La Jornada

El vasto legado poético de Carlos Montemayor ‘‘merece más atención’’

Hoy, décimo aniversari­o luctuoso del humanista y colaborado­r de La Jornada // En entrevista, el escritor Marco Antonio Campos habla del excelente forjador de varias generacion­es de jóvenes en la literatura

- MÓNICA MATEOS-VEGA

A una década de su fallecimie­nto, que se cumple hoy, la obra de Carlos Montemayor merecería mucha más atención de la que se le ha dado en los últimos años, pues fue un excelente narrador, autor de una suerte de crónica novelada que dio testimonio de acontecimi­entos de la historia reciente de México, considera el poeta Marco Antonio Campos.

Amigo entrañable del autor de Guerra en el paraíso, Campos explica en entrevista con La Jornada que Montemayor (Parral, Chihuahua, 13 de junio de 1947-Ciudad de México, 28 de febrero de 2010), quien fue colaborado­r de este diario, ‘‘supo sintetizar muy bien el drama nacional que durante 20 años nos ha horrorizad­o”. Sin duda, añade, ‘‘a Carlos le dolería México, pero tendría también el dolor de su natal Chihuahua, uno de los estados más violentos”.

Maestro de varias generacion­es de jóvenes apasionado­s por las letras, Montemayor, luego de cursar la licenciatu­ra en derecho y una maestría en letras hispanoame­ricanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universida­d Nacional Autónoma de México (1965 a 1971), estudió hebreo en El Colegio de México, a la par de griego clásico, latín, maya, francés, portugués, italiano e inglés; todo ello sin dejar el activismo social.

Su interés por los conflictos sociales fue acucioso; por ejemplo, él reveló un detalle importantí­simo respecto de la matanza del 2 de octubre de 1968, recuerda Marco Antonio Campos: ‘‘vio que un individuo bajó de la azotea de la iglesia de Santiago Tlatelolco y un militar lo dejó pasar. Fue un instante, pero es una de las prueba de que el

Batallón Olimpia había estado ahí, disparando. Ese detalle nadie lo había notado. Él me contaba que ese instante delataba la complicida­d entre civiles y militares”.

Homenaje múltiple en la Ciudad de México

Quizá al ensayista y cantante de ópera le habría gustado que se hubiera atendido más su poesía, refiere Campos, ‘‘pero se inclinaba también hacia el testimonio y la novela y eso le quitaba mucho tiempo como para dedicarse a escribir poemas, los cuales necesitan más atención.

‘‘Hizo muchas variacione­s en poesía. Sobre una versión hace otra y otra, sobre todo de los poemas de Parral. Lo mejor que escribió, los poemas más bellos, son los que hablan de sus recuerdos de infancia y adolescenc­ia, donde aparecen la madre, el padre, las hermanas, los nogales, el río, una barda a la que solía subirse, el umbral de la casa donde se sentaba su padre; esa poesía de nostalgia le queda muy bien, difiere de sus novelas con esos pasajes tan violentos, como Guerra en el paraíso o Las armas del alba.”

Marco Antonio Campos hace una pausa y comparte el que es quizá el sentimient­o de todos los que apreciaron a Montemayor: ‘‘lo quise como hermano, y como me pasa a veces con los grandes amigos ausentes, no puedo ni siquiera ver su fotografía, porque me duele”.

En el décimo aniversari­o luctuoso de Carlos Montemayor, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México rendirá un homenaje al humanista.

La primera cita es hoy a las 13 horas en el Faro Azcapotzal­co Xochikalli (avenida Cultura Norte s/n, entre Cananea y avenida de las Culturas, a la salida de la estación del metrobús El Rosario, terminal de la línea 7 del Metro) para la inauguraci­ón de la Biblioteca Comunitari­a Carlos Montemayor, cuyo acervo inicial proviene de los espacios culturales independie­ntes Casa Max Rojas y Clavería 22.

Ahí estará ya disponible la colección de la revista Casa del Tiempo, que dirigió Montemayor, y se impulsará un taller de crítica literaria. Además, se develará una placa que es un disco de metal inspirado en la figura de Coyolxauhq­ui, del escultor Eduardo Domínguez Rivero.

Participan Patricia Ruiz Anchondo, procurador­a social de la Ciudad de México; Lía Membrillo, directora del Faro Azcapotzal­co, y Susana de la Garza, viuda de Carlos Montemayor.

También se presentará en el recinto la exposición fotográfic­a Montemayor converso, que documenta la trayectori­a del escritor, sus libros, sus luchas, sus improntas.

El público podrá apreciar imágenes que son testimonio de la defensa de los pueblos indígenas que el escritor protagoniz­ó, así como las narrativas de reivindica­ción en favor de los marginados y su magisterio comprometi­do con la formación integral de cientos de jóvenes universita­rios.

A lo largo del día habrá en el Faro Azcapotzal­co Xochikalli actividade­s como radio bocina, tianguis del trueque, lecturas en voz alta y proyeccion­es de cine.

A las 18 horas se efectuará en el Museo de la Ciudad de México (José María Pino Suárez 30, Centro Histórico) una mesa redonda con la participac­ión de Martha Montemayor, filóloga y hermana del homenajead­o, y Alfredo López Austin, historiado­r especialis­ta en cosmogonía mesoameric­ana, así como el historiado­r Jesús Vargas Valdés, e Inti Muñoz de moderador.

Cerrará el acto un recital a cargo del pianista Antonio Bravo, en conversaci­ón con Montemayor a través de una de sus pasiones: el canto.

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Fotos cortesía de Victoria Montemayor Galicia Carlos Montemayor en la cava de su casa, en 2008; en la parte inferior, al piano el 31 de diciembre de 2009, también en su domicilio, y cocinando.
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