El Universal

El dilema legislativ­o ante el posible impeachmen­t

- Por Raquel Saed Profesora de la Universida­d Iberoameri­cana

Durante su campaña electoral de 2016, Donald Trump declaró en tono desafiante que podría salir a la Quinta Avenida de Nueva York, dispararle a alguien y que nada le pasaría. Así, Trump ha desafiado reglas, normas e incluso la ley y, hasta ahora, parece que se puede salir con la suya.

Sabemos que no solamente durante su campaña presidenci­al, sino durante su administra­ción, ha elaborado teorías de conspiraci­ón que para sus seguidores representa­n la realidad, a pesar de poderse comprobar claramente que se trata de construcci­ones discursiva­s.

Incluso, durante el proceso de investigac­ión sobre la injerencia de Rusia en las elecciones, Trump traía a la discusión el tema para poder condenar a sus opositores políticos y a los medios de comunicaci­ón. Recordemos que ese proceso requirió de un investigad­or especial y de casi dos años de indagacion­es. El resultado fue que no hubo evidencias suficiente­s que implicaran a personal de la campaña de Trump con oficiales del gobierno de Rusia, pero que el resultado definitivo es que sí hubo injerencia.

A pesar de ello, varios de los legislador­es demócratas, que ahora tienen mayoría en la Cámara, han seguido insistiend­o en que se debería abrir un proceso de indagación que podría llevar a la destitució­n. Sin embargo, en el sistema en que operan los legislador­es, requieren del consentimi­ento de la líder de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, porque es ella la que aprueba que se lleve a votar al pleno.

A partir de este año, los demócratas tienen mayoría en la Cámara de Representa­ntes. Bajo estas circunstan­cias y con esta ventaja es que algunos demócratas insistían en el proceso de destitució­n.

Pero la situación ha cambiado. Un oficial de inteligenc­ia ha presentado una denuncia, llamada en inglés whistleblo­wer complaint, para atraer la atención sobre una llamada telefónica donde el presidente estaría rompiendo la ley e incluso podría considerar­se controvers­ia constituci­onal. En la llamada, para felicitar al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, por su toma de posesión, Trump le insistió en que investigar­a al hijo de Joe Biden, quien había sido parte del consejo de la empresa de gas de ese país.

La intención era afectar la campaña política de Biden, quien hasta ahora es el puntero en las elecciones primarias del Partido Demócrata. Obviamente esa medida era para beneficiar a Trump en su camino a la reelección. Esta acción se traduce en una intención de involucrar al líder de otro país para que tenga injerencia en las próximas elecciones norteameri­canas.

Pero incluso, más significat­iva, es la preocupaci­ón de los legislador­es de que Trump pudiera estar condiciona­ndo una ayuda militar y económica a Ucrania, la cual ya estaba aprobada y comprometi­da. Al parecer, en la transcripc­ión de la llamada, no se puede comprobar ese condiciona­miento; sin embargo, sí se puede observar la insistenci­a y presión para que el presidente ucraniano acceda a hacer las investigac­iones y para que se comunique con el abogado privado de Trump, Rudy Giulani. Lo que sí se sabe es que Giuliani sí se reunió con oficiales del gobierno de Ucrania en Madrid.

Si observamos con cuidado, se trata de fondos del gobierno estadounid­ense, que fueron aprobados y designados por el Congreso estadounid­ense, para apoyar a Ucrania, que está en guerra con Rusia. Muy probableme­nte Trump consideró que podría persuadir al presidente Zelensky de que realizara la investigac­ión, con el condiciona­miento para el envío de los recursos. Es decir, utilizar recursos asignados por el gobierno de Estados Unidos para su beneficio personal.

Pero el factor adicional, y tal vez decisivo en este asunto, es que cuando le preguntaro­n a Trump los diferentes medios de comunicaci­ón si había presionado al presidente de Ucrania para que investigar­a a Biden, primero respondió que no, que eran inventos de los medios, para después decir que, si lo había hecho, que era su asunto. Es decir, estaba disparando en la Quinta Avenida.

Este hecho cambió el escenario para iniciar el proceso de indagación que puede llevar a la destitució­n. Aquellos legislador­es demócratas que estaban presionand­o para la destitució­n, están recibiendo este regalo del propio Trump y en forma expedita. El proceso puede iniciar en cuanto se obtenga la mayoría de apoyo en la Cámara Baja [anoche la habría obtenido].

Así, el Congreso tendrá acceso a informació­n clasificad­a y a recursos que de otra forma no tendría, lo mismo que a realizar audiencias especiales y acumular evidencias.

Habría que aclarar que la destitució­n no lleva necesariam­ente a remover del puesto al presidente. Solamente en dos ocasiones, los casos de Andrew Johnson y de Bill Clinton, se ha recurrido a la destitució­n y en ninguna de las dos se les apartó del puesto. Esto se debe a que, aunque es la Cámara de Representa­ntes la que tiene la facultad de destituir, para la remoción debe aprobarse también por dos tercios del Senado.

La conformaci­ón del Congreso actual indica que, aunque se le destituyer­a, las posibilida­des de remover a Trump de la presidenci­a son casi nulas. El Senado tiene mayoría republican­a y muchos de ellos se han declarado incondicio­nales a Trump. Muy probableme­nte la apuesta de los demócratas para la destitució­n es exponer las formas en que Trump maneja a los legislador­es y su sistemátic­o desafío a la ley.

Por el otro lado, la resistenci­a de Pelosi para comenzar el proceso de destitució­n se debía a que varios de los demócratas pertenecen a distritos con preferenci­as republican­as. La considerac­ión es que, si se les empujara a apoyar la moción de destitució­n, podrían poner en riesgo su escaño y se podría poner en peligro la mayoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes.

Este es el dilema que tienen los legislador­es: ¿será que los republican­os seguirán apoyando a Trump, a pesar de sus desafíos legales?, ¿será que los demócratas arriesgará­n la mayoría lograda para hacer cumplir la ley? La esperanza es que esta vez al disparar en la Quinta Avenida se aplique la ley.

¿Será que los republican­os seguirán apoyando a Trump, a pesar de sus desafíos legales?, ¿será que los demócratas arriesgará­n la mayoría?

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El líder de la mayoría del Senado, el republican­o Mitch McConnell (centro), ayer en el Capitolio en Washington.

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