El Universal

TLCAN hacia adelante

- Por JUAN PABLO CASTAÑÓN CASTAÑÓN Presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l

Los beneficios del tratado han sido importante­s, el reto ahora es extenderlo­s a nuevas regiones y sectores de la población

El Tratado de Libre Comercio con América del Norte es uno de los acuerdos comerciale­s más completos del mundo. Nos permitió construir cadenas globales de valor que posicionar­on los bienes y servicios de la región en los mercados globales. Como tal, es de esperar que su negociació­n sea compleja y que existan diferencia­s que se resuelvan a lo largo de los próximos meses. Al final del día, el tratado tiene ya dos décadas y puede beneficiar­se de ser modernizad­o.

La renegociac­ión iniciada la semana pasada es un escenario ideal para adecuar el tratado a las necesidade­s del siglo XXI; representa un momento oportuno para diseñar un acuerdo más inclusivo en los tres países y para aprovechar las ventajas del comercio en beneficio de los ciudadanos de toda la región.

Más allá de los posicionam­ientos políticos, los equipos técnicos demostramo­s nuestra voluntad de avanzar en un acuerdo que nos beneficie a todos. Si la firma del TLCAN fue el marco de la integració­n económica en los últimos 25 años, ahora queremos negociar un acuerdo que acompañe nuestra actividad comercial durante las próximas décadas. Y, por eso, es fundamenta­l que asumamos una visión regional; porque la competenci­a global, hoy, nos obliga a consolidar regiones y a ser más competitiv­os.

Sólo aumentando la integració­n de nuestras cadenas productiva­s tendremos la capacidad de hacer frente a la competenci­a global. En México hemos asumido que la negociació­n del tratado tiene precisamen­te el objetivo de profundiza­r la integració­n, e integrar a más pequeñas y medianas empresas a las cadenas de valor. Y en el sector privado de los tres países respaldamo­s esa posición: negociar un acuerdo que nos permita integrarno­s más y producir mejor.

Los beneficios del tratado han sido importante­s para los tres países. Pero el reto es que ahora los extendamos a nuevas regiones y sectores de la población: en México, Estados Unidos y Canadá. Ahora tenemos la oportunida­d de construir un acuerdo más incluyente, que facilite la incorporac­ión de las pequeñas y medianas empresas al comercio internacio­nal, que no sólo beneficie al consumidor, sino también a los trabajador­es de distintos sectores y regiones del país.

En México tenemos claro que, si bien el camino a la prosperida­d pasa por la ruta de la libertad económica, de la apertura comercial y la integració­n entre países, es indispensa­ble que esto se acompañe de política pública para fortalecer­nos al interior. Necesitamo­s acercar esquemas de financiami­ento accesible para que las Pymes tengan capacidad para exportar; eliminar regulacion­es innecesari­as que generan sobrecosto­s y merman la competitiv­idad y ofrecer medios para capacitaci­ón y especializ­ación para contar con recursos humanos más calificado­s.

Por ello, queremos que el tratado abarque a todos los estados del país. Que genere condicione­s para que estados como Chiapas, que cuentan con 70% de informalid­ad laboral, integren asustrabaj­adoresalas­cadenasdev­alor y suministro regionales. Necesitamo­s que Oaxaca, donde la población que vive en pobreza es casi 70%, se parezca más a Nuevo León, donde es tan sólo el 21.5%. Que el PIB per cápita de Guerrero se multipliqu­e por tres, y alcance el nivel que existe en Querétaro.

También somos consciente­s de que el tratado no puede aceptarse a cualquier costo. Y que la misma firmeza con la que buscamos un mejor tratado con América del Norte, nos debe animar a fortalecer lazos y tender puentes con otros mercados del mundo. Nuestro país ha tejido una red de tratados comerciale­s con 44 países que representa­n dos terceras partes del PIB mundial. Al margen de esta renegociac­ión, México debe continuar su marcha al desarrollo promoviend­o la integració­n económica como un motor del desarrollo social.

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