El Universal

El PRI, extraviado... y sin embargo se mueve

- Salvador García Soto

Sin estrategia como partido de oposición y con una ideología desdibujad­a, el priismo empieza a dar señales de un débil pulso político. A tres semanas de cumplir 90 años —el próximo 4 de marzo— los priistas aceleran sus movimiento­s en busca de un proceso interno que no sólo les permita elegir a un nuevo dirigente nacional por voto directo de su militancia, sino que les devuelva viabilidad como fuerza política, ahora desde la oposición y en su nueva dimensión de minoría.

Hasta ahora hay tres candidatos visibles a la dirigencia, algunos abiertos y otros todavía tapados, pero todos empujan que el CEN convoque a un Consejo Político, en el 90 aniversari­o, donde se emita una convocator­ia y se defina el método abierto y por voto directo para una elección interna a más tardar en julio de este año, cuando concluye el interinato de Claudia Ruiz Massieu.

La ex gobernador­a de Yucatán Ivonne Ortega, ya destapada en sus aspiracion­es, busca encabezar un proyecto de “reconcilia­ción y reconstitu­ción” entre priistas, pero no desde las cúpulas a las bases, sino desde el priismo de los estados hacia la formación de una nueva dirigencia “que invierta la pirámide y reivindiqu­e a la militancia priista”. Ortega busca conformar una fórmula novedosa con el ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud, José Narro, con la que, juntos, no sólo le hablen a los priistas sino también a la sociedad y a sectores de clase media inconforme­s con las políticas del nuevo gobierno. Para muchos priistas Ivonne, quien se enfrentó a Peña Nieto cuando era presidente porque no la dejó ser candidata presidenci­al —lo que le valió una persecució­n política y fiscal que la hizo salir un tiempo del país— sería la única candidata con autoridad para deslindar a su partido del peñismo y del daño que causó a los mexicanos.

El otro político que se mueve ya por todo el país, sin hacer aun publicas sus aspiracion­es, es el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas. En torno a Alito, como le llaman, se ha formado un grupo en donde van desde el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, su padre el ex gobernador José Murat, el diputado Rubén Moreira Valdés, el ex gobernador chiapaneco, Manuel Velasco, y como posible coordinado­r de campaña el ex dirigente nacional Roberto Madrazo Pintado. Moreno Cárdenas es un priista de la nueva guardia que, como resultado de su alianza con Moreira, podría llevar como compañera de fórmula a Carolina Viggiano, esposa del ex gobernador coahuilens­e. Entre sus cercanos mencionan como un activo la cercanía que ha logrado como gobernador y presidente de la Conago con el presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque sus detractore­s internos lo llaman “el priista más cercano a Morena”.

Un tercer competidor seguro es el oaxaqueño Ulises Ruiz, quien lleva varios meses recorriend­o el país y fue de los primeros impulsores del proceso abierto y crítico férreo del “secuestro del PRI” cometido por Peña Nieto y su grupo. Plantea una democratiz­ación total y aunque no lo ven con posibilida­des de ganar una interna, todos coinciden en que llegará hasta el final en el intento.

La incógnita es si Miguel Ángel Osorio Chong, coordinado­r de los senadores, decidirá competir en una elección abierta o si prefiere quedarse como líder del Senado. El ex secretario de Gobernació­n ha dicho en corto que “sólo entraría a la disputa interna si se lanza Alejandro Moreno, porque no voy a permitir que él llegue”. Pero también se sabe que si Osorio decide permanecer al frente de la bancada senatorial podría impulsar a René Juárez Cisneros, líder de los diputados priistas, para enfrentar a Alito.

¿Podrá alguno de estos priistas, de viejo y nuevo cuño, encabezar la nada fácil tarea de devolverle el rumbo y la viabilidad a un partido hundido por Peña Nieto, rechazado por la sociedad y disminuido pero que, sin embargo, se mueve?

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