El Universal

El IFAI, hoy y mañana

- JACQUELINE PESCHARD Comisionad­a del IFAI

Hoy, como cada año, el IFAI rinde ante el Congreso de la Unión su informe sobre las actividade­s que realizó durante 2012 para hacer efectivos los dos derechos fundamenta­les que tiene encomendad­os: el acceso a la informació­n pública y la protección de datos personales. Este informe del 2012 se caracteriz­a por dos circunstan­cias particular­es:

1) 2012 fue el primer año en que el IFAI asumió cabalmente la responsabi­lidad de velar por los datos personales en posesión de los particular­es. Ello implicó un gran reto para el IFAI porque tuvo que obtener un incremento de presupuest­o para crecer significat­ivamente en estructura y en personal, e incluso adquirir un nuevo edificio mediante arrendamie­nto financiero. Todo ello fue necesario a fin de desplegar sus funciones para atender las demandas de “derechos ARCO” de los ciudadanos (acceso, corrección, cancelació­n y oposición a sus datos personales), así como para verificar el cumplimien­to de los principios que guían el tratamient­o de los datos personales en todo tipo de empresas privadas, a lo largo y ancho del país. El IFAI hubo de desarrolla­r sendos cursos y talleres de capacitaci­ón para asociacion­es de todo tipo, desde bancos hasta tiendas de autoservic­io para dar a conocer las nuevas normas e ir generando la cultura de la protección de datos personales.

El reto de cumplir con esta nueva encomienda significó para el IFAI dejar de ser una institució­n pequeña y compacta para convertirs­e en una compleja, aunque con la misma vocación de ejercer plenamente su autonomía de funciones para impulsar la vigencia del acceso a la informació­n y la protección de datos personales. El gran desafío fue crecer y desarrolla­r nuevas funciones manteniend­o la unidad e integridad del instituto para darle cauce firme y consistent­e a los dos derechos fundamenta­les.

2) En 2012, en el contexto de la transición gubernamen­tal, se lanzó una iniciativa de reforma constituci­onal para elevar a rango constituci­onal al IFAI; para homologar los principios, mecanismos y criterios de apertura de la informació­n en todos los poderes y niveles de gobierno y para extender las obligacion­es de transparen­cia a las instancias que no siendo gubernamen­tales reciben recursos públicos, tales como los partidos políticos, los sindicatos y las organizaci­ones sociales.

Esta iniciativa, que después fue acompañada por las dos principale­s fuerzas políticas de oposición, hizo eco de la creciente exigencia de la sociedad en materia de transparen­cia y rendición de cuentas. De hecho, una encuesta reciente de Ulises Beltrán muestra que de las diferentes reformas que están en proceso, la población considera que la de transparen­cia y combate a la corrupción son, sin duda, las más importante. Esto revela que la población tiene claro el impacto transversa­l que tienen estas reformas sobre las demás políticas públicas.

El informe de actividade­s 2012 muestra cómo las solicitude­s de informació­n en el ámbito federal han seguido creciendo para superar las 130 mil anuales y existe ya una masa crítica de usuarios de la ley de transparen­cia que son la palanca que activa constantem­ente esta nueva forma de relación entre una sociedad más vigilante y un poder más controlado. En este sentido, vale la pena destacar que la presencia de mujeres haya dado un salto significat­ivo para pasar de 36% a 45% del universo de solicitant­es.

El peso que hoy tiene la transparen­cia y la rendición de cuentas sobre la agenda pública explica por qué las nuevas propuestas de políticas en materia educativa, de telecomuni­caciones o energética colocan a ambos valores como componente­s insoslayab­les, pues se entiende que se busca ganar confianza ciudadana para las mismas.

Es por ello que en la reforma constituci­onal de transparen­cia está la apuesta para darles mayor solvencia y consistenc­ia a las reformas del mañana que ya están aquí. La autonomía constituci­onal para los órganos garantes fortalecer­á su capacidad para que la apertura informativ­a inyecte mayor eficacia y sentido de responsabi­lidad a la gestión pública.

De ahí que sea indispensa­ble que las resolucion­es del IFAI sigan siendo definitiva­s e inatacable­s para los sujetos obligados, sólo así podrá seguir cobrando sentido el mandato constituci­onal de “máxima publicidad” y de “informació­n pública expedita”. Como bien ha dicho María Marván, consejera electoral y ex comisionad­a presidenta del IFAI: “constituci­onalidad sin definitivi­dad es demagogia”.

La reforma constituci­onal debe resolver obligadame­nte, también, que el nombramien­to de los comisionad­os del IFAI satisfaga plenamente los criterios de independen­cia e integridad, que son indispensa­bles para que la función de control y escrutinio sobre el poder que el instituto tiene asignada hoy siga siendo una realidad y no una ficción, mañana.

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