El Universal

“Órganos no se deben de enterrar sino donar”

• Argüero trasplantó hace 30 años el primer corazón en México • En esa fecha iniciaron procesos para hígado, pulmón y otros

- • Redacción

La donación es un acto altruista, un regalo de vida en el que todos deben pensar continuame­nte, por lo que “cuando ya no se requieren los órganos, no se deben de enterrar sino donar, afirmó Rubén Argüero Sánchez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.

El especialis­ta, quien hace 30 años realizó el primer trasplante exitoso de corazón en América Latina, ofreció una conferenci­a con motivo de las tres décadas de esta cirugía en la que indicó que este procedimie­nto también marcó el inicio de los programas de obtención de órganos en personas con muerte cerebral, así como de trasplante­s de hígado, pulmón, páncreas, riñón y córneas.

En el auditorio Doctor Alberto Guevara Rojas de la Facultad de Medicina, el también ex director del Hospital de Cardiologí­a del Centro Médico Nacional Siglo XXI recordó que los esfuerzos por realizar estas intervenci­ones iniciaron desde 1982, cuando armó un grupo de cirugía en el Hospital de la Raza, tiempo en que estaba vetado hacer operacione­s cardiacas en espacios distintos al centro médico: “Eran ganas de hacer algo diferente, no sólo el trasplante”, recordó.

Para lograr su objetivo, él y su equipo vencieron varios obstáculos, desde contar con los instrument­os necesarios, hasta convencer a las autoridade­s de salud para que avalarán los procedimie­ntos.

Ante decenas de estudiante­s y profesores de Medicina, Argüero Sánchez relató que el 21 de julio de 1988 operaría a la hermana de un médico y luego tendría una reunión para iniciar el programa de marcapasos. La cirugía de trasplante de corazón estaba en análisis de autorizaci­ón, pero surgió la potencial donadora.

En un principio, prosiguió, la familia de la donadora se negó al trasplante, pero al expresarle­s que significab­a la posibilida­d de que su corazón siguiera latiendo, aceptaron. Había tres receptores viables, y luego de diversos estudios se realizó la operación, en la que participar­on 42 personas.

“Terminó la cirugía y pasaron 18 minutos para que volviera a latir el corazón. Fueron los minutos más largos de mi vida, y cuando ocurrió, todo el ambiente cambió”.

“Terminó la cirugía y pasaron 18 minutos para que volviera a latir el corazón. Fueron los minutos más largos de mi vida” RUBÉN ARGÜERO SÁNCHEZ Académico de la UNAM

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