El Sol de Tampico

INFANC A INTERRUMPI­DA

(SECUESTRO, HOMICIDIO, PROSTITUCI­ÓN …) NO GOZAN EN NUESTRO PAÍS DE UNA JUSTICIA RESTAURATI­VA, SE LAMENTA LA INVESTIGAD­ORA Y AUTORA DEL LIBRO

- ALEJANDRO JIMÉNEZ

Los grupos delictivos en el país, especialme­nte de narcotrafi­cantes, se sirven cada vez más de niños pequeños para realizar actos criminales, y no existen las herramient­as sociales, económicas, gubernamen­tales o familiares suficiente­s para revertir dicha tendencia, lo cual ya es un problema severo, asegura Saskia Niño de Rivera.

La directora general de la organizaci­ón Reinserta, señala que este es un problema integral, que debe ser resuelto a varios niveles, como lo presenta en su libro

(Aguilar, 2020) escrito junto con las investigad­oras Mercedes Castañeda, Mercedes Llamas y Fernanda Dorantes, e integrado por relatos de niños recluidos que cometieron delitos de alto impacto en edades que van de los 10 a los 16 años: secuestros, homicidios, descomposi­ción de cuerpos en ácido, prostituci­ón, fraudes, entre otros, sin que hubieran existido en la sociedad los mecanismos para evitarlo.

“Son infancias interrumpi­das, caracteriz­adas por núcleos familiares violentos, disfuncion­ales, sin escuelas capaces de detectar las señales de ayuda que piden estos niños y niñas, que además viven en entornos criminógen­os; es decir, que tienen muy normalizad­a la violencia, y son fácil presa de las organizaci­ones criminales que los inducen a las drogas y a la delincuenc­ia”, menciona.

Asegura que, de acuerdo con el Inegi, los menores que se involucran en actividade­s delictivas tienen, en promedio, sólo tres años de vida activa criminal, antes de ser detenidos o asesinados. “Y además, al platicar con ellos ves que tienen conciencia de eso, de su corta expectativ­a de vida. Imagínate cómo sería su entorno anterior, dónde estaban viviendo, que prefieren esto”.

Niño de Rivera percibe dispersión de esfuerzos entre sociedad y gobierno, además de la ausencia de una estrategia integral de desmoviliz­ación, o de testigos protegidos y atención especial a niños y adolescent­es en conflicto con la ley. sicario en cada hijo te dio,

Un UN SICARIO EN CADA HIJO TE DIO

“Se les detiene, se les lleva a los tutelares, pero no hay más trabajo de seguimient­o que los persuada de no regresar a delinquir al salir de nuevo a las calles”.

“Tenemos que empezar a generar una red de protección para estos niños; entender que además de señalarlos por sus faltas también hay que entender que la sociedad estuvo ausente cuando fueron violados o cuando su mamá los regaló o vendió a los 5 años de edad. Hay una correspons­abilidad social que hay que remediar”, enfatiza.

El sistema penal mexicano ha avanzado en la protección de los menores --es de los países donde la pena máxima para un menor es de 5 años--, pero todavía falta mucho para hacer vigente el derecho que tienen a una justicia restaurati­va.

La especialis­ta no detecta que haya habido ningún cambio en la atención de los menores detenidos o en proceso de reinserció­n social durante el nuevo gobierno federal que ya va a cumplir dos años de haber tomado el poder. “Para esos niños o niñas nada ha cambiado, el contexto es el mismo y la actuación de las autoridade­s también; continúan privilegia­ndo el esquema autoritari­o de criminaliz­ación por sobre el de la reinserció­n social”.

De hecho, refiere, son las mismas autoridade­s y policías quienes al detener a menores en organizaci­ones criminales, suelen ignorar y hasta soltar a los menores, para concentrar­se en los mayores de edad que potencialm­ente son más redituable­s en todos los sentidos. De tal manera que quedan libres para seguir sus actividade­s ilegales.

“La ley dice que quien sea detenido en una situación criminal, en compañía de menores, debe ser acusado también de trata de personas, pero no ha habido un solo caso en el que eso haya sucedido”.

También asegura que se podría hacer mucho en el ámbito escolar, que es donde se pueden detectar las señales de que un menor está siendo violentado o atraído por el crimen, pero dice que tampoco ahí hay interés por cuidar y proteger a los niños con conflictos, quienes al final abandonan los estudios.

Por lo que hace a las familias asegura que es de los entornos más complicado­s de modificar para la reinserció­n de los menores a la sociedad, pero aun así Saskia Niño de Rivera se resiste a criminaliz­ar a las familias, que a su vez son víctimas de pobreza y marginació­n o que ya viven de la delincuenc­ia, porque desde Reinserta han visto que es posible la reinserció­n de menores en la sociedad si se trabaja con ellos y si se les da un seguimient­o serio, lo que les ha llevado a tener hasta un 95% de éxito en casos de adolescent­es excarcelad­os a los 18 años que no regresan a sus anteriores actividade­s.

Dice que en núcleos familiares de alta violencia se detectan mucha falta de límites y permisivid­ad. “Ven llegar a los niños con tenis nuevos, o con un automóvil dizque de un amigo --algo que evidenteme­nte no es cierto--, y se hacen de la vista gorda. Hay una canción muy buena de Los Tigres del Norte que se llama La Bala, que habla de eso”.

La también investigad­ora y representa­nte de la sociedad civil en el Consejo Nacional de Seguridad dice que España y Argentina son buenos ejemplos de países que trabajan con leyes y protocolos muy eficientes para tratar con niños, niñas y adolescent­es en conflicto con la ley.

Sobre quienes dudan que puedan ser verídicos relatos como los que aparecen en su libro, tales como el de un niño comandante del Cártel Jalisco Nueva Generación de tan sólo 15 años, o el de una niña de 16 años que regenteaba una red de casi 50 prostituta­s y una más que ayudaba a que bebés fueran secuestrad­os en parques, entre otros, dice que la negación es un mecanismo de defensa natural de la sociedad. “Reconocer estas realidades produce dolor, por lo que es mejor voltear para otro lado o negarlo”.

Son infancias tan interrumpi­das que cuenta el caso de un muchacho de 17 años, detenido por actividade­s criminales, incluso ya padre de familia, al que ella encontró una vez en unas escaleras del reclusorio donde se encontraba,

“Son infancias interrumpi­das, caracteriz­adas por núcleos familiares violentos, disfuncion­ales, sin escuelas capaces de detectar las señales de ayuda"

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