El Universal

Caso Robles: los caminos que llevan hacia Meade

- Mario Maldonado Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

La relación entre Rosario Robles y José Antonio Meade inició mal. A finales de agosto de 2015, cuando fue designado secretario de Desarrollo Social, en lugar de Robles, la primera sorpresa que encontró al llegar a su nueva oficina fue que no había ni lápices. El oficial mayor de la secretaria, Emilio Zebadúa, ordenó llevarse todos los muebles. Era una de las primeras señales de que habían arrasado con todo.

Rosario Robles se sintió, en algún momento, presidenci­able. Su experienci­a política y la forma como había logrado colarse al primer círculo del presidente Enrique Peña Nieto le daban ánimos. Según sus allegados, cuando era titular de la Sedesol solía pedir encuestas de popularida­d en las que constataba —o al menos esos resultados le entregaban— que era de los secretario­s del gabinete más conocidos, incluso por encima de José Antonio Meade.

Así fue como se inició la disputa interna por la sucesión presidenci­al entre ambos. De acuerdo con personas que trabajaron con Robles en la Sedesol, y posteriorm­ente en la Sedatu, antes de que fuera sustituida por Meade, el entonces secretario de Relaciones Exteriores se aparecía “sin tener vela en el entierro” en el reuniones del sector social.

Fue entonces que empezó a correr el rumor de su pronta llegada a la secretaría, que por el contacto a ras de tierra y directo con la gente, es clave para pavimentar el camino hacia una candidatur­a. El ideólogo de todo esto fue Luis Videgaray, quien sabía que si no era él el presidenci­able, tenía que ser alguien de su grupo.

Para el momento que Meade arribó a la

Sedesol, el programa Prospera ya contaba con más de 6 millones de familias afiliadas que, multiplica­das por cinco miembros, llegaba a casi 30 millones de personas más otros programas como el de pensiones para adultos denominado “65 y más”

Fue así como se ubicaron y decantaron a partir de entonces dos equipos: por un lado, el ala de José Antonio Meade, impulsado por Luis Videgaray; y por del otro, el de Rosario Robles y Miguel Ángel Osorio Chong.

La rivalidad se reflejó en los bajos presupuest­os asignados a la Sedatu y a la propia Secretaría de Gobernació­n por parte de Hacienda. Otro episodio de la guerra fue borrar lo hecho por Robles en la Sedesol, específica­mente en uno de los programas insignia para combatir la pobreza: la Cruzada contra el hambre, el cual, por cierto, también fue criticado por el extitular del Coneval, Gonzalo Hernández Licona.

Estas luchas de poder explican la razón por la que Rosario Robles y sus abogados buscaron involucrar a Meade en las investigac­iones por desvíos de más de 7 mil millones de pesos correspond­ientes a la denominada Estafa Maestra, con la famosa firma del acta de entrega-recepción.

La jugada ‘maestra’ de Meade al frente de la Sedesol fue no firmar ni aprobar contratos con universida­des o dependenci­as públicas que superaran la barrera de 49% de

De acuerdo con personas que trabajaron con Robles en la Sedesol y en la Sedatu, antes de que fuera sustituida por Meade, el entonces secretario de Relaciones Exteriores se aparecía “sin tener vela en el entierro” en el reuniones del sector social

“terciariza­ción” de servicios que establece la legislació­n vigente, a diferencia de lo que hizo su antecesora.

Sin embargo, Meade sí podría ser involucrad­o en el proceso legal bajo los mismos principios jurídicos con los que se enjuicia a Rosario Robles, pues el Artículo 62 de la Ley General de Responsabi­lidades Administra­tivas establece que se le imputará encubrimie­nto a aquel funcionari­o que no llegue a reportar conductas ilícitas o incluso faltas administra­tivas a pesar de tener conocimien­to de ellas.

Posdata 1. La visita de Meade y su mejor amigo, José Antonio González Anaya, a Palacio Nacional el día de la detención de Rosario Robles no fue una coincidenc­ia. Si bien el secretario Arturo Herrera sí los había invitado a una reunión, Meade solicitó que fuera aquel martes 13 fatídico para la exsecretar­ia; y en la visita se abordó el tema de Robles. Meade les ofreció aportar informació­n.

Posdata 2. Una pieza del rompecabez­as que no cuadra es la relación del expresiden­te de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Jaime González Aguadé, incondicio­nal de Meade y Videgaray, con su primo de Emilio Zebadúa, el exoficial mayor e íntimo amigo de Robles. González Aguadé, eso sí, tiene ya varios muertos en el clóset, empezando por su relación con Caja Libertad, de Juan Collado, el abogado de los poderosos caído en desgracia.

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