La máxima autoridad cultural no debe minimizar el daño al patrimonio
La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, publicó ayer el siguiente tuit, acompañado de una fotografía de Santiago Arau, en la que se observan las pintas al Ángel de la Independencia: “Somos un gobierno que defiende las libertades. @cultura_mx junto con el @GobCDMX estaremos a cargo de la restauración del patrimonio en el Paseo de la Reforma. Los daños materiales son reversibles, reparar el daño a las mujeres es una tarea más ardua”. Ahora, vayamos por partes. La columna tiene una declaratoria de monumento artístico desde 1987, forma parte de la infraestructura de la Ciudad de México y el INBAL, uno de los dos institutos que están bajo la responsabilidad de la Secretaría de Cultura, tiene el compromiso de garantizar su salvaguarda como instancia federal normativa establecido en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Una de las razones de ser tanto de Cultura como del INBAL y del INAH es fomentar el conocimiento y respeto a los monumentos arqueológicos, históricos y artísticos. Nuestro país lleva más de 80 años trabajando en estos temas, una tarea que no ha sido fácil y siempre surgen noticias sobre la destrucción del patrimonio. Reparar (y evitar) el daño a las mujeres, por supuesto, es una de las grandes deudas de México; y nadie, en su sano juicio, podría decir que un monumento es más importante que la vida de un ser humano. Sin embargo, en este caso en particular, la cabeza de la Secretaría de Cultura está obligada también a hacer un llamado a respetar el patrimonio, no se puede abrir la puerta al daño patrimonial con el falso argumento de que es “reversible”, porque justo ahora, en cualquier lugar de nuestro territorio nacional, hay alguien cometiendo algún daño porque cree que es “reversible”.