El proyecto de muerte digna en la CDMX
y sicológico, parece intolerable porque hay una degradación de la dignidad de la persona ¿Vivimos en una época en que sufrimiento, larga agonía y muerte son un mal absoluto? Cuando la modernidad nos insinúa una vida de felicidad, placer, belleza y vitalidad ¿La muerte y la forma de morir es una derrota, una claudicación? Hay nuevos dilemas culturales y jurídicos. ¿La vejez en sí misma no sólo el dolor físico son síntomas de la muerte en la modernidad? Los ancianos y los enfermos en general están en aislamiento social, bajo sentimientos de inutilidad, depresión y, más allá de estos factores, la desesperación y la pérdida del sentido ¿De qué sirve vivir así, es sólo esperar la muerte?
Por ello los legisladores de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México han dado un paso importante sobre el tema, al aprobar el artículo 11 de la futura constitución política que da luz verde al derecho a una “muerte digna”, no lo dice explícitamente pero deberá ajustarse a una de las figuras de la eutanasia. La iniciativa fue presentada por Jesús Ortega, del PRD. Versa así: “Toda persona tiene derecho a la autodeterminación y al libre desarrollo de una personalidad. Este derecho humano fundamental deberá posibilitar que todas las personas puedan ejercer plenamente sus capacidades para vivir con dignidad. La vida digna contiene implícitamente el derecho a una muerte digna”. Fue aprobada 56 votos a favor; hubo 27 en contra y una abstención.
Aunque la iniciativa constitucional no proporciona ninguna definición de muerte digna, se entiende como