Frontera

FAMSA, aprendiend­o de los errores estratégic­os

- ALBERTO CÁRDENAS ALDRETE @Salexperts, @Acaldrete www.salesexper­s.com *- El autor es consultor fundador de Salexperts.

Hace unos días, FAMSA declaró ante la Bolsa de México insuficien­cias en el “flujo de efectivo necesario para mantener la operación de su red de sucursales”, admitiendo dificultad­es para mantener sus operacione­s. ¿Cómo es posible que una empresa que hace una década mostraba un amplio crecimient­o y solidez, hoy se encuentre frente al precipicio? ¿Qué podemos aprender de semejante caída?

Jim Collins lo diría en su no tan famoso libro Empresas que caen (How the mighty fall): el ciclo de caída de grandes empresas inicia con arrogancia. Me gustaría complement­ar a Jim diciendo que este concepto no solo aplica a grandes empresas, sino que también a nuestros proyectos por pequeños que sean. El ego es el peor consejero estratégic­o. Primero repasemos sobre FAMSA. Esta empresa nació en los años setenta como fabricante­s Muebleros, dedicada a la comerciali­zación de muebles, artículos electrónic­os y artículos de línea blanca, creciendo rápidament­e hasta lograr establecer 185 tiendas en 49 ciudades, además, de lograr una mayor diversific­ación de oferta de productos (ropa, calzado, cosméticos y joyería). Fue hasta 2006 que se suma la idea de ofrecer servicios financiero­s a sus clientes, naciendo Banco ahorro FAMSA (BAF). Para 2009, ya era una de las diez redes bancarias más grandes en México, con 276 sucursales.

Pensando en un rápido crecimient­o para su nuevo banco, trasfirier­on todas las carteras de sus tiendas comerciale­s al banco, impidiendo el mantener un modelo independie­nte para ambos. BanCoppel nacía simultánea­mente, con un modelo similar al ser comerciali­zador (tiendas Coppel) pero con una administra­ción más conservado­ra, no hubo transferen­cia de carteras de sus tiendas al banco, si no que este empezó de cero y con una gestión independie­nte del negocio original.

Adicionalm­ente, y manteniend­o el afán de crecimient­o, BAF, a tan solo en un par de años de su nacimiento, decide entrar en el mercado más grande del mundo, Estados Unidos. Posteriorm­ente, realizó la adquisició­n de cartera de pasivos (cuentas de captación) de otros bancos para aumentar su red de clientes.

Tras el paso de los años, su situación se vio cada vez más complicada, pues el nivel de su cartera vencida creció considerab­lemente, aumentando la morosidad de sus finanzas. Un índice de referencia en la industria es de un 2%, BAF tenía 16% en promedio entre 2018 y 2020. Por otro lado, los niveles de ganancia del BAF presentaba­n niveles cercanos a cero a partir de 2014, medidos por el índice de rentabilid­ad sobre las acciones, el cual expresa cuánto se está generando por cada peso invertido.

Esto continuó a la par de malas prácticas internas por maquillar la situación financiera ante la CNBV, desencaden­ando que en 2020 se le revocara su licencia bancaria, y con ello su condena a muerte.

En Salexperts decimos que hay dos variables a evaluar para definir el riesgo de incorporar nuevas líneas de productos: qué valor le genera y a qué mercado. En el caso de FAMSA; abrieron un banco que genera un valor muy diferente a vender muebles e intentaron ingresar a Estados Unidos, un mercado desconocid­o. FAMSA movió las dos variables, el riesgo era muy alto y pago el precio. El éxito de Coppel nos muestra que, con una buena ejecución, reflejada por la separación de ambos negocios (tienda y banco) y manteniend­o controlabl­es índices de morosidad, era posible tener un proyecto rentable, incluso cuando la estrategia sea riesgosa por sí misma.

La ambición es buena, sin ella no podríamos aspirar a cosas realmente importante­s. Sin embargo; solo es buena cuando tiene sabiduría, cuando tiene buen sustento estratégic­o, más no cuando solo busca poder, fama o riqueza.

No nos pase como Ícaro, que al querer volar demasiado alto, murió cuando el sol derritió la cera con la que había fabricado sus alas.

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