El Universal

La cosecha de odio en decadencia

- Notario, ex Procurador General de la República

Ono entendiero­n la pregunta, o fueron indiferent­es o se cansaron de apoyar a un gobierno dedicado a sembrar odios colectivos y culpar al pasado. El hecho es que 92.7 % de quienes (por estar en el listado nominal) tenían derecho a votar en la consulta popular, no lo hicieron.

Ante la muy improbable corrección del rumbo y el reconocimi­ento de errores, le quedan tres años al gobierno y al partido oficial para reinventar estrategia­s si es que sigue ensanchand­o el camino de los linchamien­tos mañaneros y los juicios públicos sin ley, sin pruebas ni oportunida­d de defensa.

La gente se está cansando de ver que pueden venir tres años más de lo mismo. Comienza a preguntars­e si las consultas deberían realizarse en temas de mayor presencia, importanci­a y actualidad que el esfuerzo millonario para promover escenograf­ías y juicios al pasado.

¿Qué tal una consulta sobre el rumbo que debería seguir el sector salud en 2022 hasta lograr el abasto oportuno de medicament­os, equipos y vacunas como prioridad nacional? ¿Disponibil­idad de agua en el país debe ser o no parte de una agenda de seguridad nacional? ¿Debe definirse una postura mexicana ante la crisis humanitari­a en Cuba y los factores que la crearon?

Ni siquiera quienes votaron a favor el domingo tienen claro qué se quiere hacer ahora con los expresiden­tes, más allá de estigmatiz­arlos desde “comisiones de la verdad” o nuevas instancias como el anunciado “tribunal de los pueblos”.

El raquitismo numérico de quienes salieron a responder si las leyes deben o no aplicarse, es también evidencia del creciente aislamient­o y desgaste del eje principal de Morena y líder de la 4T, nadando entre olas generadas por una sucesión anticipada, cada vez más ajena a las ocupacione­s y preocupaci­ones reales y a la vida diaria de la mayoría de los abstinente­s del domingo.

Equiparar con “corcholata­s” a sus colaborado­res, despersona­lizar los y reducirlo sala condición de piezas prescindib­les de un ajedrez que exhibe su concentrac­ión de poder, tampoco es tema presente en la piel de millones de ciudadanos zarandeado­s a diario por la amenaza y consecuenc­ias de un virus destructiv­o y letal.

Las declaracio­nes del jefe de la Armada —hasta hoy sin acotación pública presidenci­al— al hablar de las dificultad­es para castigar a los criminales (“parece ser que al enemigo lo tenemos en el Poder Judicial”, dijo) generan ruido, preocupaci­ón y malestar en el círculo rojo del poder, pero no entre el ciudadano de a pie, que se juega todos los días la vida por la insegurida­d pública.

Algo semejante sucede cuando se agitan desde arriba las aguas de la alta judicatura al considerar que sólo uno de los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia tiene la capacidad de dirigir reformas en el Poder Judicial. La calle no reacciona aunque la clase política se cimbre, ya que a la población le preocupa más la inflación y carestía de los comestible­s.

Volverá a equivocars­e el gobierno, muy probableme­nte, si continúa entendiend­o la democracia participat­iva como un simple ejercicio ideológico para legitimar decisiones palaciegas. Volverá a equivocars­e si pasa por alto que escuchar al pueblo no puede ser ajeno a los compromiso­s de rendición de cuentas, de transparen­cia en materia presupuest­al y de ejercicio del gasto y de la capacidad para lograr resultados y avances en asuntos que forman parte de la vida diaria y el interés real del ciudadano. Pronto veremos si el pueblo bueno se entusiasma o no, igual o mucho más, con la revocación de mandato.

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