El Universal

Ola migratoria desborda un campamento en Vallejo

Vecinos de las zonas aledañas esperan que reubiquen a los migrantes, pues afectan a escuelas primarias de las cercanías y han colapsado el drenaje, denuncian

- ALBERTO GONZÁLEZ —nacion@eluniversa­l.com.mx

El fenómeno migratorio sin precedente por el que atraviesa la Ciudad de México saturó el campamento de la colonia Vallejo y lo extendió a las aceras de calles contiguas que en casas de campaña albergan a decenas de los nuevos miembros que se integran a la comunidad en esa zona de la alcaldía Gustavo A. Madero; su presencia ya afecta a vecinos y estudiante­s de las escuelas primarias aledañas.

A unos metros de ellos, en la Primaria La Prensa, autoridade­s escolares externaron que dicha sobrepobla­ción repercutió en su alumnado, pues los migrantes, al usar las coladeras que colindan con el centro educativo, terminaron por provocar el colapso del drenaje.

“La problemáti­ca social que estamos viviendo sobre lo que es la migración, a mi me está impactando en las enfermedad­es, he tenido niños con tifoidea, escarlatin­a y sarampión. Mi escuela está atrás de los migrantes, entonces todos los orines y las heces fecales están contaminan­do el ambiente. La calle no es albergue”, recalcó Verónica Cortés, directora de la Escuela Primaria La Prensa.

Patricia Pérez, madre de una pequeña alumna de ese plantel, narró que “por las tardes hay un olor insoportab­le de las heces de los migrantes que están a un lado. Están ocupando el parque que era el punto de reunión externo de los niños de la primaria y de la comunidad estudianti­l de por aquí, entonces, en caso de un siniestro, los niños no tienen en donde salvaguard­ar su integridad (…) usan como letrina las banquetas y las coladeras aledañas, eso perjudica a la población escolar”, expresó.

Decenas de casas de campaña improvisad­as sobre las orillas de la calle Clave lucen llenas, con cientos de personas en movilidad que extendiero­n el campamento que desde hace casi un año fue creciendo gradualmen­te.

Cada pequeña choza de madera y de lonas de plástico tiene una hoguera improvisad­a a unos pasos de su entrada, en donde, al aire libre, los migrantes preparan guisos con evidente falta de limpieza en las veredas de las vías entre y sobre el balastro; en algunas partes se amontona la basura, restos de comida que se pudren bajo el sol, moscas y una extensa serie de trastes, juguetes y muebles viejos.

En la plazuela ubicada entre las calles Caruso y Florencio Constantin­o, lugar en donde los vecinos jugaban a la pelota, paseaban por las jardineras y era visible un pequeño quiosco, la tarde del 11 de junio no tenía cabida para siquiera un alfiler.

“Yo no tengo nada en contra de ellos, pobre gente, viene a sufrir, pero a mi ver, ahorita estamos sufriendo más con ellos porque sí vinieron a quitarnos tranquilid­ad, me gustaría que los reubiquen”, comentó el señor Alejandro Ibáñez, vecino desde hace más de 30 años.

Algunos miembros de la comuna compartían alimentos cerca de tubos de PVC de media pulgada que les sirven de drenaje provisiona­l, el cual desagua en la calle, lo que provoca que al calor del mediodía el hedor moleste a los colonos.

Los extranjero­s, en su mayoría de nacionalid­ad venezolana, parte del 51% de la población que salió de su país por la insegurida­d y pobreza, según el Alto Comisionad­o de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), llevan a cabo diversas actividade­s para hacer menos pesada su estadía en la capital mexicana y para generar el dinero que les permita desplazars­e a la frontera norte, cuando les llegue al fin la cita de su solicitud de asilo en territorio de la Unión Americana.

Vecinos y autoridade­s escolares esperan que, como sucedió con los extranjero­s que ocupaban la Plaza

Giordano Bruno en la alcaldía Cuauhtémoc, las autoridade­s de Migración procedan a reubicar el caserío que ya se extendió hasta la calzada de los Misterios.

Entre tanto, personal de la Subdirecci­ón de Migrantes de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la Ciudad de México, que recorre el perímetro, comentó que a ese lugar, formado por unas 400 casas, no han llegado personas que fueron retiradas de la colonia Juárez.

Enfatizaro­n que en la capital, la movilidad humana es el ejercicio del derecho de toda persona a migrar, lo que incluye las transforma­ciones positivas que disminuyan las desigualda­des, inquietude­s y discrimina­ción; por lo tanto, no se identifica­rá ni se reconocerá a ningún ser humano como ilegal por su situación migratoria. •

VERÓNICA CORTÉS Directora de la Primaria La Prensa “Mi escuela está atrás de los migrantes, entonces todos los orines y las heces fecales están contaminan­do el ambiente. La calle no es albergue”

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Los migrantes ocupan decenas de casas improvisad­as sobre las orillas de las vías de la calle Clave y al no dar abasto extendiero­n el campamento.
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Algunos miembros de la comuna colocaron drenajes provisiona­les que desaguan en la calle, lo que provoca hedor.

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