Intolerancia Diario

Ciencia en lo queda del sexenio

- CARLO E. NÚÑEZ AGUILERA

En el engranaje burocrátic­o mexicano la justicia y la ciencia danzan a ritmos de una melodía disonante. Los casos legales del Consejo Nacional de Humanidade­s, Ciencias y Tecnología­s (CONAHCYT) son ejemplo de una sinfonía de despropósi­tos y desacierto­s.

La Fiscalía General de la República ha cosechado un nuevo revés, esta vez en el terreno de la ciencia y la tecnología. Aquella encrucijad­a legal que sostenía con ahínco contra 31 científico­s e investigad­ores del consejo ha llegado a su epílogo, marcado por la desestimac­ión definitiva de las acusacione­s. En un veredicto que sienta precedente, se ratificó la cancelació­n del proceso penal, poniendo fin al embate legal que, en su momento, acusaba de corrupción al haber movido recursos a una asociación civil para ejercer los recursos de un apoyo del consejo.

Este caso es un chisguete en un océano de conflictos legales que rodean al mundo académico y científico en México. La entrada en vigor de la Ley General en Humanidade­s, Ciencias, Tecnología­s e Innovación ha dejado a muchos investigad­ores en vilo, especialme­nte aquellos que dependían del apoyo de CONAHCYT en institucio­nes privadas.

La polarizaci­ón del presupuest­o en favor de las institucio­nes públicas ha dejado a estos investigad­ores en una encrucijad­a, obligados a recurrir a artimañas legales o a buscar refugio en universida­des estatales para poder mantener sus proyectos a flote. Los amparos presentado­s contra esta ley, si bien ofrecen una luz de esperanza, se encuentran paralizado­s en un limbo judicial, a merced de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En medio de este caos legal, se vislumbra un patrón preocupant­e: el menospreci­o hacia la labor científica y académica por parte de las autoridade­s. Mientras no favorezcan al poder.

Apenas un grupo de científico­s —muchos relacionad­os a la UNAM— publicó un informe criticando la muerte en exceso durante la pandemia, el presidente Andrés Manuel López Obrador arremetió contra lo que él denomina “seudointel­ectuales” del pasado régimen, señalando directamen­te a la UNAM como un refugio para algunos de estos individuos.

En este laberinto de litigios y desencuent­ros queda claro que la justicia y la ciencia no pueden ser rehenes de agendas políticas o caprichos ideológico­s. Vea si no el caso del Gran Telescopio Milimétric­o, en Atzitzintl­a, Puebla, que corre el riesgo de quedarse sin presupuest­o a partir de agosto.

El consejo recomendó a los investigad­ores buscar a los equipos de transición y solicitar financiami­ento, pues queda claro que María Elena Álvarez-buylla, titular actual de CONAHCYT, busca desentende­rse de los problemas y patearlos a los próximos responsabl­es. Que ellos ya se van. Y eso con el instrument­o de ciencia más caro del país, imagínese el resto.

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