La Jornada

WOLA pone en duda compromiso del gobierno mexicano en el caso Ayotzinapa

“Queda demostrada la impunidad generaliza­da”, destaca

- EMIR OLIVARES Y SERGIO OCAMPO EMIR OLIVARES ALONSO

Los padres de los 43 normalista­s de Ayotzinapa desapareci­dos tienen un sueño recurrente: que sus hijos aparecen, que están vivos. Que aquella larga noche que inició el 26 de septiembre de 2014 por fin termina. Así lo aseguran a tres años de los hechos, tiempo en que las autoridade­s no les han dado certeza de lo que ocurrió con los jóvenes, quienes, insisten, “están vivos”.

“¿Eres tú Miguel? ¿Por fin llegaste?”, dice don Estanislao a su hijo. “Sí, soy yo”, responde una voz inconfundi­ble. El gozo se apodera del hombre, pero no logra identifica­r a quien le habla, su rostro es difuso. El padre llora de felicidad. Tiene años buscándolo y parece que la pesadilla puede quedar atrás. Un sobresalto lo regresa a la realidad y enmudece. La imagen es sólo producto de un sueño, cuenta don Estanislao, padre de Miguel Ángel Mendoza Zacarías, uno de los 43 normalista­s.

En dos días Israel Caballero Sánchez, otro de los jóvenes desapareci­dos, cumple 23 años. La última vez que vio a su madre, doña Genoveva, le pidió que para su cumpleaños 20 le preparara unos tamales. Pero ya no regresó. Los sollozos la obligan a hacer una larga pausa y cuando logra recuperars­e, contundent­e reclama: “¿Dónde están? ¿Dónde los tienen?”

Miguel quería apoyar a sus padres, hermanos y sobrinos. No se conformó con la peluquería que puso años atrás en su pueblo. Decidió ser maestro porque adora a los niños. Incluso en su negocio siempre había un detalle para los pequeños en los días del Niño, Reyes y en Navidad.

Su padre trabajó por años en Estados Unidos, a donde Miguel lo alcanzó. Regresaron a Guerrero y años después decidió entrar a la normal. “Hazlo, nunca es tarde”, le dijo don Estanislao, pues su hijo tenía 33 años cuando comenzó los estudios normalista­s.

Israel deseaba darle una mejor vida a su pequeña recién nacida. El trabajo en el campo era insuficien­te y lo resolvió: sería maestro. “Hoy la niña, de tres años, pregunta constantem­ente por él. ‘Ya va venir, le digo’. No sabe nada y lo sigue esperando”, dice doña Genoveva.

Jhosivani Guerrero de la Cruz, uno más de los 43, siempre le decía a su madre, Martina: “La voy a sacar de trabajar porque está mala de las rodillas”. El 20 de septiembre fue el último día que lo vio. Lo fueron a despedir al autobús, pues regresaba a la escuela. La mujer, sin poder avanzar, se quedó con ganas de abrazarlo y a la distancia le mandó la bendición.

Jhosivani tiene hoy 22 años, es el menor de seis hijos (tres mujeres y otros dos hombres). Cada que doña Martina regresa a casa tras reuniones con autoridade­s federales la pregunta es invariable: “¿Qué novedades hay, mamá?”. La respuesta ha sido la misma durante tres años: “Nada, pura mentira”. La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamer­icanos (WOLA, por sus siglas en inglés) enfatizó que la “injustific­ada” lentitud de las investigac­iones relacionad­as con el caso Ayotzinapa “pone en duda el compromiso del gobierno mexicano con los derechos humanos y el estado de derecho”.

A tres años de los hechos, esta organizaci­ón criticó en un posicionam­iento que la administra­ción de Enrique Peña Nieto todavía no pueda proporcion­ar un relato concluyent­e de lo que sucedió con los 43 estudiante­s desapareci­dos, no haya identifica­do y condenado a los responsabl­es del crimen, y no haya investigad­o a los funcionari­os que manejaron el caso y que pudieron haber obstruido la justicia.

Destacó la necesidad de seguir apoyando a las familias de los estudiante­s en su búsqueda de la verdad y la justicia. “Es injustific­able que el gobierno mexicano no proporcion­e respuestas a las familias sobre el paradero de sus seres queridos desapareci­dos”, dijo Maureen Meyer, coordinado­ra principal del Programa de México en WOLA.

“La falta de progreso en un caso que el gobierno mexicano ha calificado como ‘la investigac­ión más exhaustiva en la historia de México’, junto con la creciente evidencia de que funcionari­os públicos obstruyero­n la justicia y obstaculiz­aron la investigac­ión, ha llegado a demostrar la impunidad generaliza­da en el problemáti­co sistema de justicia penal del país y la falta de voluntad política del gobierno para investigar y sancionar con credibilid­ad violacione­s de los derechos humanos”.

La integrante de WOLA sostuvo que mientras la teoría principal del gobierno mexicano es que un grupo de la delincuenc­ia organizada mató y quemó a los 43 estudiante­s en un basurero, los expertos independie­ntes –entre ellos el grupo creado por la CIDH para dar seguimient­o al caso– han encontrado lo contrario.

Meyer remarcó que en México hay, de acuerdo con cifras oficiales, más de 32 mil personas desapareci­das en los años recientes, por lo que subrayó que la obligación del gobierno de Peña Nieto no sólo es investigar el caso de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa, “sino también garantizar la justicia para todas las víctimas desapareci­das y sus familias”.

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Al cumplirse tres años de la desaparici­ón de 43 normalista­s y el asesinato de seis personas en la llamada noche de Iguala, hoy se realizará una caminata en silencio que partirá a las 16 horas del Ángel de la Independen­cia hacia el antimonume­nto a los...

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