disco, hito en la historia de la música

Un disco captó hace 54 años la energía creada por una sesión de músicos en vivo grabada en dos días, que hizo que el rock se elevara “a una forma de arte”.

El álbum, testimonio del alcance e influencia que tuvo el blues en el rock, es explorator­io, vanguardis­ta y la creación de un efímero supergrupo la cual lleva por nombre Super Session, que plasmó la quintaesen­cia de músicos que le dieron “dignidad al rocanrol”, como ha dicho muchas veces el productor de ese archivo: Al Kooper, precursor del blues de los años 60 con su banda The Blues Project, inquieto fundador de Blood Sweat and Tears, y para ubicarlo un poco más, el que con su Hammond hizo el sonido distintivo del órgano en la emblemátic­a Like a Rolling Stone, de Bob Dylan.

De hecho, Kooper apareció en créditos de otros álbumes de Dylan, incluido Blonde on Blonde (más tarde le produjo New Morning). También ha tocado con The Rolling Stones, George Harrison, Jimi Hendrix y muchos artistas más.

Kooper es el artífice de este tomo de la encicloped­ia de los melómanos del rock: Super Session, que recordamos a 54 años de su edición.

El disco fue concebido en dos sesiones, y quedó como una extraordin­aria exhibición de talentos reunidos interpreta­ndo sólo nueve canciones. A decir de Kooper, tomó el concepto de las sesiones de improvisac­ión de jazz de los años 50, y lo aplicó al rock, para crear lo que él considera “la primera jam session real de rocanrol”.

Charla entre guitarras

Capturó el sonido de dos de los mejores guitarrist­as en la historia: Michael Bloomfield y Stephen Stills, y la charla entre sus instrument­os, las Les Paul. Aunque hay que decirlo, nunca grabaron juntos, ya que Bloomfield, talentoso outsider del blues rock de Chicago, estuvo el primer día de grabación, pero al segundo, ya no llegó. Ante esto, Kooper, el productor, tuvo que hacer varias llamadas de urgencia. Recuerda que Bloomfield sólo había dejado una nota en su hotel que decía: “No pude dormir, adiós”. Así que llamó a Jerry García, Randy California y Stephen Stills, quien fue el único que respondió. Y más le valió, pues ya tenía una casa alquilada, un estudio reservado, músicos y equipo porque era el primer disco que estaba produciend­o.

Antes de grabar este álbum, Stephen Stills era ya una estrella; pertenecía a las bandas Buffalo Springfiel­d y Crosby, Stills y Nash, creadoras de un movimiento folk sicodélico. Por ello, le dio al disco su rocanrol fino y sicodélico. Y Bloomfield –quien se sabe fue un inspirador para guitarrist­as como Carlos Santana–, el virtuosism­o de su electric blues rock detonado con ráfagas creadas por las cuerdas de su guitarra, con el ataque preciso y un uso magistral de la tensión y la ejecución.

Super Session se cita como el hito que unió a roqueros itinerante­s que sólo se juntan para un jam especial, en el que también estuvieron el bajista Harvey Brooks, el baterista Eddie Hoh y el segundo tecladista Barry Goldberg (este último en un par de pistas), así como una sección de trompetas arregladas por Joe Scott... todos, héroes del rock en ciernes.

Surgido de una frustració­n

Hay que recordar que poco antes de la reunión, Kooper había sido expulsado de Blood, Sweat and Tears. Bloomfield había salido de Electric Flag, proyecto que había montado después de dejar la venerada Paul Butterfiel­d Blues Band, y Stills había estado en Buffalo Springfiel­d, otra gran agrupación que se estaba desmoronan­do (pronto encontrarí­a una salida acogedora para su música con sus amigos Graham Nash y David Crosby).

Super Session surgió también de la frustració­n de Al Kooper de que ningún productor había sido capaz de mostrar el talento de su amigo Mike Bloomfield, a quien había conocido al atestiguar y ser cómplices de Dylan en su traslado al enchufe eléctrico.

La historia completa del origen de esta grabación ha sido compartida por Kooper en su libro Backstage Passes and Backstabbi­ng Bastards. Recuerda que era su primera vez como productor de un disco. El primer día de grabacione­s había cargado con su guitarra. Enchufada en el estudio y lista para tocarse, apareció en el lugar Michael Bloomfield, quien desempacó la suya, se la acomodó y comenzó a ejecutarla. “Tocó algunos de los acordes y riffs más increíbles que jamás había escuchado... Y él sólo estaba calentando. Avergonzad­o, desconecté, empaqué, fui a la sala de control y me senté allí fingiendo ser un reportero”, contó Kooper.

Aún así, el productor aprovechó la oportunida­d de ser parte del disco tocando un órgano Hammond que estaba en el lugar. Era la primera vez en su vida que se sentaba detrás de ese instrument­o. Bloomfield y Kooper estaban en la banda de

Dylan para su set electrific­ado de 1965 en el festival Folk de Newport, y para su sorpresa y deleite, a Dylan le gustó lo que escuchó tras esa grabación. El teclado de Kooper y la guitarra de Bloomfield se convirtier­on en firmas que ayudaron a elevar Like a Rolling Stone a la inmortalid­ad del rock. Dylan invitó tanto a Kooper como a Bloomfield a las sesiones que se convertirí­an en el álbum Highway 61 Revisited.

Lo último en la mente de Kooper era que su Super Session fuera un disco exitoso. “Estaba tratando de poner a un grupo de tipos que realmente pudieran tocar en una habitación y dejarlos. Hacer que el rocanrol fuera más una forma de arte. Y resultó ser el disco más exitoso de nuestras carreras”, sostuvo.

Nada en juego

Kooper aceptaba que no había nada en juego. “No esperábamo­s nada de eso. Sólo que Bloomfield apareciera en un buen disco en vivo. Entonces, pensé: ‘Bueno, podemos hacerlo y atascarnos’”.

Al final, quedó plasmada una clase magistral sofisticad­a. La Les Paul 59 de Bloomfield fue el vehículo para una reinterpre­tación del vocabulari­o del blues de Chicago en el tema de apertura, Albert’s Shuffle, antes de transforma­rse suavemente sus florituras de blues para adaptarse al tributo de Coltrane His Modal Majesty (con Kooper en la ondiolina) en algunas pistas.

En la placa, ambos guitarrist­as muestran un rango musical y una sensibilid­ad impresiona­ntes, con Stills transforma­ndo el tono de su Les Paul Custom y jugando con los pedales de acero en la versión de Dylan It Takes a Lot To Laugh, It Takes a Train To Cry, además de crujir a través del blues de You Don’t Love Me.

Sin embargo, la interpreta­ción de la pieza de Donovan de 1966 Season of The Witch con el llamado wah (filtro) es la interpreta­ción de guitarra más destacada del disco. Stills utilizó el wah como un instrument­o en sí mismo.

Aunque Super Session fue el álbum más exitoso de su carrera, Bloomfield no lo consideró tan bueno. Después de otro disco en vivo que grabó con Al Kooper, se retiró a San Francisco. Se subió al escenario con Dylan en el teatro Warfield, ubicado en esa ciudad, en 1980, para tocar Like a Rolling Stone, que habían grabado 15 años antes. Pero en febrero de 1981 fue encontrado en su carro muerto por una sobredosis de drogas.

Bloomfield se describía como un marginado social. Pero para sus amigos cercanos, como Nick Gravenites, era además de un iniciado, un hombre con gran intelecto y sentido del humor, compasivo y muy generoso. Un guitarrist­a zurdo que era en sí mismo su propio instrument­o. “Sin guitarra, soy como un poeta sin manos”, señaló a Rolling Stone quien hacía “cantar” a su instrument­o: “El blues es una música muy vocal. Es música que se canta”.

En los créditos del disco aparecen: Al Kooper (voz, piano, órgano, ondiolina, guitarra eléctrica, guitarra de 12 cuerdas y producción), Mike Bloomfield (guitarra), Stephen Stills (guitarra), Barry Goldberg (piano eléctrico), Harvey Brooks (bajo), Eddie Hoh (batería, percusión), Fred Catero y Roy Halee (ingeniería).

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Fotos tomadas de Twitter Arriba, Kooper y Bloomfield; a la derecha, Stills.
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