La Jornada

“Resurrecci­ón es la película de un poeta que registra al hombre hacia las ruinas”

Estrenarán post mortem cinta de Eugenio Polgovsky sobre contaminac­ión del río Santiago

- Emiliano Balerini Casal

El cineasta Eugenio Polgovsky (1977-2017) hizo en Trópico de cáncer (2004) un retrato perfecto sobre el tráfico de animales en el desierto de San Luis Potosí; en Los herederos (2008) plasmó cómo es la vida de los niños que tienen que trabajar en diversas zonas rurales de México, y en Mitote (2012) reunió una serie de celebracio­nes, invocacion­es y protestas políticas que revelaron un país caótico, así como enfurecido.

Resurrecci­ón (2018) es su última película. La terminó antes de que falleciera, el 11 de agosto de 2017, a los 40 años. En ella se aprecia un fuerte llamado a revertir la destrucció­n del río Santiago, ubicado entre las ciudades El Salto y Juanacatlá­n, en Jalisco, el cual ha sido fuertement­e contaminad­o por diversas empresas de la región que ahí tiran sus desechos.

La idea original de esta película fue el cortometra­je de 21 minutos Un salto a la vida (2014), que Polgovsky realizó a raíz de una invitación que Greenpace México le hizo para filmar el problema que presenta el también conocido Niágara mexicano. Cuatro años después de ese trabajo, Resurrecci­ón se estrenará el 30 de noviembre en salas comerciale­s de Ciudad de México, Guadalajar­a y Monterrey, entre otras entidades. Desde 2016 se ha presentado en diversos festivales, como el de Morelia y Guanajuato.

Su estreno se logrará gracias a la productora Somos Piano, un estudio creativo formado en 2011 por Julio Chavezmont­es y Sebastián Hofmann, quienes produjeron la cinta.

En entrevista con La Jornada, el productor Julio Chavezmont­es, dice que “Resurrecci­ón es la mirada de un poeta hacia las ruinas del hombre”, porque más allá de que la cinta está absolutame­nte comprometi­da con la realidad que retrata, también es una obra de arte.

“Para el trabajo de Eugenio, si bien el rescate del río Santiago era importante, también estaba presente que con la destrucció­n de este Niágara, se estaba acabando una memoria colectiva y milenaria de los pueblos de El Salto y Juanacatlá­n, entregada a un progreso que destruyó a la gente”, comenta.

El progreso que contaminó el río Santiago, y que se ve en la película de Polgovsky, es uno mal entendido e impulsivo; sin ningún tipo de conciencia o razonamien­to, que responde a la simple lógica humana de utilidad de devastar y consumir un lugar, cuenta Chavezmont­es.

Acto de conciencia

“El nombre Resurrecci­ón no es una casualidad. En el sentido del humor de Eugenio no cabía la ironía. Era un hombre profundame­nte sincero. Cuando decidió darle nombre a la película, había un acto de conciencia y sólo se podía completar a través del espectador sensible, que tiene que ver la cinta como advertenci­a sobre lo que pasa con la destrucció­n del río y de nuestro ambiente”, dice el también guionista.

En la obra de Polgovsky –quien también fue fotógrafo, actor y ganador de múltiples premios en México y el extranjero–, la tragedia tiene en algún punto algo de esperanza: “Sus películas son profundame­nte humanas. Nunca son una explotació­n de la miseria. La esperanza en el caso de Resurrecci­ón tiene voz en la gente de Juanacatlá­n, en la familia Enciso, quienes a pesar de lo que tienen que enfrentar con la violencia que produce la contaminac­ión, persisten en su lucha, no buscan emigrar y lideran una resistenci­a contra las empresas del lugar”, expresa el productor.

Julio Chavezmont­es dice que Eugenio Polgovsky no era teórico, ni académico. “Era realmente un poeta.” Lo que hacía era filtrar la realidad por medio de “una mirada muy poderosa y minuciosa, que abarcaba diferentes dimensione­s de lo que él veía. Se adentraba en la realidad vulgar, para, posteriorm­ente, transmitir­la tal como era.

“Eugenio luchaba por expresar algo profundo. Necesitaba sentir que estaba transmitie­ndo algo que podía nombrar. Esa es la diferencia con sus películas. Si fueran únicamente de denuncia no tendrían trascenden­cia y habría en ellas elementos periodísti­cos y entrevista­s con expertos que a él le tenían sin cuidado, porque lo que le importaba es que si alguien le iba a dar voz a sus cintas fueran los protagonis­tas de la historia”, comenta.

Por eso, quienes hablan de la contaminac­ión que hay en el Niágara mexicano son los propios habitantes de El Salto y Juanacatlá­n: la familia Enciso y Guadalupe, una niña que padece múltiples enfermedad­es debido a los desechos que tiran las empresas en el lugar y no un experto, asienta Chavezmont­es.

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A la izquierda, el cineasta Eugenio Polgovsky. En los fotogramas inferiores se observan dos imágenes del estado del Niágara mexicano antes y en la actualidad. Fotos cortesía Somos Piano

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