Caso Robles: los caminos que llevan hacia Meade
La relación entre Rosario Robles y José Antonio Meade inició mal. A finales de agosto de 2015, cuando fue designado secretario de Desarrollo Social, en lugar de Robles, la primera sorpresa que encontró al llegar a su nueva oficina fue que no había ni lápices. El oficial mayor de la secretaria, Emilio Zebadúa, ordenó llevarse todos los muebles. Era una de las primeras señales de que habían arrasado con todo.
Rosario Robles se sintió, en algún momento, presidenciable. Su experiencia política y la forma como había logrado colarse al primer círculo del presidente Enrique Peña Nieto le daban ánimos. Según sus allegados, cuando era titular de la Sedesol solía pedir encuestas de popularidad en las que constataba —o al menos esos resultados le entregaban— que era de los secretarios del gabinete más conocidos, incluso por encima de José Antonio Meade.
Así fue como se inició la disputa interna por la sucesión presidencial entre ambos. De acuerdo con personas que trabajaron con Robles en la Sedesol, y posteriormente en la Sedatu, antes de que fuera sustituida por Meade, el entonces secretario de Relaciones Exteriores se aparecía “sin tener vela en el entierro” en el reuniones del sector social.
Fue entonces que empezó a correr el rumor de su pronta llegada a la secretaría, que por el contacto a ras de tierra y directo con la gente, es clave para pavimentar el camino hacia una candidatura. El ideólogo de todo esto fue Luis Videgaray, quien sabía que si no era él el presidenciable, tenía que ser alguien de su grupo.
Para el momento que Meade arribó a la
Sedesol, el programa Prospera ya contaba con más de 6 millones de familias afiliadas que, multiplicadas por cinco miembros, llegaba a casi 30 millones de personas más otros programas como el de pensiones para adultos denominado “65 y más”
Fue así como se ubicaron y decantaron a partir de entonces dos equipos: por un lado, el ala de José Antonio Meade, impulsado por Luis Videgaray; y por del otro, el de Rosario Robles y Miguel Ángel Osorio Chong.
La rivalidad se reflejó en los bajos presupuestos asignados a la Sedatu y a la propia Secretaría de Gobernación por parte de Hacienda. Otro episodio de la guerra fue borrar lo hecho por Robles en la Sedesol, específicamente en uno de los programas insignia para combatir la pobreza: la Cruzada contra el hambre, el cual, por cierto, también fue criticado por el extitular del Coneval, Gonzalo Hernández Licona.
Estas luchas de poder explican la razón por la que Rosario Robles y sus abogados buscaron involucrar a Meade en las investigaciones por desvíos de más de 7 mil millones de pesos correspondientes a la denominada Estafa Maestra, con la famosa firma del acta de entrega-recepción.
La jugada ‘maestra’ de Meade al frente de la Sedesol fue no firmar ni aprobar contratos con universidades o dependencias públicas que superaran la barrera de 49% de
De acuerdo con personas que trabajaron con Robles en la Sedesol y en la Sedatu, antes de que fuera sustituida por Meade, el entonces secretario de Relaciones Exteriores se aparecía “sin tener vela en el entierro” en el reuniones del sector social
“terciarización” de servicios que establece la legislación vigente, a diferencia de lo que hizo su antecesora.
Sin embargo, Meade sí podría ser involucrado en el proceso legal bajo los mismos principios jurídicos con los que se enjuicia a Rosario Robles, pues el Artículo 62 de la Ley General de Responsabilidades Administrativas establece que se le imputará encubrimiento a aquel funcionario que no llegue a reportar conductas ilícitas o incluso faltas administrativas a pesar de tener conocimiento de ellas.
Posdata 1. La visita de Meade y su mejor amigo, José Antonio González Anaya, a Palacio Nacional el día de la detención de Rosario Robles no fue una coincidencia. Si bien el secretario Arturo Herrera sí los había invitado a una reunión, Meade solicitó que fuera aquel martes 13 fatídico para la exsecretaria; y en la visita se abordó el tema de Robles. Meade les ofreció aportar información.
Posdata 2. Una pieza del rompecabezas que no cuadra es la relación del expresidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Jaime González Aguadé, incondicional de Meade y Videgaray, con su primo de Emilio Zebadúa, el exoficial mayor e íntimo amigo de Robles. González Aguadé, eso sí, tiene ya varios muertos en el clóset, empezando por su relación con Caja Libertad, de Juan Collado, el abogado de los poderosos caído en desgracia.