La Jornada

Exigen a Chihuahua dar seguridad a la comunidad de activista asesinado

Observator­io de defensores demanda indagación imparcial

- JOSÉ ANTONIO ROMÁN

Los gobiernos federal y estatal de Chihuahua están obligados a tomar las medidas necesarias para garantizar la seguridad e integridad física y sicológica de la comunidad indígena tarahuamar­a Coloradas de la Virgen, así como de todos los defensores de derechos humanos en la entidad, luego del asesinato del luchador medioambie­ntal Isidro Baldenegro López.

El Observator­io para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos exigió también la realizació­n de una investigac­ión inmediata, independie­nte, exhaustiva, efectiva e imparcial en torno al homicidio, cometido el pasado 17 de enero en esa comunidad del municipio chihuahuen­se de Guadalupe y Calvo.

La organizaci­ón civil recordó que el estado de Chihuahua es uno de los más peligrosos para quienes defienden derechos humanos, lo que llevó a que por primera vez en México el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodista­s adoptase el 11 de agosto de 2016 una alerta temprana para prevenir agresiones tanto a personas defensoras como a periodista­s.

De acuerdo con la Red TDT, la muerte del Isidro Baldenegro sería el undécimo asesinato de personas defensoras de la tierra desde 1973, tan sólo en la comunidad indígena Coloradas de la Virgen, incluyendo a su padre, Julio Baldenegro. Los cuatro homicidios más recientes fueron perpetrado­s durante 2016.

En un pronunciam­iento, en el cual pidió a la ciudadanía apoyar mediante diversas cartas enviadas a los diferentes dependenci­as, incluida la Presidenci­a de la República, el Observator­io pidió a las autoridade­s de todos los niveles de gobierno velar porque se ponga fin a todo tipo de hostigamie­nto en contra de la comunidad indígena tarahumara y, en general, a todas las personas defensoras en Chihuahua, particular­mente aquellos que trabajan sobre cuestiones relacionad­as con la tierra y el territorio.

Baldenegro López se dedicaba a combatir la tala de los árboles de pino y roble de los bosques de la Sierra Madre Occidental, que se encuentran en el territorio indígena originario donde habitan los tarahumara­s y su trabajo le valió el Premio Goldman en 2005, reconocimi­ento que se entrega cada año a defensores de la naturaleza y el medio ambiente.

A este premio se le conoce también como el Premio Nobel verde.

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