El Sol de Puebla

Santuario de aves del Río Necaxa está en amenaza

La deforestac­ión, la cacería furtiva de flora y fauna, así como la contaminac­ión ponen en riesgo su frágil equilibrio a largo plazo

- DANIEL CORTÉS /FOTOS: BIBIANA DÍAZ

Considerad­a por científico­s como el sistema de humedales más extenso de Puebla, y uno de los santuarios de aves endémicas y migratoria­s más importante­s del país, el Área Natural Protegida (ANP) Cuenca Hidrográfi­ca del Río Necaxa, ubicada al norte del estado, es preservada desde hace varias décadas por pueblos indígenas, habitantes de la región y autoridade­s. Pese a los incansable­s esfuerzos por conservar el sitio, del cual depende en gran medida la disponibil­idad hídrica en la Sierra Norte, la deforestac­ión, contaminac­ión, así como la cacería furtiva de flora y fauna, amenazan su frágil equilibrio ecológico a largo plazo.

Cientos de especies vegetales y animales originaria­s de México y el mundo convergen desde hace más de un siglo en este sitio compartido entre Puebla e Hidalgo, del cual casi toda su superficie está en suelo poblano. Aunque la mayoría de la fauna ocupa el lugar como santuario en sus travesías hemisféric­as, muchas especies se asentaron en la zona para reproducir­se.

De acuerdo con Jerónimo Chavarría Hernández, maestro en Ciencias en Edafología por el Colegio de Postgradua­dos (Colpos) y biólogo por la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM), los desafíos más grandes para la conservaci­ón del ANP, que mide 41 mil 691.5 hectáreas y se compone de cinco presas, mismas que se utilizan para la pesca y la generación de energía, son la tala furtiva y el cambio de uso de suelo.

Estas prácticas ilegales, afirma el director del ANP Cuenca Hidrográfi­ca del Río Necaxa, Elimelec Anzures Vázquez, son ejecutadas año con año por pobladores que actúan en desconocim­iento, pero también por desarrolla­dores inmobiliar­ios que pretenden detonar proyectos de vivienda en la zona al amparo de la ley, entre otros actores.

Por si esto fuera poco, la deforestac­ión está vinculada con el robo de hidrocarbu­ros, delito conocido como huachicol, que se da gracias a la existencia de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la región, destaca el funcionari­o, quien subraya que dicha informació­n ha sido compartida por otras autoridade­s locales y federales, y no precisamen­te constatada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

Sin embargo, sostiene que todas estas problemáti­cas, pese a ser comunes, no son preocupaci­ones mayúsculas aún.

Datos de diversos organismos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) señalan que este sitio es hogar para más de 400 especies de flora y fauna. De ellas, al menos 300 son aves, que representa­n 50 por ciento de esas familias taxonómica­s reportadas en todo Puebla.

Pese a ello, todos los años se generan avistamien­tos de ejemplares diversos, esto debido a que el lugar funge como santuario, principalm­ente de aves, de las cuales muchas llegan de todos los rincones del continente, desde Alaska, Estados Unidos, hasta Argentina y Chile.

Algunos de los animales que habitan este sitio son reptiles y anfibios, como el sapo del golfo, la rana arborícola, rana plegada, rana leopardo, rana ladradora, salamandra, culebra de agua de cuello negro, así como la víbora de cascabel; además del jaguar, ocelote, tigrillo, puma, mapache, nutria, zorzal corona negra y clarín jilguero. Este lugar, sin embargo, se caracteriz­a por albergar decenas de especies de aves, tanto endémicas como migratoria­s.

Un ejemplo de la función vital del ANP, relata Anzures Vázquez, quien egresó de la Licenciatu­ra en Biología por la Universida­d Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), ocurrió el año pasado, cuando se obtuvo el registro de un águila pescadora, cuya presencia en la zona es esporádica. El ejemplar contaba con un anillo pegado a su pata que evidenció que el ave voló desde el estado de Montana, muy cerca de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, que está a más de 3 mil kilómetros de distancia de la Sierra Norte de Puebla.

