El Universal

Rogelio Ramírez

- Por ROGELIO RAMÍREZ DE LA O rograo@gmail.com

La versión dominante entre economista­s es que recortar impuestos causa un aumento del déficit fiscal. No les falta razón del todo, especialme­nte por varias experienci­as en las últimas décadas. Pero hay otras donde los menores impuestos sí ayudaron a frenar la caída de la actividad.

Una experienci­a que domina entre economista­s es la de Estados Unidos bajo los presidente­s Reagan y Bush. La reducción de tasas en la presidenci­a de Reagan inició en 1981, cuando la recesión ya había comenzado en 1980. De ahí que fue difícil juzgar si la caída de la recaudació­n de 19.8% del PIB a 18.1% entre 1981 y 1984 fue totalmente explicada por esa reducción de tasas o en qué medida también lo fue por la recesión de 1982. Ésta fue una de las peores recesiones en la historia estadounid­ense.

Lo cierto es que el crecimient­o económico se aceleró después de 1982, promediand­o 5.2% real anual. Haciendo a un lado la recesión de ese año, fue claro que la reducción de impuestos tuvo su principal efecto después de uno o dos años y que sí ayudó a la economía.

Otra falla atribuida a esta reducción de impuestos es que el déficit fiscal aumentó de 3.2% del PIB en 1981 a 5.7% en 1984. Este aumento, sin embargo, fue en gran parte provocado por el mayor gasto militar, pues Reagan estaba en una carrera militar con la Unión Soviética. La menor recaudació­n de impuestos no explica el aumento de este déficit y en retrospect­iva fue menor, comparada con el alto crecimient­o de la economía entre 1983 y 1988. La reducción de impuestos de George Bush, en 2003, recibe aun mayores críticas y aquí es más difícil encontrar argumentos a favor. En primer lugar, la reducción fue a partir de tasas mucho menores que las que había antes del recorte de Reagan. En segundo, la reducción fue cuando ya había pasado la recesión iniciada en 2000. Aun así, la recaudació­n aumentó mucho entre 2004 y 2006, como también lo hizo la economía.

La peor crítica es por el aumento del déficit fiscal, pero este fue causado sobre todo por las guerras en Afganistán e Irak. De nuevo, combinar menores impuestos con alto gasto militar confunde los efectos de menos gravámenes sobre la economía.

La administra­ción del presidente Trump está siendo juzgada también con un juicio convencion­al por el aumento del déficit. Es, sin embargo, muy pronto aún para concluir que fue negativa, pues apenas entró en vigor en 2018. Un impacto positivo, sin embargo, es que la sola expectativ­a reanimó el clima de negocios y el gasto de inversión, desde 2017.

Pero también es claro que el déficit fiscal estaría aumentando de 2.6% del PIB en 2017 a cerca de 4% en 2018. Otras críticas son que el gasto de capital de las empresas no aumentó tanto como bajó su carga fiscal y que la deuda corporativ­a no financiera siguió aumentando. En ocasiones las empresas usaron deuda para recomprar sus propias acciones en el mercado

Sin embargo, la alta deuda corporativ­a no financiera es un fenómeno global, y su aumento de 1% del PIB para llegar a 73% del PIB en Estados Unidos, fue mucho menor que en China (163% del PIB), Turquía (69%), Vietnam (114%), Bélgica 163%) y Francia (134%), entre otros.

Y usar deuda para comprar acciones es lógico cuando las tasas de interés son demasiado bajas comparadas con tasas de utilidad esperadas de las empresas. Los juicios simples sobre políticas económicas nunca son útiles. A esto se refirió Karl Popper con su frase “el pequeño conocimien­to es peligroso”.

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