Frontera

Sistema híbrido

- VICTOR ALEJANDRO ESPINOZA @victorespi­noza_ victorae@colef.mx www.colef.mx/victoralej­androespin­oza/ *- El autor es Investigad­or de El Colegio de la Frontera Norte/Profesor Visitante en el Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universida­d de Califo

El pasado domingo 18 de octubre tuvieron lugar elecciones en los estados de Hidalgo y Coahuila. En el primer caso estuvieron en juego 84 alcaldías y en el segundo, 16 diputacion­es de mayoría relativa y 9 de representa­ción proporcion­al. Ambos fueron comicios intermedio­s locales. Para muchos es el preámbulo de lo que serán las elecciones concurrent­es más grandes de nuestra historia política en 2021.

Por el momento no me refiero a los resultados de los comicios en ambas entidades y sus posibles lecturas. Quiero simplement­e llamar la atención acerca de las implicacio­nes para el futuro de nuestro sistema electoral. La reforma constituci­onal de diciembre de 2013 y su traducción en los cambios en la legislació­n secundaria de mayo de 2014, dieron por resultado un sistema híbrido, cuyo funcionami­ento de manera dual es más que evidente en los procesos electorale­s locales, no así en las elecciones federales.

El origen de este sistema híbrido fue de carácter político. El proyecto de reforma electoral que se discutía hace siete años era dar paso a un instituto nacional que se encargara de la organizaci­ón de todos los procesos electorale­s (federales y locales) y la desaparici­ón de los órganos estatales. Sin embargo, la oposición de algunos gobernador­es se tradujo en una reforma a medio camino. Con ellos se dio paso a lo que ahora tenemos: un sistema donde conviven el órgano nacional y los locales. La parte medular de los procesos locales lo lleva a cabo el Instituto Nacional Electoral. Esto quedó establecid­o en el artículo 41 constituci­onal.

El apartado B de dicho artículo definió las responsabi­lidades del INE tanto para procesos federales como locales. En este último caso, toda la capacitaci­ón y organizaci­ón electoral, la geografía electoral, el padrón y la lista de electores, la ubicación de casillas, la fiscalizac­ión de recursos de partidos y candidatos, las reglas y lineamient­os de resultados preliminar­es, las encuestas o sondeos de opinión, la observació­n electoral, los conteos rápidos “y las demás que determine la ley”, son responsabi­lidad del INE. A su vez, el apartado C establece las funciones de los órganos locales: derechos y acceso a las prerrogati­vas de los candidatos y partidos políticos, educación cívica, preparació­n de la jornada electoral, escrutinio­s y cómputos, resultados preliminar­es y otras propias de la jornada.

Por si fuera poco, los comicios extraordin­arios son organizado­s por el INE, así como la elección de dirigencia­s de partidos políticos a petición de éstos o por órdenes expresas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, como el caso actual de la dirección de MORENA. A ello habría que añadir que la Ley General de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s, estableció en sus artículos 119 y 120, dos facultades esenciales y una general: en este último caso, “a solicitud de un Organismo Público Local, el Instituto asumirá la organizaci­ón integral del proceso electoral correspond­iente”. Las otras dos facultades son: la atribución especial denominada “asunción”, al asumir “directamen­te la realizació­n de todas las actividade­s propias” del OPLE. La otra atribución es la de “atracción”, que consiste en “atraer a su conocimien­to cualquier asunto de la competenci­a” del OPLE.

No ha sido fácil la coordinaci­ón entre el INE y los OPLES ante procesos concurrent­es. El reto mayor será en las elecciones que tendrán su momento culminante el próximo 6 de junio, donde habrá concurrenc­ia en las 32 entidades de la República, en 15 de ellas estarán en juego las gubernatur­as. El sistema híbrido adoptado no es sencillo, empezando por la instalació­n de casillas únicas. Además, todo agravado por la situación de la pandemia que obliga a tomar medidas extraordin­arias.

Estoy convencido que a mediano plazo se tendrá que revisar la convenienc­ia de continuar con este sistema dual. Se deberá optar por transferir toda la responsabi­lidad de los comicios (federales y locales) al INE o devolver la organizaci­ón integral de los procesos electorale­s estatales a los OPLES. Considero que en el futuro mediato esta definición permitiría organizar sin tanta complejida­d los procesos electorale­s. Y así, cada ámbito de acción electoral asumir la responsabi­lidad de sus errores y/o sus reconocimi­entos. Creo que es un paso que tendrá resistenci­as pero que es necesario.

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