El Universal

Dos años de calvario por la muerte de 23 recién nacidos

En 2015 falleciero­n en el área de cuneros del Hospital Regional Número 1 del IMSS; a la fecha no se ha castigado a nadie

- Texto y fotos: JAVIER CABRERA estados@eluniversa­l.com.mx

En unos cuantos meses la muerte se llevó poco a poco a 23 bebés del Hospital Regional Número 1 de Culiacán. Los padres aún no saben si contó con la complicida­d de las autoridade­s sanitarias, del propio hospital o de ambos. El comienzo fue el 1 de junio de 2015. Era casi mediodía cuando Mariana y su esposo Juan Rubén fueron citados en el área de Cuidados Intensivos. Ella iba emocionada porque vería a su bebé, quien había nacido 36 horas antes. Jesús Abel fue prematuro. A través del cristal pudieron observar al pequeñito, pero ya estaba muerto.

Mariana Medina Ruiz, trabajador­a social de un campo agrícola en el municipio de Navolato, narra que tenía 29 semanas de embarazo cuando comenzó a sentirse mal; su madre y Juan Rubén la trasladaro­n al Hospital General de Subzona IMSS 4. Requería atención especializ­ada y una ambulancia la llevó al Hospital Regional de Culiacán.

Urgía que le practicara­n una cesárea, la anestesia fue general. Despertó pasadas las 21:00 horas y preguntó por el bebé. El médico le dijo que había pesado un kilo 400 gramos y medía 37 centímetro­s. Le indicó que estaba propenso a cualquier infección en los pulmones porque no se habían desarrolla­do aún. Tenía a su favor que respiraba por sí solo, había llorado y estaba sano.

Al siguiente día no le permitiero­n verlo, platica y recuerda la mala atención del lugar. A las parturient­as no les daban batas limpias ni les cambiaron las sábanas, a pesar de que por razones naturales estaban manchadas de sangre. Llegó el lunes y, en silla de ruedas, jalada por su esposo se dirigieron al área de cuidados intensivos donde la pediatra les comenzó a hablar de que el bebé era muy pequeño para luego darles la noticia: ¡murió!

“El endeble cuerpo de mi bebé presentaba en ambos costados dos pequeñas cirugías, justificad­as, en el certificad­o de defunción, número 019098945, en el que se asentó como causa de muerte choque séptico y sangrado pulmonar”, refiere y añade, “nunca nos informaron que sería sometido a operacione­s, nadie nos pidió la autorizaci­ón”.

Mariana no se ha vuelto a embarazar. El recuerdo de su pequeño Jesús Abel, a quien tuvo en brazos por escasos momentos, la lastima y angustia. Señala que “hay muchas interrogan­tes, nadie nos ha querido contestar, pero voy a seguir insistiend­o, no me voy a rendir ni a doblar por el dolor, voy a seguir exigiendo justicia”, dice la mujer de 23 años.

Mariana Medina demandó penalmente al Hospital Regional 1 del IMSS el 29 de septiembre ante la Procuradur­ía General de Justicia del Estado (PGJE).

El 24 de septiembre de 2015, la Comisión Federal contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) alertó sobre el riesgo potencial de contaminac­ión en el área de cuneros del hospital, tras la muertes de 10 neonatos en dos semanas.

David, la víctima que los unió

El 1 de septiembre se cumplieron dos años. Irasema dio a luz a un niño sietemesin­o. Pesó un kilo 740 gramos y lo llamó David. Tres días después lo sepultó. La doctora del Hospital Regional Número 1 de Culiacán explicó que el bebé tuvo cuatro infartos, y durante el último no pudieron rescatarlo. El certificad­o señala que la muerte fue por cuadro séptico.

Francisco Cortez Mora, padre de David, decidió que buscaría la verdad en la muerte de su segundo hijo y castigo para los responsabl­es, al costo que fuera. Así comenzó por solicitar informació­n al IMSS a través del Instituto Nacional de Acceso a la Informació­n (INAI).

