El dilema legislativo ante el posible impeachment
Durante su campaña electoral de 2016, Donald Trump declaró en tono desafiante que podría salir a la Quinta Avenida de Nueva York, dispararle a alguien y que nada le pasaría. Así, Trump ha desafiado reglas, normas e incluso la ley y, hasta ahora, parece que se puede salir con la suya.
Sabemos que no solamente durante su campaña presidencial, sino durante su administración, ha elaborado teorías de conspiración que para sus seguidores representan la realidad, a pesar de poderse comprobar claramente que se trata de construcciones discursivas.
Incluso, durante el proceso de investigación sobre la injerencia de Rusia en las elecciones, Trump traía a la discusión el tema para poder condenar a sus opositores políticos y a los medios de comunicación. Recordemos que ese proceso requirió de un investigador especial y de casi dos años de indagaciones. El resultado fue que no hubo evidencias suficientes que implicaran a personal de la campaña de Trump con oficiales del gobierno de Rusia, pero que el resultado definitivo es que sí hubo injerencia.
A pesar de ello, varios de los legisladores demócratas, que ahora tienen mayoría en la Cámara, han seguido insistiendo en que se debería abrir un proceso de indagación que podría llevar a la destitución. Sin embargo, en el sistema en que operan los legisladores, requieren del consentimiento de la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, porque es ella la que aprueba que se lleve a votar al pleno.
A partir de este año, los demócratas tienen mayoría en la Cámara de Representantes. Bajo estas circunstancias y con esta ventaja es que algunos demócratas insistían en el proceso de destitución.
Pero la situación ha cambiado. Un oficial de inteligencia ha presentado una denuncia, llamada en inglés whistleblower complaint, para atraer la atención sobre una llamada telefónica donde el presidente estaría rompiendo la ley e incluso podría considerarse controversia constitucional. En la llamada, para felicitar al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, por su toma de posesión, Trump le insistió en que investigara al hijo de Joe Biden, quien había sido parte del consejo de la empresa de gas de ese país.
La intención era afectar la campaña política de Biden, quien hasta ahora es el puntero en las elecciones primarias del Partido Demócrata. Obviamente esa medida era para beneficiar a Trump en su camino a la reelección. Esta acción se traduce en una intención de involucrar al líder de otro país para que tenga injerencia en las próximas elecciones norteamericanas.
Pero incluso, más significativa, es la preocupación de los legisladores de que Trump pudiera estar condicionando una ayuda militar y económica a Ucrania, la cual ya estaba aprobada y comprometida. Al parecer, en la transcripción de la llamada, no se puede comprobar ese condicionamiento; sin embargo, sí se puede observar la insistencia y presión para que el presidente ucraniano acceda a hacer las investigaciones y para que se comunique con el abogado privado de Trump, Rudy Giulani. Lo que sí se sabe es que Giuliani sí se reunió con oficiales del gobierno de Ucrania en Madrid.
Si observamos con cuidado, se trata de fondos del gobierno estadounidense, que fueron aprobados y designados por el Congreso estadounidense, para apoyar a Ucrania, que está en guerra con Rusia. Muy probablemente Trump consideró que podría persuadir al presidente Zelensky de que realizara la investigación, con el condicionamiento para el envío de los recursos. Es decir, utilizar recursos asignados por el gobierno de Estados Unidos para su beneficio personal.
Pero el factor adicional, y tal vez decisivo en este asunto, es que cuando le preguntaron a Trump los diferentes medios de comunicación si había presionado al presidente de Ucrania para que investigara a Biden, primero respondió que no, que eran inventos de los medios, para después decir que, si lo había hecho, que era su asunto. Es decir, estaba disparando en la Quinta Avenida.
Este hecho cambió el escenario para iniciar el proceso de indagación que puede llevar a la destitución. Aquellos legisladores demócratas que estaban presionando para la destitución, están recibiendo este regalo del propio Trump y en forma expedita. El proceso puede iniciar en cuanto se obtenga la mayoría de apoyo en la Cámara Baja [anoche la habría obtenido].
Así, el Congreso tendrá acceso a información clasificada y a recursos que de otra forma no tendría, lo mismo que a realizar audiencias especiales y acumular evidencias.
Habría que aclarar que la destitución no lleva necesariamente a remover del puesto al presidente. Solamente en dos ocasiones, los casos de Andrew Johnson y de Bill Clinton, se ha recurrido a la destitución y en ninguna de las dos se les apartó del puesto. Esto se debe a que, aunque es la Cámara de Representantes la que tiene la facultad de destituir, para la remoción debe aprobarse también por dos tercios del Senado.
La conformación del Congreso actual indica que, aunque se le destituyera, las posibilidades de remover a Trump de la presidencia son casi nulas. El Senado tiene mayoría republicana y muchos de ellos se han declarado incondicionales a Trump. Muy probablemente la apuesta de los demócratas para la destitución es exponer las formas en que Trump maneja a los legisladores y su sistemático desafío a la ley.
Por el otro lado, la resistencia de Pelosi para comenzar el proceso de destitución se debía a que varios de los demócratas pertenecen a distritos con preferencias republicanas. La consideración es que, si se les empujara a apoyar la moción de destitución, podrían poner en riesgo su escaño y se podría poner en peligro la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes.
Este es el dilema que tienen los legisladores: ¿será que los republicanos seguirán apoyando a Trump, a pesar de sus desafíos legales?, ¿será que los demócratas arriesgarán la mayoría lograda para hacer cumplir la ley? La esperanza es que esta vez al disparar en la Quinta Avenida se aplique la ley.
¿Será que los republicanos seguirán apoyando a Trump, a pesar de sus desafíos legales?, ¿será que los demócratas arriesgarán la mayoría?