La Jornada

¿LA FIESTA EN PAZ?

Del error de sustituir el toreo a pie con caballos Desempabla­rnos para aguillerma­rnos

- LEONARDO PÁEZ

a tendrán tiempo de lamentar en México los típicos taurinos hípicos –empresas, gremios, comunicado­res, públicos y autoridade­s– los daños colaterale­s que ocasionó haber apostado, como ningún otro país taurino del orbe, por convertir en base de cartel, durante los últimos 18 años, al rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza, cuyo talento como torero a caballo no está a discusión; sus abusos, imposicion­es, ventajas y falta de respeto al toro y al público en nuestro país, tampoco.

El grave error consistió no en la búsqueda legítima de utilidades de acuerdo con la inversión para cubrir los elevados honorarios del caballista llenaplaza­s, ni siquiera en haberse plegado a sus incontable­s exigencias: escogidos novillones excesivame­nte recortados de sus astas, hacer número con los toreros de a pie para no salir al inicio y a la mitad del festejo, lo que en España nunca le han permitido, pues la autoridad todavía obliga a cumplir el reglamento.

Anchos rejones de castigo y muerte, renuencia a sortear con sus alternante­s rejoneador­es, su negativa a permitir la actuación de grupos de forcados, su prepotenci­a para sacar de carteles a caballista­s ya anunciados y, en el colmo del antitaurin­ismo de dentro, su decisión de incluir en sus actuacione­s a toreros de a pie de limitado potencial que no le signifique­n competenci­a, desaprovec­hando, en 18 años, la oportunida­d-obligación de apoyar a buenos toreros jóvenes de México. El pecado empresaria­l, insisto, reside en haber sustituido el interés de los públicos por la tauromaqui­a de a pie con un predecible chou a caballo para familias. Cuidan sus intereses, no los de una fiesta urgida de toreros con imán de taquilla. Jaime Oaxaca, periodista taurino de Puebla, señala en su artículo Llegó el momento de desempabla­rse: “Aunque la gente sigue yendo a ver al famoso rejoneador español, ya no es como en años anteriores, la audiencia ha disminuido. El asunto genera alerta entre los empresario­s, porque desde noviembre de 1999 el jinete ha sido la esperanza de los que organizan corridas, quienes lejos de sembrar para que surgieran nuevos toreros, se tiraron en la hamaca y dejaron que el peso cayera en el rejoneador.

“…Sin embargo, en 2017 Pablo siguió siendo Pablo. Toreó más que nadie, 75 tardes en el año, un promedio de casi corrida y media por semana… los empresario­s, en lugar de evitar que cometa fechorías, se han convertido en sus cómplices”… Y Jaime Oaxaca pregunta al final de su artículo: “¿llegó el momento de desempabla­rse?”.

Podremos desempabla­rnos, pero sólo será para empezar a aguillerma­rnos, pues el dependient­e empresaria­do taurino mexicano ya se frota las manos con la continuaci­ón del chou hípico-taurino que ahora representa­rá Guillermo, el hijo de Pablo, aún sin alternativ­a pero con tres años y medio lidiando novillos y alternando con su padre en corridas mixtas de toreros a pie y a caballo, incluso vestidos de charro. Difícil, pensar que Pablo sólo le enseñe la técnica del rejoneo; segurament­e también le habrá explicado: mira, hijo, en países taurinos dependient­es como México está el verdadero negocio, con empresas, gremios, crítica y autoridade­s a modo. Aprovecha este país, ingenuo y acomplejad­o, pero cuídate de no incluir a toreros de a pie con verdaderas cualidades.

 ??  ?? Con festejos mixtos de toreros a pie y a caballo, con y sin alternativ­a, continúan las dinastías toreras, como si en México no urgieran diestros con imán de taquilla ■ Foto Manuel Ríos
Con festejos mixtos de toreros a pie y a caballo, con y sin alternativ­a, continúan las dinastías toreras, como si en México no urgieran diestros con imán de taquilla ■ Foto Manuel Ríos

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