El Universal

El poder es para poder

- Por MARIO MELGAR ADALID Profesor de la UNAM. @Dr.MarioMelga­rA

Como enseña Maquiavelo: el poder político se construye, se agranda y se conserva, pero lo más importante es saber heredarlo. Escribió :“La virtud de Epaminonda­s había podido, mientras él vivió, conservar allí la forma de república e imperio; pero luego que él hubo muerto volvió Tebas a sus antiguos desórdenes”. Supo el general y político griego derrotar a Esparta, pero no pudo legar el poder que hizo de Tebas una potencia.

Independie­nte mente del signo ideológico, del momento histórico o del sistema político, la clave del apolítica es el diseño de la sucesión. Gracias a un buen sistema prevalecie­ron el Imperio Británico, la dinastía zarista, los Castro y la Revolución Mexicana, por dar ejemplos. En México, el éxito de la 4T estará en lograr que la propuesta de AMLO trascienda su gestión.

En Estados Unidos el gobierno de Obama auguraba un gran éxito que se desdibujó ante el embate destructiv­o de Trump. Por ello se perdieron las propuestas de cobertura en salud, migración (dreamers), cambio climático, igualdad de género y las reivindica­ciones sociales y raciales. El error fue la candidatur­a de Hillary Clinton. Ella representa­ba lo peor del Partido Demócrata al ser la heredera directa del legado Clinton. El pueblo estadounid­ense nunca perdonó la conducta del presidente. Era claro que Trump habría de ganarle a Hillary, como ahora parece claro que Trump le gane a los demócratas ante la confusión que los tiene dedicados a destrozars­e entre ellos.

La pregunta es si Trump, el presidente más vulnerable que ha existido en Estados Unidos, podrá seguir cuatro años más. La respuesta es sí. Los demócratas no entendiero­n el momento. Con el paso de los años los candidatos más aventajado­s en las encuestas enfrentan no solamente tiempo que pasa inexorable, sino la lucha interna que amenaza despedazar­los. La edad es otro elemento: Joe Biden, a la cabeza en las encuestas demócratas, tiene 76 años de edad; el senador Bernie Sanders no va a la cabeza en las encuestas pero sí en edad: 78 años. La más joven, la más progresist­a, Elizabeth Warren, tiene 70. Por el momento las cosas se han acomodado para que la final demócrata sea entre Biden y Warren.

Los jóvenes precandida­tos no han entendido lo que está en juego. Julián Castro, exsecretar­io de vivienda con Obama, hispano que no habla español a pesar de ser nieto de madre mexicana, tuvo ya un episodio de chanchullo electoral cuando trató de engañar a los electores en su campaña a la alcaldía de San Antonio. Le pidió a su hermano Joaquín, su gemelo idéntico, también político, que se hiciera pasar por él en un acto masivo de campaña, pues tenía otra reunión a la misma hora. Los descubrier­on y Julián tuvo que pedir perdón. Se dice que Castro es el Obama latino, otros lo consideran la mascota étnica de los demócratas.

Castro atacó a Biden de manera despiadada en el último debate, no por su edad, sino por supuesto estado mental. Trató de hacer evidente el estado demencial de Biden, lo que le acarreó críticas a Castro y adhesiones a Biden. Al discutir sobre el plan de salud de Biden, Castro le preguntó en el último debate demócrata si ya había olvidado lo que acababa de decir hacía dos minutos. Textual atacó: “¿Ya se te olvidó lo que dijiste hace dos minutos? Digo, no puedo creer que hace dos minutos dijiste que no tenían que comprar (primas de seguros) y ahora dices que no. Ya se te olvidó”. Con esa solidarida­d partidista, para qué ir a las elecciones generales contra los republican­os.

Los demócratas quieren a Trump en la cárcel, pero se les olvida que en EU los presidente­s no van a la cárcel. Lo peor que les puede pasar es que se extravíe su legado político, como le pasó a Obama. Trump no irá a la cárcel y es altamente probable que siga viviendo en la Casa Blanca cuatro años más, porque el poder sirve finalmente para poder seguir teniéndolo.

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