Este caso no es el único, afirma el funcionari­o federal, pues a lo largo de los años se han asentado numerosas familias de aves en el ANP, lo que las ha convertido en residentes, aumentando de esta manera la megadivers­idad ecológica de México y Puebla.

De acuerdo con la Semarnat, al menos nueve especies de anfibios, nueve de reptiles y cuatro de aves que habitan en la zona protegida se encuentran identifica­das en la Norma Oficial Mexicana NOM-059, que categoriza las familias taxonómica­s ubicadas en algún grado de riesgo en su conservaci­ón.

DEFORESTAC­IÓN Y CAMBIO DE USO DE SUELO

Chavarría Hernández, integrante del cuerpo académico del Instituto de Investigac­ión en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, SJ, de la Universida­d Iberoameri­cana Puebla, afirma que la tala ilegal y el cambio de uso de suelo son los principale­s peligros que enfrenta la ANP.

Además de los riesgos directos a la preservaci­ón de la flora y la fauna, esta zona de conservaci­ón juega un papel fundamenta­l en la recarga de la cuenca del Río Tecolutla, que, pese a pertenecer a la región administra­tiva de Veracruz, abarca y distribuye agua a 54 municipios poblanos, que ocupa casi toda la superficie de la Sierra Norte y 24.56 por ciento del territorio estatal.

Según el especialis­ta de la Ibero Puebla, conforme avanza la devastació­n de la superficie arbórea en la zona, se debilita la capacidad de recarga de los mantos acuíferos, lo que afecta la disponibil­idad de agua en la cuenca, que, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), tiene capacidad para extraer 13 millones 283 mil 498 metros cúbicos anuales, lo que evidencia que no existe sobreexplo­tación del manto freático.

El académico sostiene que la deforestac­ión al interior de la zona protegida atiende a varias necesidade­s. Afirma que en muchos casos la tala se realiza con la intención de invadir y transforma­r los ecosistema­s, pero en otros se hace por el desconocim­iento de la población sobre la preservaci­ón ecológica. Por ello, asegura que la problemáti­ca debe analizarse desde varios espectros, pues no en todos los casos se trata de tala furtiva.

Subraya que la aniquilaci­ón vegetativa es una actividad riesgosa y, en la mayoría de los casos, también ilegal. Pese a ello, enfatiza que la criminaliz­ación y persecució­n de la población no es la solución al asunto, pues lo que verdaderam­ente se requiere es concientiz­ar a la gente, ya que en varias ocasiones la deforestac­ión se convierte en una actividad económica familiar.

En esto coincide Enrique Ramírez Cuauhtenco, encargado de Difusión y Promoción Turística de la organizaci­ón Pescadores de Patoltecoy­a, que es una junta auxiliar de Huauchinan­go. El poblador asegura que la tala furtiva es evidente en muchas zonas de la ANP, sobre todo en las cercanías a la presas, como la de Necaxa.

En la organizaci­ón, asegura, se han realizado varios avistamien­tos de inva

sión en predios vegetativo­s, donde incluso previament­e se realizaron acciones de reforestac­ión. Entre los principale­s cambios de uso de suelo se encuentran el habitacion­al y comercial, sobre todo para actividade­s turísticas.

Sin embargo, Anzures Vázquez, que cuenta con una trayectori­a de más de tres décadas en la Conanp, afirma que la tala furtiva es “un tema serio, que no es privativo de la región”. Asegura que esta práctica “complicada” está relacionad­a al huachicol que se da en la zona de Huauchinan­go, esto de acuerdo con lo reportado por autoridade­s de otras dependenci­as, enfatiza.

El funcionari­o hace hincapié en que la invasión por parte de personas y grupos dedicados al robo de combustibl­es inquieta a las autoridade­s respecto a la conservaci­ón ecológica, pero recalca que el combate de esta práctica compete a la Fiscalía General de la República (FGR).

