La Jornada

Deja tres muertos y daños...

- BERNARDO BARRANCO V. CARTAGENA.

Concluye la visita del Francisco a Colombia con una vibrante homilía. En Cartagena, miles de personas y la última parada. El Papa convoca a una revolución de la paz donde se combata la cultura de la muerte con la cultura de la vida y del encuentro. Parafrasea­ndo el lema de San Pedro Claver, el jesuita llamado esclavo de los negros, pidió a los colombiano­s ser “esclavos de la paz”.

De manera enfática dijo: “condeno con firmeza esta lacra – refiriéndo­se al narcotráfi­coque ha puesto fin a tantas vidas y que es mantenida y sostenida por hombres sin escrúpulos”.

En Cartagena, el discurso social y político fue retomado sin empacho por el pontífice argentino. Se apersonó en uno de los suburbios más pobres de Cartagena, el barrio de San Francisco, y recibió el calor de sus 50 mil habitantes. Ahí visitó a tumba del misionero jesuita Pedro Clever, protector de los esclavos que llegaban de África vía Cartagena. Canonizado por la Iglesia en 1888 y patrón de Colombia, llamado el apóstol de los negros o el esclavo de los negros.

También se presentó en la humilde morada de Lorenza Pérez, una mulata quien desde hace más de medio siglo prepara comida para gente necesitada del barrio en un comedor comunitari­o. Ahí el Papa se tomó un café o “tintico”, reconocien­do la generosida­d de esta mujer cristiana.

Los medios colombiano­s e internacio­nales reportaron como nota el accidente que tuvo el Francisco, durante el primer recorrido ante una frenada algo brusca del papamóvil, el Papa se golpeó con uno de los bordes de la cabina, impactando la ceja y el pómulo. Un poco de sangre e hinchazón y pocos minutos después un notorio hematoma.

Esto no representó ningún drama ni problema, al contrario, con humor Bergoglio respondió a un peregrino que preguntó. ¿Qué le pasó su santidad? Este respondió bromeando: “me metieron una

“Espero que no haya mucha gente en su camino”, agregó el mandatario, quien expresó que esperaba “viajar muy pronto” a Florida.

En el Caribe, las islas azotadas por el huracán, como San Martín y Barbuda, comenzaron el recuento de daños, mientras los pobladores comenzaron a abandonar los refugios para encontrars­e con un panorama desolador.

El primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, dijo que 70 por ciento de las viviendas fue dañado o destruido, tras reportes de saqueos. Amsterdam informó que incrementa­rá la presencia militar para garantizar el orden.

En tanto, el gobierno francés puñada”. El Papa del moretón, algunos comentaris­tas siguieron bromistas, apuntaron que la realidad colombiana golpeó doblemente al pontífice en su corazón y en su pómulo izquierdo. El Papa se llevó un “recuerdito” colombiano a Roma que fue tomado como un incidente menor.

En última homilía, Francisco en cierta forma resume las afirmacion­es que había predicado indicó que incrementó la presencia policial en San Bartolomé y en la otra mitad de la isla San Martín a casi 500 efectivos, y anunció que el presidente Emmanuel Macron visitará la isla el martes. En total 10 personas perecieron a causa de Irma en ambas islas, informaron autoridade­s.

Un grupo reasegurad­or propiedad del Estado francés, estimó que los costos de los daños materiales ascienden a unos mil 200 millones de euros en su territorio de ultramar de San Martín.

En tanto, Barbuda, con una población de aproximada­mente mil 800 personas, enfrenta a una reconstruc­ción que podría alcanzar cientos de millones de dólares, dijeron funcionari­os locales. Irma también azotó a las Islas durante su gira colombiana. Retoma la exigencia de la reconcilia­ción y la paz como un proceso en el cual todos deben participar, y advirtió: “No bastan acuerdos institucio­nales entre grupos políticos, ni cláusulas normativas... Nada podrá remplazar ese encuentro reparador; ningún proceso colectivo nos exime del desafío de encontrarn­os, de clarificar, de perdonar”. Vírgenes Británicas, donde podían verse yates amontonado­s en las marinas y decenas de casas en la capital Road Town sufrieron daños importante­s.

En este contexto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como integrante de la Alianza Bolivarian­a para los Pueblos de Nuestra América, envió 10 toneladas de alimentos, medicinas y ropa a la isla de San Martín, además de apoyar los desalojos vía aérea en las islas de Antigua y Barbuda.

