El Universal

Abuela pasó 11 años en cárcel de EU injustamen­te

• Fue condenada a 25 años por muerte de su nieto • En su juicio hubo falsos testimonio­s y omisiones

- LUISA MERCADO EL TIEMPO (Colombia) —estados@eluniversa­l.com.mx

El 13 de diciembre de 2006 la vida de María Méndez, de 64 años y madre de 10 hijos, se hizo pedazos. Ese día estaba cuidando a su nieto de nueve meses en su casa en Los Ángeles, Estados Unidos. Mientras realizaba labores del hogar, el niño jugaba, de repente dejó de respirar.

Los paramédico­s encontraro­n a Emmanuel en paro cardiorres­piratorio. No vieron “ningún trauma aparente” y lo llevaron al hospital. El 20 de diciembre el pequeño murió.

Desde ese momento comenzó el viacrucis para María. El Departamen­to de Policía de Los Ángeles investigó un informe del hospital que indicaba que Emmanuel podría haber sufrido un “trauma en la cabeza abusivo”, provocado por sacudirlo intensamen­te.

La doctora Carol Berkowitz, responsabl­e del informe, creyó que el pequeño tenía lesiones internas que sufrió una o dos horas antes de llegar al hospital; su mirada se concentró en el último adulto que estuvo con él. El 11 de julio de 2007 María fue detenida.

Una semana antes de la sentencia, el único experto de la defensa, el médico forense Frank Sheridan, testificó que la lesión en la cabeza de Emmanuel fue mínima. El abogado de María ignoró preguntar cosas fundamenta­les.

El 10 de octubre de 2009, con pruebas de una “tomografía computariz­ada”, “falsos testimonio­s”, como lo asegura a EL TIEMPO la abogada Megan Becca, y omitiendo evidencia, sentenciar­on a María a 25 años de prisión.

El respiro. En 2012, un nuevo abogado buscó ayuda del Proyecto Inocencia de la Universida­d de Loyola, en Los Ángeles. Este programa ayuda a liberar a personas que no tienen recursos y han sido condenadas injustamen­te.

“Nuestra investigac­ión descubrió evidencia nueva, que incluía tomografía­s y fotos de autopsias del cerebro del niño. Ahí constaba que las lesiones eran consistent­es a una caída accidental que ocurrió dos días antes del accidente”, cuenta Megan Bacca, abogada de Proyecto.

Los seis juristas que trabajaron en este proceso tardaron seis años luchando para obtener la nueva evidencia. El día de la audiencia recibieron la ayuda de otros tres más.

El 18 de junio de 2018 se acabó la pesadilla. Un juez anuló la condena de María, como parte de un acuerdo de culpabilid­ad en el que ella no impugnó el homicidio involuntar­io. El 5 de julio fue puesta en libertad.

En la cárcel. “Cuando me golpeaban me daba miedo salir, pero después me gustó ir a los programas de alcohólico­s, yo no era adicta, pero podía conocer gente”, recuerda María cuando se le pregunta por su vida en la prisión estatal Central para Mujeres de Chowchilla, condado de Madera, California.

“Cuando sabían que tú estabas por un caso de niños te golpeaban. Como dos veces fui a parar al hospital por lo mismo”, cuenta María.

Después de un tiempo, trabajó en la cocina: lavaba los platos, trapeaba y organizaba las mesas. Así se le pasaba el tiempo más rápido.

De vuelta a México. Cuando María supo que había quedado libre, toda la cárcel se alegró por ella. “Un policía me dijo que recogiera mis cosas, que me iba para la casa. Todos chiflaban y me felicitaba­n. La maestra me subió a una silla y luego a una mesa”, recuerda.

El 7 de julio, tras 30 años fuera, la abuela de Emmanuel regresó a México; ahora vive en la casa de su hijo mayor. La recibieron con flores.

Con la voz entrecorta­da, la mujer asegura desde su nuevo hogar, en la isla de Cozumel, que ahora sólo quiere recuperar el tiempo que le quitó la justicia estadounid­ense. En su corazón no hay lugar para el rencor, no quiere demandar a las autoridade­s por la “equivocaci­ón”.

Por lo pronto, María no quiere regresar a Los Ángeles. Sus recuerdos la llenan de oscuridad. “Regresar allá me da miedo; yo perdí todo al llegar allí”.

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Gracias al trabajo de seis abogados de Proyecto Inocencia, María fue absuelta y dejada en libertad en julio pasado. En la imagen, el día en que tomó su vuelo de regreso a México; hoy vive con uno de sus hijos en la isla de Cozumel.

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