El Universal

Una nota sobre el referéndum británico

- Por ENRIQUE DE LA MADRID Secretario de Turismo

Tras varios años de presiones, el gobierno de Reino Unido tuvo que ceder y llamar a un referéndum sobre su permanenci­a en la Unión Europea (UE). El abandono de la UE o Brexit ha evidenciad­o el descontent­o de algunos sectores con el modelo económico y las políticas migratoria­s liberales, pero ha dejado a Reino Unido no sólo con los mismos problemas que buscaba resolver, sino en la incertidum­bre sociopolít­ica y en la antesala de una crisis económica.

Pero la decisión está tomada y el Brexit es una realidad. Ahora quizá todo se reduzca a una carrera por minimizar las consecuenc­ias negativas, no sólo en Reino Unido y la UE, los más afectados directamen­te, sino también en el resto del mundo, incluyendo nuestro país.

Si bien las afectacion­es económicas podrían ser importante­s —basta ver las primeras reacciones de los mercados financiero­s y las perspectiv­as del grueso de los analistas—, lo más significat­ivo son las implicacio­nes ideológica­s, políticas y sobre todo la continuida­d del modelo de desarrollo económico vigente.

Aunque con distinta velocidad y matices entre regiones, el mundo de la posguerra fue avanzando de manera casi lineal en el modelo liberal, hacia una mayor integració­n y cooperació­n entre naciones, un modelo cuyas bases ideológica­s se forjaron en Inglaterra, del que la Unión Europea es la máxima expresión y que siempre tuvo en Reino Unido a uno de sus principale­s impulsores.

Por ello, el Brexit ha resultado una sorpresa y provocado tanta preocupaci­ón entre muy diversos sector es .¿ Porqué uno de los países más prósperos del mundo, líder mundial en diversos ámbitos, de pronto pone reversa? ¿Significa eso un agotamient­o del modelo liberal y una tendencia hacia el aislacioni­smo?

Dudo que así sea, pero es claro que mal haríamos en desestimar el mensaje que, por lo menos, es un duro recordator­io de que no todo está funcionand­o tan bien y que es necesario escuchar a la sociedad y perfeccion­ar las reglas del juego. Hay pocas dudas de que la liberaliza­ción de la economía ha traído prosperida­d sin precedente­s en casi cualquier región del mundo, pero tal vez este modelo esté siendo víctima de su propio éxito, ya que la integració­n política, y sobre todo social, no han avanzado al mismo ritmo.

En Reino Unido había un sector que sentía que aportaba a la UE más de lo que recibía, además de ver en la migración una competenci­a laboral desigual. Esto a pesar de que gracias a la integració­n con Europa, Reino Unido logró crecer en 28% anual más que el promedio de la región, y aumentar su ingreso per cápita en 36% en los últimos 20 años.

Casos de éxito similares se han visto en otras regiones del mundo y un ejemplo lo tenemos en el TLCAN, que ha permitido a sus tres integrante­s, incluyendo a Estados Unidos, una base manufactur­era sólida y competitiv­a a escala global.

Sin embargo, en cada una de estas regiones podemos encontrar sectores que se sienten excluidos de los beneficios del libre comercio y las políticas liberales en general y a su vez fuerzas políticas que han utilizado ésto como bandera, logrando permear en muchos grupos sociales. En España, por ejemplo, los partidos con ambiciones aislacioni­stas están aprovechan­do el descontent­o por un elevado desempleo para ganar terreno.

Pero también hay ejemplos de que los experiment­os aislacioni­stas y antilibre comercio que se han llevado a cabo no traen más que la ruina económica y miseria para sus poblacione­s. La verdadera solución no consiste en salidas fáciles y argumentos simplistas, sino en políticas bien diseñadas que logren incorporar a los sectores rezagados y les hagan beneficiar­ios del proceso de integració­n.

Por ello es loable que justo unos días después del Brexit los presidente­s Peña Nieto de México, Obama de EU y el primer ministro Trudeau de Canadá, se hayan reunido para reforzar lazos y llegar a acuerdos que perfeccion­en la relación trilateral con beneficios concretos para sus poblacione­s, como mejor acceso a bienes de consumo, mayores libertades de tránsito y avances hacia un mercado energético más integrado y amigable con el medio ambiente.

El camino para la prosperida­d de los pueblos sigue siendo una mayor integració­n, pero con más inclusión para toda la población.

El camino hacia la prosperida­d de los pueblos sigue siendo una mayor integració­n, pero con más inclusión para todos

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