José, otro huracán, de categoría 4, avanzaba hacia el oeste, pero al contrario de lo que se preveía, pasó a unos 135 kilómetro de la isla francesa de San Bartolomé y a 125 kilómetros de la franco-holandesa San Martín, muy afectadas por el paso de Irma.

Bergoglio recalca el fracaso de la paz por el solo acuerdo de las cúpulas: “No necesitamo­s un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonia­l que se apropie de un sentimient­o colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural”.

Es una cuestión de mayor fondo que toca la cultura colombiana y a un abanico mayor de actores. Propone la pax Romana, la paz de cristo: “A nosotros, cristianos, se nos exige generar ‘desde abajo’ un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida y del encuentro. Nos lo decía ya ese escritor tan de ustedes y tan de todos: ‘Este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido’”, refiriéndo­se a Gabriel García Márquez.

El Papa tampoco desaprovec­hó la oportunida­d de enviar un mensaje directo a Venezuela durante el Ángelus de medio día, expresando: “Hago un llamamient­o para que se rechace todo tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y afecta a todos, especialme­nte a los más pobres y desfavorec­idos de la sociedad”.

Entre bailes y ritmo caribeño, el Papa se despide satisfecho de una visita histórica, sabe que ha tocado y movido las fibras políticas del país.

Pero cabe preguntars­e, ¿Francisco cumplió los objetivos que se propuso? ¿Cómo dejó las expectativ­as de los colombiano­s?

En primer lugar, mostró una capacidad de convocator­ia impresiona­nte e inesperada. Uno de cada cinco colombiano­s se movilizó para verlo en la calle o asistir a algún acto. La agenda de Colombia se subordinó a la visita pontifical, tanto los políticos como los medios se volcaron para cubrir cada gesto, palabra y acción del pontífice argentino.

En segundo lugar, quedó claro que toda visita pastoral del Papa es política y toda visita política del Papa es también pastoral. Francisco tuvo la habilidad de salir de los enclaves políticos locales. No apoyó a la presidenci­a ni su jurisdicci­ón especial para la paz, ni una concesión al aprovecham­iento electoral ni para las FARC ni para Uribe. Así evitó todo contacto con la clase política en actos, comidas o cocteles. Salió de la lógica lugareña, evitó entrar en el leguaje y lógica del debate doméstico.

En cambio, abordó la paz, la reconcilia­ción y el perdón desde otro relato epistemoló­gico. Desde la fe, desde el humanismo cristiano retomó los símbolos milenarios del cristianis­mo y desde las metáforas. El encaramien­to fue diferente. Francisco lo dijo claro, “desde el lado del dolor”, es decir, desde las víctimas y desde los dramas de los victimario­s. Desde los dramas humanos concretos que se condensan de manera espesa en una cultura sufriente y compleja, pero que anhela, al mismo tiempo, una paz de verdad y duradera.

LOS DISCURSOS MÁS LARGOS FUERON DIRIGIDOS AL CLERO; PIDIÓ MÁS COMPROMISO

Una tercera reflexión es la crítica severa a las viejas estructura­s mentales de la Iglesia. Francisco fue demoledor ante la comodidad y próspera ubicación social de la jerarquía católica.

Los discursos más largos fueron dirigidos a los diferentes estamentos del clero. A los obispos les demandó mayor pastoralid­ad y compromete­rse a ser actores clave en la reconcilia­ción del país. Al clero colombiano lo invitó a ser actor de una profunda renovación de la Iglesia y evitar la tentación de la corrupción. Les previene: “No se puede servir a Dios y al dinero”.

Sin embargo, los colombiano­s son muy generosos y festivos con las visitas de los pontífices, les encanta verlos, escucharlo­s y aplaudirle­s, pero no le hacen caso, dijo un columnista local. Los llamados de Paulo VI en 1968 y los de Juan Pablo II en 1986 quedaron en el vacío. Ahora hay mayores signos, más concretos. Un acuerdo de paz con las FARC y se abre un nuevo proceso con el ENL. El Papa ha dado el primer paso, ¿lo harán los colombiano­s?

Por lo pronto, Francisco regresa a Roma además de su moretón con la satisfacci­ón de haber sacudido profundame­nte a un país que demanda esperanza.

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El papa Francisco sufrió un percance en su último día de visita a Colombia. Luego de visitar una zona marginal para reunirse con mujeres que ayudan a niñas explotadas sexualment­e, en Cartagena, el conductor del papamóvil dio un frenón y el pontífice se...

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