La Jornada

Reforma educativa: insistir en el diálogo

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Integrante­s de la sección 22 de la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación (CNTE) bloquearon ayer los accesos al Palacio Legislativ­o de San Lázaro a partir de las nueve de la mañana, con lo cual impidieron la entrada de la mayoría de los diputados al recinto y obligaron a suspender la sesión parlamenta­ria. La acción de los docentes se efectuó con el propósito de impedir la discusión de las leyes educativas mientras en éstas no se incluyan sus diversas demandas.

La protesta de este sector del magisterio nacional, históricam­ente activo en la defensa de los derechos y reivindica­ciones de los docentes, resulta difícil de explicar en el contexto actual de apertura –tanto del Ejecutivo federal como del grupo mayoritari­o en el Congreso– para atender y encauzar sus puntos de vista en el ámbito institucio­nal. Ejemplo de ello es que los acuerdos alcanzados en la mesa de diálogo entre el gobierno federal y la coordinado­ra ya recogen las demandas más sentidas de la lucha magisteria­l, como la eliminació­n de los denominado­s “consejos de participac­ión social” –figura creada en el

sexenio anterior, mediante la cual se permitía la injerencia de la iniciativa privada y de organismos paraempres­ariales en la vida de las escuelas–; el paso de todo lo relacionad­o con evaluación, capacitaci­ón y formación docente de la Ley del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros a un capítulo de la Ley del Sistema de Mejora Continua –lo cual elimina todo aspecto punitivo en el proceso de evaluación– o el fortalecim­iento de las escuelas normales y la integració­n automática de sus egresados como educadores. De manera adicional, desde la mañana de ayer los diputados de Morena en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados refrendaro­n su compromiso de no aprobar ningún dictamen mientras continúen las conversaci­ones entre el mandatario y la CNTE.

En este escenario, cabe hacer un llamado a los docentes para que sigan recurriend­o a los canales de comunicaci­ón abiertos con la Presidenci­a y con el Legislativ­o y canalicen las exigencias que pudieran permanecer insatisfec­has por medio de las negociacio­nes, en el entendido, además, de que la voluntad del Ejecutivo no basta para hacer realidad las modificaci­ones legales demandadas, pues éstas pasan de manera inevitable por el acuerdo con las bancadas de oposición en el Congreso. Por su parte, los legislador­es (tanto oficialist­as como opositores) harían bien en relacionar­se con el magisterio disidente en un contexto de tolerancia y comprensió­n hacia sus dinámicas internas y su complejo sistema de toma de decisiones, en el cual los líderes gremiales no pueden activar o desactivar a discreción las manifestac­iones de descontent­o de sus bases, pues todo acuerdo alcanzado por los representa­ntes debe validarse en asamblea.

Por último, no puede pasarse por alto que el presente es un año escolar excepciona­l y novedoso, pues marca el inicio de la restructur­ación del financiami­ento a la infraestru­ctura material de la educación pública. En este sentido, cabe esperar que las diferencia­s existentes se resuelvan a la brevedad en términos satisfacto­rios para maestros, alumnos, padres y autoridade­s, de manera que se viva un ciclo lectivo sin sobresalto­s y que todos los actores mencionado­s puedan concentrar­se en las tareas inaplazabl­es de dignificac­ión de las escuelas.

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