Celebrarán los 50 años de
La segunda novela de José Agustín (Guerrero, 1944), De perfil, fue considerada por la crítica como un grito de juventud agresivo, desenfadado, lleno de ironía, pero también de rigor y de esperanza para revolucionar la existencia o enajenarse en ella. La obra cumple 50 años de haber sido publicada y para celebrarlo, los escritores Juan Villoro, Enrique Serna y Rosa Beltrán sostendrán un diálogo en torno a la obra, el domingo 21 de agosto a las 12:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. La entrada será gratuita. en montones los libros de distintos proyectos. Aunque allí nació Yo, la peor y otros libros, la verdad es un mueble insulso por el que sentía cierta lealtad. Por eso, ese segundo día de careo con aquel mueble de superficie profunda, de cajones que parecen no acabar nunca cuando los jalas con la sensación de husmear en casa ajena, reconocí el privilegio de estar frente a un mueble con carácter, hecho de madera cálida, un espacio orgánico que me empezó a envolver. Me llenó primero la vista, con esa superficie generosa, que prometía objetos inalcanzables y otros a la mano, jerarquizar el uso de lo que habré de poner en ese planisferio íntimo. Luego entró por mis manos y brazos, cuando sentada frente a él, recorrí el canto redondeado y pulido de sus orillas, abrí cajones, me emocioné con las posibilidades de clasificación según los distintos fondos de cada uno y seguí pensando que tanto fondo debía ser para esconder algo profundo, literal y metafóricamente. Decidí que independientemente de esa historia que lo volvía tan interesante y precioso, ahora yo empezaría a sumarle otra y que aquellos fondos serían retenes de mis más preciados o prohibidos textos. Entonces dejé que ese espacio donde las piernas dobladas buscan su acomodo para que la silla sostenga la espalda y uno encare de cuerpo entero a aquel cómplice más orgánico que utilitario, más amigo que mueble, me arropara, me hiciera suya y me aceptara. Porque el careo que venía de la extrañeza al encuentro y al anuncio del encariñamiento futuro, necesitaba su tiempo, su mimo. Y el pacto nos concernía a los dos.