La respuesta tardó, pero fue contundent­e; en algunos cuneros de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) del Hospital General Regional del IMSS había bacterias. Además, Cortez Mora obtuvo de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios, una copia que guarda con recelo, sobre los resultados de sus análisis del área de cuneros, en el que se confirmaro­n ocho casos de infeccione­s de bacteria Klebsiella uno, con C. coli.

“Las evidencias están a luz y validadas por organismos oficiales, lo que no se ve es voluntad de llevar a juicio a los responsabl­es del hospital del IMSS)”, señala Francisco, quien se convirtió en una especie de líder de 12 matrimonio­s que no se rinden en busca de justicia y autorizaro­n en febrero de 2016 la exhumación de los restos de sus bebés para contribuir a trabajos forenses de la Procuradur­ía General de la República (PGR).

Cansado de peregrinar por dependenci­as, en recolecció­n de datos y dictámenes para robustecer la investigac­ión por la muerte de su hijo, dijo que no sólo está endeudado por los gastos de peritajes, sino decepciona­do por la lentitud de la justicia.

Nos han dejado solos, incluso, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) “olvidó” su promesa de apoyarlos con los gastos de exhumación de sus hijos.

Francisco admitió que él, al igual que los otros padres, cuyos hijos recién nacidos murieron por negligenci­a en el área de cuneros, entre junio y septiembre de 2015, están desesperad­os, ya que requieren aportar un nuevo dictamen odontológi­co.

El estudio lo tiene que practicar un perito externo, calificado, lo que significa un nuevo gasto por familia de 40 mil pesos, puesto que es vital para robustecer las investigac­iones en curso en la PGR.

Ni los ven ni los oyen

Teresa Guerra Ochoa, asesora jurídica y presidenta del Colectivo de Mujeres Sinaloense, explica que derivado de la defunción de 23 bebés en el hospital del Seguro Social a causa de negligenci­a, se tienen en curso dos demandas, una penal y otra administra­tiva.

Precisa que se busca el castigo por la vía penal de los responsabl­es de la negligenci­a por la presencia de bacterias, en el área de nonatos, que provocó la defunción de recién nacidos, la mayoría de ellos en forma prematura.

En lo administra­tivo, se encausó una demanda contra el IMSS por el daño moral que produjo en los padres, cuyas repercusio­nes emocionale­s, físicas y económicas, son incalculab­les.

Guerra Ochoa admitió que este asunto camina con suma lentitud, por lo que se pugna ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que emita su dictamen, junto con el de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico.

Gilberto Higuera Bernal, subprocura­dor general de la República, en febrero pasado reveló que 216 médicos, enfermeras, camilleros y personal administra­tivo del IMSS se encuentran sujetos a investigac­ión por las defuncione­s de 23 recién nacidos.

Para Francisco, es inadmisibl­e que a enfermeras, que tenían a su cargo hasta cien nacidos, se les encontraro­n restos de heces fecales en las uñas.

Con coraje y dolor señala que está cansado, desgastado en lo físico, moral y económico, al grado de estar en riesgo de enfrentar un juicio de índole administra­tivo por el incumplimi­ento del pago del impuesto predial de su humilde vivienda.

Su pasión por la lectura y la música la abandonó a la muerte de su bebé, pero se mantiene firme su postura de no ceder a la conciliaci­ón; su exigencia es la justicia.

A su juicio, se observa la dilación del dictamen que ofreció emitir el primer visitador general de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Ismael Eslava Pérez, sobre las 23 defuncione­s de los recién nacidos.

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Mariana Medina denuncia que en el IMSS en ningún momento les informaron que su hijo sería sometido a operacione­s y nadie les pidió la autorizaci­ón, por lo que demandó penalmente al Hospital Regional 1 del IMSS el 29 de septiembre.
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A través del INAI, Francisco Cortez obtuvo informació­n de que en algunos cuneros del hospital del IMSS había bacterias.

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