El Universal

“¿Qué voy a hacer ahora? ¡No me dejes, mi niño!”

Familiares, amigos y compañeros de la UACM acudieron al entierro de Héctor

- ANDREA AHEDO —metropoli@eluniversa­l.com.mx

Aunque Héctor tenía 29 años cuando murió por las balas de un grupo de hombres que le dispararon, sus restos descansará­n en una tumba rodeada por los sepulcros de niños que falleciero­n a los pocos años de haber nacido. Su madre, Adela, no paraba de decirle “mi niño” cuando le permitiero­n ver por última vez su rostro a través del cristal del ataúd.

Él y Sergio, quien ahora permanece inconscien­te en el Hospital Ticomán por los balazos que recibió, solían trabajar empaquetan­do periódicos por las noches; ambos estudiaban en el plantel Cuautepec de la UACM; Héctor Ciencias de la Comunicaci­ón y su hermano menor, Ingeniería Eléctrica.

Su madre llegó con su hermana Lucila al panteón para enterrar a Héctor mientras su hija mayor esperaba en el hospital a que Sergio diera signos de vida. Adela, quien vestía un chaleco oscuro y llevaba el cabello recogido en una coleta lloraba en los brazos de sus familiares cuando no podía sostenerse en sus dos piernas por el dolor de perder a “su niño”.

“¿Qué voy a hacer ahora? ¡No me dejes!”, le preguntaba entre sollozos a Héctor. Los amigos del fallecido le dedicaron una última porra: “¡Autonomía, educación y libertad. Arriba, arriba, la Autónoma de la Ciudad!”.

Luego del entierro, Adela regresaría con su hijo Sergio, quien inconscien­te no sabe que su hermano, su amigo de fiestas, su compañero, murió.

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Compañeros de Héctor, de 29 años, en la carrera de Ciencias de la Comunicaci­ón, en el plantel Cuautepec de la Universida­d Autónoma de la Ciudad de México (UACM), le dedicaron una última porra en su entierro.
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Adela, la madre del estudiante asesinado, aún tiene que velar por el estado de salud de su hijo Sergio, quien está inconscien­te en el hospital Ticomán.
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