Alicia Alonso, la artista cubana más universal, cumple 97 años y sigue activa
La compañía que dirige repone y
en 1539 a Alabama. Luego lo harían ingleses y franceses. En busca de apoderarse de su territorio, y según su conveniencia, hicieron alianzas con los grupos humanos que llevaban siglos en la región. Finalmente, y luego de varios tratados y ocupaciones violentas entre las tres potencias, Alabama pasó a ser parte de lo que hoy es Estados Unidos.
Virtualmente todo el siglo XIX estuvo marcado por la lucha de los colonos blancos contra los antiguos pobladores (chickasaw, choktaw, la nación cherokee y los creek), los que más resistieron a ese despojo y fueron diezmados en matanzas que no se olvidan. Luego llegarían de África los negros, a trabajar como esclavos.
Hoy Alabama cuenta con poco más de 5 millones de habitantes, es uno de los estados más pobres del vecino país y tan dividido racialmente que el ser negro es un estigma.
Fue en Montgomery, la capital del estado, donde Rosa Park se negó en 1955 a ceder su asiento en un camión a un blanco. Encarcelada por ese ‘‘delito”, desató el descontento generalizado de los hoy llamados afroamericanos y la aparición del líder que encauzaría la lucha por los derechos civiles: Martin Luther King.
Luego, en 1963, el gobierno del presidente Kennedy tuvo que enviar la Guardia Nacional para garantizar que los estudiantes negros pudieran acceder a la Universidad de Alabama, hasta entonces coto exclusivo de los blancos. Libros, películas, documentales han contado lo de la lucha contra la segregación racial en ese y otros estados, sin faltar las referencias al Ku Klux Klan.
En Alabama nacieron escritores como Harper Lee, Joseph Baldwin, Sidney Lanier, Mary Johonson y Hellen Keller. También personajes siniestros, uno de los cuales ha sido noticia últimamente: Roy Moore, ex presidente del Tribunal Supremo de ese estado y quien durante su trabajo siempre hizo gala de racismo extremo. Propuesto por el Partido Republicano para ocupar un escaño en el Senado, durante su campaña fue acusado de cometer varias agresiones sexuales. Sin embargo, el presidente Trump y su círculo cercano lo apoyaron. Aun así, lo derrotó en las urnas Doug Jones, su rival demócrata.
Perdió por esa acusación y por su intolerancia. Contra él votaron no pocos militantes de su partido. El final no pudo ser peor para los republicanos: no ganaron en un estado que creían suyo y la elección fue vista como una consulta popular sobre el gobierno de Trump. Y además, perdieron un escaño en el Senado, decisivo ante el estrecho margen con el que cuenta el partido en esa cámara.
Moore es enemigo del matrimonio homosexual y el aborto. Partidario de una ‘‘América Grande, la de los fundadores, en la que las familias estaban unidas aunque hubiese esclavitud”. Además, sostiene que la Biblia prevalece sobre la legalidad. La artista cubana más reconocida a escala mundial, Alicia Alonso, cumplió ayer 97 años, mientras la compañía que dirige ensaya uno de sus clásicos favoritos, Carmen, obra ineludible en su carrera.
Aunque parezca una redundancia, merece reconocimiento. Alonso dedicó su vida a la danza, primero a formarse como bailarina respetable, luego a conformar un estilo propio y después a perpetuar el ballet dentro de la cultura cubana, como parte integrante y inseparable de ésta.
Junto a los hermanos Fernando y Alberto Alonso, fundó en 1948 la primera compañía profesional de ballet en Cuba, cuando ese arte era escasamente comprendido en las sociedades latinas.
Pese a las contradicciones sociales, políticas y de salud que padeció, la decisión y valentía de esta mujer la hicieron persistir en elevar su rango de bailarina.
Alonso respaldó la revolución social en Cuba, iniciada en 1959, y se alzó sobre prejuicios e ideologías burguesas para llevar su arte al pueblo, a las fábricas, los campos, un bosque, un valle, cualquier calle.
En el mundo de la danza cobró fama por sus prodigiosos giros y la manera particular de adueñarse de la técnica, se convirtió en protagonista de leyendas.
Todavía algunos hablan de la quinta Alonso para aludir a una posición específica de los pies, mientras los viejos amantes del ballet atesoran especialmente las veces que la vieron transformarse en Giselle y Carmen.
A sus 97 años, la artista continúa activa como maestra, coreógrafa y directora del Ballet Nacional de Cuba y del Festival Internacional de Ballet de La Habana, en el cual participan los más renombrados bailarines del planeta.
Pocos calculan su amor por los animales, en especial, una gran pasión por los perros, y el extraordinario sentido del humor que la indujo a gastarle bromas a algunos de sus partenaires en escena.
En la juventud pintó algunos cuadros y desde niña amó el color azul y la literatura universal.
Además, siempre rechaza la posibilidad de que los humanos habitemos solos este universo y cuenta entre sus añoranzas la de poder sentarse en el Malecón de La Habana a tomar el fresco y disfrutar un espectáculo de olas, pues la fama le impide pasar desapercibida.
El conjunto que aún dirige festejará, en 2018, 70 años de fundado, y los próximos 22 y 23 de diciembre repondrá las obras Carmen, En las sombras de un vals y Anyali, en el Gran Teatro de La Habana, que desde 2015 añadió en su denominación el nombre de la insigne artista.
Las ovaciones con que el público cubano recibe a la prima ballerina assoluta de Cuba, Alicia Alonso, a su llegada allí o a cualquier teatro del país, también erigen una historia difícil de igualar.