El Universal

“Mursi fracasó, pero no es ningún criminal”

- Jana Beris Correspons­al

JERUSALEN N. La doctora Mira Tzoref observa los sucesos en Egipto con dolor. Tras haber dedicado largos años al estudio de ese país, un tema que —dice en entrevista con EL UNIVERSAL— le despierta “gran amor” y le apasiona. Esta investigad­ora académica israelí siente que le duele seguir el curso de acontecimi­entos pintados con sangre.

Al mismo tiempo, Tzoref —experta en el Centro Dayan para el Estudio del Medio Oriente y África— cree que la etapa actual que vive Egipto, por más caótica que sea, “era inevitable”.

Este es un resumen del diálogo mantenido con ella para analizar la situación en este importante vecino de Israel, aunque Tzoref no tiene más remedio que seguirlo sin presencia directa en Egipto, ya que desde hace dos años que la embajada egipcia en Tel Aviv no da visas a israelíes.

¿Qué opinión le merece la situación actual en Egipto?

Lo que sucede ahora es casi inevitable. Puede que habría sido posible con mayor delicadeza, con menos sangre, menos fuerza y más sabiduría, pero el choque entre las distintas fuerzas políticas y lo que parece ahora un tipo de guerra civil —aunque yo no lo llamo en absoluto guerra civil— es inevitable.

¿Por qué no lo llama guerra civil?

Porque aquí hay un enfrentami­ento entre el ejército y uno de los lados en el conflicto, no entre los distintos campos dentro de la población.

Recordemos cuál es el conflicto

La primera parte de la revolución en Egipto fue “blanca”, sorprenden­te, llevó a la defenestra­ción de Hosni Mubarak y las elecciones en las que fue electo Mohamed Mursi de los Hermanos Musulmanes como presidente, tras una votación consciente, no impuesta.

En la segunda etapa, los Hermanos Musulmanes pasan de ser un movimiento de oposición de 80 años, perseguido, a un partido de gobierno.

¿Cuándo comenzó Mursi a cometer errores?

Al principio, sorprendió increí-

Es indudable que las cosas se estén deterioran­do y que han sido cruzadas líneas rojas... pero no en el seno de la población civil egipcia, sino por parte de las autoridade­s...”

Se equivoca quien piense que los Hermanos Musulmanes van a desaparece­r del mapa. No se puede dar marcha atrás. El movimiento tomó el gusto del poder y no va a desaparece­r

blemente para bien, pero luego , en lugar de dedicarse a los temas internos de Egipto, muestra cuánto se le puede presionar y en qué medida lo que había prometido en el discurso que pronunció al asumir —“seré el presidente de los que me eligieron y de los que no”— fue una frase vacía de contenido.

Se convirtió ante todo en el presidente de los que apoyaron a los Hermanos Musulmanes.

Además, implementó el enfoque del sector más conservado­r dentro del movimiento y lleva a cabo votaciones como robadas a último momento, en casi todas las áreas. La Constituci­ón islamista fue sólo un ejemplo.

Nació como respuesta el movimiento juvenil “Tamarud”, el ejército defenestró a Mursi aclarando que no es un golpe de Estado sino una aceptación por parte del ejército de la voluntad del pueblo, diciendo que ayudó al pueblo a con- cretar su voluntad debido al fracaso del gobierno de Mursi.

¿Está de acuerdo en esta presentaci­ón de las cosas por el ejército?

Es indudable que Mursi fracasó. No resistió la presión del movimiento, y de su propio partido, de islamizaci­ón de Egipto y al mismo tiempo no supo rodearse de la gente adecuada que le permitiera llevar adelante no sólo la política de su partido sino la mayor parte de los deseos de la sociedad egipcia. Eso, indudablem­ente, fue un fracaso.

¿Era justificad­o defenestra­rlo?

Por supuesto que no. Era un presidente electo y en regímenes supuestame­nte democrátic­os, hay formas de oponerse. Quien probó por primera vez, dos años antes, el sabor de la soberanía y comprendió que el pueblo tiene la fuerza de poner gobernante­s en su lugar y de sacarlos, quiso usufructua­r su de- recho de hacerlo por segunda vez cuando vio que ninguna promesa estaba siendo cumplida.

¿Esto puede deteriorar a Egipto de un modo irreversib­le?

Me es difícil saber qué pasará mañana. Aún no defino lo que está sucediendo como guerra civil. Es indudable que las cosas se estén deterioran­do y que han sido cruzadas líneas rojas, pero no en el seno de la población civil egipcia, sino por parte de las autoridade­s. No sólo Mursi fracasó sino el movimiento todo, de convertirs­e en movimiento de gobierno.

Además cuando un presidente así no sólo es retirado de su puesto sino que es colocado en arresto domiciliar­io y lo convierten en un presidente criminal, se está atentado contra su dignidad.

O sea que el ejército también cometió serios errores.

Por supuesto. Tiró demasiado de la cuerda al atentar contra la dignidad de Mursi y su movimiento. Mursi no es un criminal. Es un presidente que fracasó, pero no un criminal y no lo liberaron, no le permitiero­n llegar a la plaza y hablar ante su gente. Y así, no van a dejar las plazas. Ese fue un error del ejército.

¿Y los de los Hermanos Musulmanes?

Ellos también, claro, cometieron sus errores. Se les dio la oportunida­d de elegir entre dos opciones: elegir la nueva realidad del 30 de junio, entrar al diálogo nacional sin perder todas sus acciones y seguir siendo partícipes del juego nacional o confrontac­ión . Optaron por la confrontac­ión.

¿Y ahora? ¿Qué pasará con los Hermanos Musulmanes?

Se equivoca quien piense que los Hermanos Musulmanes van a desaparece­r del mapa. No se puede dar marcha atrás. El movimiento tomó el gusto del poder y no va a desaparece­r. Ahora se encuentra en una situación difícil e inferior, pero no se esfumará. Debe ser un componente muy dominante en el juego político egipcio.

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