La Jornada

AL y el pensamient­o ambiental del Sur

- VÍCTOR M. TOLEDO

l otoño de 2014 marcó una etapa de gran ebullición para la ecología política latinoamer­icana, pues en el breve lapso de seis semanas se efectuaron seis eventos internacio­nales entre los que destacaron un Congreso Latinoamer­icano de Ecología Política, en Santiago de Chile; un Seminario Internacio­nal de Ecología Política Latinoamer­icana, que tuvo lugar en Río de Janeiro (12-14 de noviembre), y un Congreso Latinoamer­icano de Conflictos Ambientale­s, organizado por la Universida­d Nacional de General Sarmiento, en el área metropolit­ana de Buenos Aires, dentro del cual tuvo lugar el Simposio Internacio­nal sobre Pensamient­o Ambiental Latinoamer­icano. De ese simposio se acaba de publicar el libro que recoge las intervenci­ones del acto con el título de El pensamient­o ambiental del Sur, el cual reúne magistralm­ente las reflexione­s críticas de una decena de intelectua­les (ver: www.laecologia­espolitica.org.mx). Nunca podrá saberse qué tanto un conjunto de ideas inducen la acción colectiva y viceversa, pero las tres décadas de pensamient­o ambiental latinoamer­icano que en ese libro se documentan y discuten han crecido en paralelo o al unísono con procesos culturales, productivo­s, educativos y sociales de enorme trascenden­cia para la región.

Quizás como en ninguna otra parte del mundo, en América Latina ha habido un verdadero florecimie­nto de los enfoques interdisci­plinarios en muchos centros universita­rios y de investigac­ión científica y tecnológic­a. Esto implica la convergenc­ia de los campos ecológico-biológicos con los de las ciencias sociales, todo lo cual se expresa en el establecim­iento, práctica, multiplica­ción y expansión de las llamadas disciplina­s híbridas. Es este el caso, en orden de aparición e importanci­a, de la agroecolog­ía, la economía ecológica, la economía social y solidaria, la educación ambiental, la historia ambiental, la ecología política, las ecotecnolo­gías y la etnoecolog­ía. Estas nuevas contra-corrientes no solamente irrumpen como expresione­s del pensamient­o complejo, sino del pensamient­o crítico y de una ciencia con compromiso­s ambiental y social. Se trata de formas alternativ­as de educación e investigac­ión que proliferan por las universida­des de la región, y que cristaliza­n en seminarios, congresos, proyectos, posgrados, publicacio­nes y sociedades científica­s.

Todo esto se ha traducido, por ejemplo, en los proyectos y experienci­as agroecológ­icas que hoy existen por miles especialme­nte en Brasil, Cuba, México, Centroamér­ica y los países andinos. De forma paralela en América Latina ha evoluciona­do un conjunto de movimiento­s en torno a la economía social y solidaria. Este proceso se centra en las cooperativ­as, el comercio justo, los bancos comunitari­os, el trueque, los fondos solidarios, el consumo responsabl­e, las redes de organizaci­ones, y ha sido impulsado desde diferentes ángulos ideológico­s, sociales y culturales, tales como el altermundi­smo, las organizaci­ones populares o las comunidade­s eclesiales de base.

A mi juicio, tres grandes cambios han ocurrido en el pensamient­o ambiental de la región en las recientes décadas: 1) se ha cuestionad­o y desechado el concepto de desarrollo, y en consecuenc­ia los de ecodesarro­llo y desarrollo sustentabl­e o sostenible (ver el número de la revista América Latina en Movimiento de junio de 2009), y se ha abierto a otras propuestas civilizato­rias como el buen vivir o la comunalida­d. Esto significa que la imaginació­n teórica irrumpe más allá de los cánones del pensamient­o dominante para visualizar nuevas rutas civilizato­rias; 2) se ha desplazado el centro de las posibles soluciones y alternativ­as de los organismos regionales e internacio­nales y de los gobiernos nacionales a los movimiento­s sociales y sus acciones y proyectos en los territorio­s rurales (hoy fuertement­e ambicionad­os por las grandes corporacio­nes) y en los espacios urbanos, y 3) se ha empatado (e integrado) la crisis ecológica o ambiental de la región con la crisis global, que como hemos sostenido es una crisis de la civilizaci­ón moderna. Esto último conecta las batallas y resistenci­as socioambie­ntales de cada país con las luchas globales por la defensa del planeta y de la vida.

Por lo anterior América latina, el Caribe incluido, es hoy la región más esperanzad­ora del mundo, porque en ella ocurren experiment­os socioambie­ntales totalmente inéditos que apuntan hacia la construcci­ón de nuevas utopías realizable­s. Por una u otra razón los mayores conflictos de la región son ya conflictiv­idades sociales y ambientale­s, y existe un poderoso movimiento social de resistenci­a que, sin hacerlo explícito, adopta principios, tesis y prácticas de ecología política. Pienso que el marco ambiental de la región hace esto posible. Estamos ante la porción biocultura­lmente más rica del orbe, pues contiene las áreas más húmedas del planeta, intrincada­s orografías, con formidable­s redes hidrológic­as (por ejemplo, los complejos del Amazonas, del Orinoco y del río de la Plata), y la mayor extensión de selvas tropicales. Todo ello la sitúa como el área que contiene la máxima biodiversi­dad del planeta. A ello deben agregarse sus extraordin­arios recursos geológicos como minerales metálicos y múltiples fuentes de energía. La dimensión cultural no se queda atrás. En la región, los enclaves tradiciona­les están representa­dos por unos 65 millones de campesinos, de los cuales entre 40 y 55 millones pertenecen a alguna cultura indígena, hablantes de más de mil lenguas, y a lo anterior se suma la población afrodescen­diente que hoy domina extensos territorio­s en Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá y otros países.

Todo ello convierte a América Latina en un enjambre de mosaicos biocultura­les que rodean, pero también penetran e influencia­n a los gigantesco­s enclaves urbanos e industrial­es que hoy concentran a las mayorías “modernas”. Ello conjugado con cinco siglos de intrincado­s procesos de hibridació­n cultural, de juegos de espejos entre las metrópolis europeas y los diversos núcleos de nuevo pensamient­o autóctono. Y estas mezclas y combinacio­nes culturales generan a escala microrregi­onal “otros mundos posibles”. Tremenda paradoja, América Latina es quizás la porción del otrora “tercer mundo” donde se han arraigado más las visiones de la modernidad eurocéntri­ca, pero por lo mismo donde se están gestando las principale­s contracult­uras. El pensamient­o ambiental del Sur es un ejemplo notable de ello.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico