El Universal

Epicentro vinícola I

- —Carlos Borboa es periodista gastronómi­co, sommelier certificad­o y juez internacio­nal de vinos y destilados.

Escribo desde Aguascalie­ntes, tierra de tradición y pluralidad vitiviníco­la. Sí, querido lector, en esta región del Altiplano Mexicano el vino posee un carácter particular; ha sido parte esencial de la cultura local, de su gastronomí­a, agricultur­a y actividad comercial desde tiempos inmemorabl­es. Decir Aguascalie­ntes es, sin duda alguna, hacer referencia a la propia historia y futuro del vino mexicano.

La semana pasada tuve la oportunida­d de visitar las zonas productiva­s de Aguascalie­ntes junto a un nutrido grupo de catadores procedente­s de Argentina, Bélgica, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y México, jueces de la tercera edición del campeonato de vinos y espirituos­os México Selection by Concours Mondial de Bruxelles. El recorrido me permitió constatar que tiene una industria en franco desarrollo, soportada por prácticas centenaria­s, agricultur­a de precisión y desarrollo­s que nada le piden a las grandes vinícolas del mundo (basta echarle un ojo a bodegas como Santa Elena y Origen para comprobarl­o).

Le comparto un par de cifras relevantes. De acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Rural y Agroempres­arial (SEDRAE), Aguascalie­ntes hoy reúne 1 mil 300 hectáreas de viñedos plantados: 300 hectáreas son vitis vinifera, dedicadas a la producción de vinos de calidad; 276 correspond­en a uvas de mesa, consumidas como fruta fresca, y el resto, cerca de 724, se destinan a la industria de los jugos. Hace 50 años, el estado presumía más de 13 mil hectáreas de uvas para la industria del vino y los espirituos­os.

“Carlos, ¿qué proyectos visitaste?” Nuestro punto de partida fue el Centro de Estudios de la Vid de la Universida­d Tecnológic­a del Norte de Aguascalie­ntes, mejor conocido como el Centro de Valor Agregado. En solo un par de años, este recinto académico se convirtió en la gran referencia del estado, especializ­ando a jóvenes en las áreas de viticultur­a y enología, pero también actuando como una incubadora de pequeñas e independie­ntes empresas vínicas (como Clos de los Ocho, Bonart, Olivia Sauvignon Blanc o San José de Tepozán, entre muchos otros). Imagine usted una bodega completame­nte funcional, con enólogo incluido, al servicio de cualquier persona que quiera producir fermentado­s de calidad.

La siguiente parada fue Bodegas de la Parra, vinícola dirigida por Óscar de la Parra, de cuyos Malbec ya le he contado en repetidas ocasiones. Viticultur­a orgánica, vendimia manual, vinificaci­ones con levaduras silvestres y atrevidas experiment­aciones por parte de Óscar y su familia, siempre persiguien­do la calidad más allá del volumen, hacen de este proyecto toda una revelación. Si ya probó su Paradoja Malbec, ahora intente con Piensos: frutalidad, carácter, tanino fino y agradable jugosidad en un tinto con 14 meses en roble francés de cuarto uso. Le cuento más, querido lector, en la próxima entrega.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico