La Jornada

Verdad y justicia, exige madre de niño asesinado en Ostula en 2015

CNDH acreditó uso excesivo de fuerza por soldados y policías

- EMIR OLIVARES ALONSO

Explicó que los costos extras que generan las “extorsione­s repercuten en el precio de los productos, en toda la cadena de distribuci­ón e impacta en el precio al consumidor final”.

En tanto, Juan Pablo Rojas Pérez, presidente de la Confederac­ión Nacional de Productore­s Agrícolas de Maíz de México, dijo que además de la actividad del crimen organizado la delincuenc­ia común también afecta, aunque en menor escala. En cuanto a delitos, destacó el abigeato de ganado mayor y menor.

Acerca de los medianos y grandes productore­s con inversione­s mayores, comentó que son víctimas del cobro de “cuotas”. “Cuando cosechas, te cobran por camión, por tractocami­ón, o puede ser un porcentaje de lo que vendes”. Además de que también se da el robo de tractores y de todo tipo de insumos, como fertilizan­tes.

Ambos dirigentes considerar­on que los gobiernos locales y federal no hacen lo necesario para frenar a la delincuenc­ia.

Rojas Pérez precisó que la delincuenc­ia en el campo “no se acabará de la noche a la mañana”, pero en muchas autoridade­s estatales hay “colusión” con el crimen. Hidelberto Reyes García tenía un sueño: convertirs­e en maestro para sacar adelante a su familia. El 19 de julio de 2015 su sueño se truncó. Hidelberto, quien tenía entonces 12 años de edad, fue víctima mortal de un operativo en el que participar­on fuerzas federales y estatales en la comunidad Santa María Ostula, municipio de Aquila, en Michoacán, que dejó además 10 civiles heridos, entre ellos varios menores.

Pese a su corta edad, el menor se daba cuenta de la precaria situación en que vivían su madre y algunos de sus siete hermanos mayores. Estaba decidido a alcanzar sus metas, graduarse como docente y apoyar a sus parientes. En su afán, se acercaba a los turistas, los paseaba y hacía de guía para obtener unos pesos que entregaba a su madre, Emilia García Cabrera.

En entrevista con este diario, la mujer narra cómo se trastocó su vida y la de su familia a partir del 19 de julio de hace tres años. “No he vivido bien desde entonces. Yo era una mujer sana, pero desde ese día la mitad de mi cuerpo está entumida y sufro de presión alta. No puedo estar en mi casa descansand­o, prefiero levantarme, salir, porque en casa pienso mucho en él”.

García Cabrera y otras víctimas del operativo en Santa María Ostula estuvieron ayer en Ciudad de México para exigir verdad y justicia por este caso, que casi tres años después sigue en la impunidad. Lograron reunirse con funcionari­os de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de la Procuradur­ía General de la República (PGR) y de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (Ceav).

El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, que acompaña a las víctimas, detalló en una tarjeta informativ­a que el 19 de julio de 2015 autoridade­s estatales y federales realizaron un operativo para detener a uno de los líderes de la guardia comunitari­a nahua de Santa María Ostula. Participar­on tres batallones de infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional, elementos de la Secretaría de Marina y fuerzas de granaderos y antimotine­s de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán.

Por esos hechos, el 22 de diciembre de 2016 la CNDH emitió una recomendac­ión en la cual corroboró el uso excesivo, arbitrario e ilegítimo de la fuerza por militares y agentes estatales, identificó a los soldados que dispararon y planteó la necesidad de investigar la cadena de mando. Acreditó violacione­s a los derechos a la legalidad, respecto de una multiplici­dad de pobladores; a la integridad personal, en agravio de seis personas, y a la vida, en perjuicio de Hidelberto.

La PGR investiga el caso desde hace varios años, pero no hay avances.

“Lo único que queremos es justicia, que nos aclaren por qué agredieron a personas inocentes. ¡Basta de impunidad! Los soldados arruinaron la vida de mi familia, nos arrebataro­n al menor. A mí me quitaron parte de mi ser. Con él dormía, comía, él iba conmigo a todos lados. Ahora mi niño ya no está y nadie hace nada por nosotros. Confiamos en que pronto los responsabl­es serán castigados”.

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