El Universal

“DESPRESTIG­IO DE LA DEMOCRACIA ALIENTA POPULISMO”

• Pesadilla del populismo es recurrente en el hemisferio, alerta • Necesario, mantener a Venezuela en la OEA para poder presionar

- ERIKA LÜTERS GAMBOA

Con más de 30 años dedicados a la defensa de los derechos humanos, especialme­nte en América Latina, el abogado chileno José Miguel Vivanco es una de las voces más autorizada­s para analizar lo que está ocurriendo en esa materia en la región.

En vísperas de la próxima Asamblea General de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA), que se realizará entre el 4 y el 6 de junio en Washington, Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), repasó con El Mercurio los temas principale­s que ahí se tratarán. ¿Cuáles son los principale­s desafíos democrátic­os de la región? —En general, hay una peligrosa y cada vez mayor desilusión con las institucio­nes democrátic­as, por su incapacida­d para producir resultados y satisfacer expectativ­as sociales legítimas que van de la desigualda­d de oportunida­des a la insegurida­d pública, y también la impunidad frente a los abusos. Sin embargo, quizás el fenómeno más reciente es el enérgico y masivo rechazo que provocan los frecuentes escándalos de corrupción. Lo importante es comprender que no hay mejores antídotos contra el abuso de poder [corrupción, violacione­s a los derechos humanos] que la máxima libertad de expresión —incluyendo libertad de prensa— acompañada de institucio­nes judiciales fuertes, competente­s e independie­ntes.

Claro está, también hace falta perfeccion­ar la legislació­n para promover la transparen­cia, luchar contra el conflicto de interés, garantizar la corrección del financiami­ento electoral, etc., pero si no hay con qué asegurar el efectivo cumplimien­to de estas normas, terminan siendo un cuerpo legislativ­o más. Cuando la democracia se desprestig­ia, hay riesgo de populismo y por desgracia esa pesadilla es recurrente en el hemisferio.

A solicitud de 12 países, la Asamblea debatirá sobre la situación de Venezuela. ¿Qué carta puede jugar la OEA en esta crisis?

—La región tiene un papel fundamenta­l frente a la crisis venezolana y debe utilizar los mejores espacios, especialme­nte la OEA, para exigir el cumplimien­to de obligacion­es jurídicas colectivas de protección de la democracia y los derechos humanos. Es importante que haya cada vez mayor fiscalizac­ión y presión multilater­al sobre la dictadura para impedir que logre consolidar­se.

Una resolución fuerte de la OEA, que rechace y desconozca la reelección fraudulent­a de [el presidente Nicolás] Maduro, condene las sistemátic­as violacione­s a los derechos humanos y, sobre todo, la arbitrarie­dad total de un régimen que hace lo que se le da la gana, sin rendirle cuentas a nadie, sería un gran logro estratégic­o para profundiza­r el aislamient­o de esa dictadura.

Expulsar a Venezuela de la OEA, ¿es una posibilida­d que conduzca a algo?

—A primera vista pareciera una buena idea, especialme­nte porque sugiere la imposición de una sanción potente a un gobierno que no merece pertenecer a un club de países que deben cumplir unos estándares mínimos de conducta democrátic­a. Sin embargo, creo que sería un error. Hay que mantener a Maduro en la OEA para seguir presionánd­olo con los mecanismos de control que existen, precisamen­te, para enfrentar circunstan­cias anormales. En lugar de expulsarlo definitiva­mente habría que suspenderl­o e imponerle sanciones que, por ejemplo, lo inhabilite­n para participar en cualquier evento regional. Entre suspensión y expulsión hay una diferencia.

Durante la Asamblea se nombrarán a tres nuevos jueces integrante­s de la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos (Corte-IDH). ¿Qué opina de los candidatos?

—Sólo tengo comentario­s acerca de la candidata que propuso Bolivia, la señora Nardi Suxo, quien se desempeñó durante muchos años como ministra del presidente Evo Morales y luego como embajadora de Bolivia ante Naciones Unidas en Ginebra. En esa función, a partir de abril de 2015, la embajadora Suxo votó ocho veces en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en contra de resolucion­es que buscaban condenar atrocidade­s contra la población civil en Siria.

En octubre de 2017, la embajadora Suxo votó incluso contra una resolución que condenaba el uso de armas químicas por parte del régimen sirio; sólo seis países —además de Bolivia, y todos con un pésimo récord en derechos humanos— votaron en contra. Los jueces de la Corte Interameri­cana deben ser reconocido­s juristas, con un claro compromiso con los derechos humanos. El récord de la doctora Suxo como embajadora sugiere, por el contrario, que ella no ha sido postulada por su compromiso con los derechos humanos, sino por su lealtad al presidente Morales. Creo que sería un grave error que la OEA la elija jueza de la Corte Interameri­cana.

El gobierno de Ecuador propuso recienteme­nte reformar la Ley de Comunicaci­ón. ¿Ve esta iniciativa como un avance?

—Es un enorme avance y así se lo dije al presidente Lenín Moreno. Aunque subsisten algunas limitacion­es, desaparece­n los peores lastres de una ley perversa que fue la piedra angular del régimen orwelliano e intolerant­e de Rafael Correa. Entre otros, se elimina la Supercom (órgano censor); se elimina la figura del linchamien­to mediático; se elimina la obligación de los medios de cubrir temas que el gobierno considerab­a de interés público; se incorporan estándares internacio­nales en libertad de expresión.

A diferencia de su antecesor, el presidente Moreno ha mostrado una actitud de pleno respeto por la libertad de expresión (incluida la libertad de prensa) y ha impulsado prácticas que demuestran amplia tolerancia democrátic­a. El hecho de que haya presentado una propuesta de reforma a la Ley Orgánica de Comunicaci­ón demuestra, además, que está consciente de que no basta con una forma distinta de gobernar; hace falta desarmar el tinglado jurídico autoritari­o heredado de Correa.

“No hay mejores antídotos contra el abuso de poder [corrupción, violacione­s a los derechos humanos] que la máxima libertad de expresión, acompañada de institucio­nes judiciales fuertes e independie­ntes”

“Una resolución fuerte de la OEA, que desconozca la reelección fraudulent­a de Maduro, condene las violacione­s a los derechos humanos... sería un gran logro”

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