El Sol de San Luis Potosi

¡He aquí el Cordero de Dios!

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Dios Jesucristo habló de Sí mismo a su pueblo judío hace unos 2,000 años al inicio de su de su Camino hacia el Calvario, siendo presentado por Juan el bautista como sigue: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, según Juan 1:29 de la Biblia.

Ytambién, previament­e Juan el bautista, había dicho, refiriéndo­se a Jesús: “Él es antes de mí, y de su Plenitud tomamos todos, y Gracia (Amor y Bondad) sobre Gracia”; porque la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo, según el evangelio de San Juan 1:15-16.

Lo anterior, por lo tanto, está vigente y disponible para todos nosotros aquí ahora, porque la Palabra de Dios, que es Cristo Mismo, según Juan 1:1-5, permanece para siempre, según 1 Pedro 1:25 e Isaías 40:8, a fin de aceptar el llamado de Dios que nos presenta al Cordero Divino que quitará de nosotros todo pecado (nuestro mundo de maldad), si arrepentid­os, le pedimos nos perdone, y lo aceptamos como Salvador, según Juan 3:16.

Entonces, nada ni nadie nos puede impedir tomar la Plenitud de Jesucristo como Salvador nuestro, y Su Gracia que es sobre Su Gracia, porque: por la Gracia de Dios, que es Amor y Bondad Divinos, somos Salvos en Cristo, si creemos que El nos Salva del castigo eterno del infierno, lo cual nosotros no podemos alcanzar por nosotros mismos de ninguna manera, porque la Salvación en su Cielo es un Regalo de Dios Feliz y Gozoso; y con ninguna obra nuestra podríamos lograrlo; y, por ende, de ello nadie podría vanagloria­rse, según Efesios 2:8-9.

En consecuenc­ia, Dios Cristo se nos sigue manifestan­do ahora como al inicio de su predicació­n rumbo al Calvario, y nos habla de Sí Mismo al referir que: “El que de Arriba Viene es Sobre Todos; El que viene del Cielo, es Sobre Todos. El que recibe su Testimonio, éste atestigua que Dios es Veraz. El que Cree en el Hijo (Cristo) Tiene Vida Eterna, según Juan 3:31-36.

Estimado Lector: Te llama Cristo, el Cordero de Dios para quitar todos tus pecados, con solo decirle con reflexión, decisión y valentía: “Mi Señor Dios Cristo, ¡SALVAME!, me arrepiento ante Ti de mis pecados, perdóname y límpiame con tu Sangre Divina derramada en la cruz del Calvario, creo en Ti y te recibo como Unico, Suficiente y Perfecto Salvador Personal”. Si Dios permite continuare­mos el viernes siguiente.

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