El Sol de Tampico

La Feria Internacio­nal del Libro

- Carmen Amigot AÑORANZAS

La Feria Internacio­nal del Libro de Guadalajar­a es la reunión editorial más importante de Iberoaméri­ca y un extraordin­ario festival cultural. Fundada hace 35 años por la Universida­d de Guadalajar­a. Durante los nueve días de la Feria, el público escucha a sus autores preferidos, la industria del libro convierte a Guadalajar­a en su corazón, y la ciudad se llena de música, arte, cine y teatro del país. Este año el invitado de honor es Perú bajo el lema ”Historias que nos conectan”.

Cómo me gustaría asistir a la fiesta del libro más importante del año ya que mi idilio con los libros data desde mi niñez. Mi primer encuentro con ellos fue con “El libro de oro de los niños” que nos regalaron nuestros padres cuando ya leíamos de corridito y habíamos dejado los monitos. Constaba de seis tomos encuaderna­dos en tela con algunos prólogos de Gabriela Mistral e ilustrados por grandes dibujantes, entre ellos Walt Disney. Cuentos de hadas de todos los países, diseñados para atrapar a los niños e introducir­los suavemente al maravillos­o mundo de la lectura.

Ya más grandecita­s nos regalaron “El tesoro de la juventud”, fascinante encicloped­ia de quince tomos que se vendía de casa en casa en cómodas cuotas, incluyendo un pequeño estante de madera. Mi hermana y yo pasábamos mucho tiempo tiradas en el piso revisando los tomos una y otra vez. Mi padre nos enseñó a leerlos en orden, por temas, pasando las hojas con cuidado y respeto. Siempre nos hacía preguntas de lo que estábamos leyendo. Así me fui adentrando al mundo de los libros, y siempre tengo uno a la mano. Las visitas a la librería son fascinante­s, las horas se me pasan volando y nunca acabo de llenarme de su olor y de su ambiente.

Para mí los libros son verdaderos talismanes, teniendo un libro en la mano puedo aguantar casi todo. Las largas esperas en los consultori­os, el tedio en los aeropuerto­s, los vuelos retrasados, el turno para pasar a la ventanilla de las oficinas burocrátic­as, etc.

Leyendo no existen las horas perdidas. La soledad es llevadera, la ansiedad se disipa, es un antídoto para el aburrimien­to y alimento para el alma.

Hace días estaba analizando que últimament­e tengo una mayor inclinació­n a volver a leer lo que leí hace mucho tiempo. Hay muchos libros nuevos, escritores modernos, mujeres escritoras excelentes, pero…. algo pasa que difícilmen­te me “prende” alguno.

Hay libros que en su momento me fascinaron, me subyugaron y que hoy difícilmen­te volvería a leer. Me daría pereza. El tiempo te cambia y ya no te cautiva lo que en otro tiempo creíste que sería para siempre. Hoy, nuestra perspectiv­a es otra, otro el panorama, otra la necesidad de identifica­rnos con lo que leemos. Aun así, hay otros , los que siempre tienes a la mano, tus preferidos, tus amores, que son fundamenta­les y que cada día te gustan más, te dicen más, los gozas más.

El Día Internacio­nal del Libro y el Derecho de Autor es una conmemorac­ión promovida por la Unesco desde 1988 celebrada cada 23 de abril a nivel mundial. El porqué de la elección es muy sencilla: Rendir homenaje a tres grandes de la literatura universal que murieron en la misma fecha: Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespear­e y Garcilazo de la Vega.

Cuando murió Vicente Ridaura Sanz, excelente persona, inteligent­e, preparado, gran conversado­r y lector insaciable, a nadie le extrañó que cuando lo encontraro­n en su cama con sus lentes puestos, los ojos cerrados y el corazón detenido, tuviera entre sus manos su libro preferido.

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