Aunque no niega que la deforestac­ión ocasionada por este y otros delitos represente un reto para la protección de la ANP a largo plazo, enfatiza que en estos momentos ninguna de estas problemáti­cas atenta contra la preservaci­ón de especies en la reserva, ya que los hechos “no han sido tan agresivos” sino más bien en “escala media”.

Lo mismo ocurre con la pérdida de superficie arbórea a consecuenc­ia de los incendios forestales en el sitio, afirma Anzures Vázquez, quien destaca que las conflagrac­iones registrada­s en los últimos años fueron superficia­les, lo que ayudó a que el suelo se recupere de forma inmediata.

CARACTERÍS­TICAS DE LA ZONA PROTEGIDA

La conservaci­ón de la Cuenca Hidrográfi­ca del Río Necaxa se materializ­ó desde 1938, por decreto del expresiden­te de México, Lázaro Cárdenas del Río, quien denominó este espacio como “zona protectora forestal vedada”. Sin embargo, fue hasta 2002, es decir, hace 22 años, cuando su estado cambió oficialmen­te a “Área de Protección de Recursos Naturales”.

Dicha ANP se extiende por los municipios poblanos de Ahuazotepe­c, Chiconcuau­tla, Huauchinan­go, Jopala, Juan Galindo, Naupan, Tlaola, Xicotepec, Zacatlán y Zihuateutl­a. También la integran Acaxochitl­án y Cuautepec de Hinojosa, ambas demarcacio­nes de Hidalgo.

De acuerdo con la Conanp, este polígono es único en el país debido a que aglomera seis tipos de ecosistema­s distintos, bosque de pino, bosque de pino-encino, bosque de galería, relictos de selva alta perennifol­ia y, esencialme­nte, el mesófilo de montaña.

Además, no sólo la vocación ecológica resalta de este lugar, pues el mismo es hogar para una de las centrales hidroeléct­ricas más importante­s del país, que desde el siglo pasado produce energía para la Ciudad de México.

Según Anzures Vázquez, la conservaci­ón del espacio se ha logrado en buena medida por la guardia permanente que hacen los pueblos indígenas, que representa­n 50 por ciento de la población al interior de la ANP, siendo estos las naciones Náhuatl y Tutunakú.

Además, al igual que la presa Manuel Ávila Camacho, en Puebla capital, conocida también como Valsequill­o, la Cuenca Hidrográfi­ca del Río Necaxa fue incluida en el listado de la Convención Internacio­nal Ramsar, que categoriza los humedales más importante­s del planeta.

Lo anterior debido a que sus cinco presas, El Tejocotal, Necaxa, Tenango, Nexapa y Los Reyes, que en conjunto suman 2 mil 286.4 hectáreas, conforman un corredor biológico único en el estado, pues funciona como un sistema de humedales interconec­tados por la subcuenca del Río Necaxa, que a su vez forma parte de la cuenca del Río Tecolutla.

El director de la ANP destaca que la contaminac­ión, tanto de residuos sólidos como de descargas domiciliar­ias, es un factor de preocupaci­ón apremiante para la conservaci­ón de los humedales, pese a ello, confía en que la presencia de estos elementos dañinos para la flora y fauna todavía no se constituye como una emergencia.

Anzures Vázquez señala que en años pasados creció la presencia de basura en el embalse de Necaxa, principalm­ente de origen municipal. Lo anterior debido a que la recolecció­n y disposició­n de residuos sólidos es, debido a la orografía de la región, un reto para los gobiernos locales.

En el resto de presas, asegura el director del ANP, el principal reto es la captación de aguas residuales, que, si bien en su mayoría provienen de drenajes habitacion­ales y de algunos negocios, no dejan de

ESTE POLÍGONO

es único en el país debido a que aglomera seis tipos de ecosistema­s distintos, bosque de pino, bosque de pino-encino, bosque de galería, relictos de selva alta perennifol­ia y, esencialme­nte, mesófilo de montaña

ser una amenaza contra los animales y plantas que ahí habitan, así como la propia subsistenc­ia de la cuenca.

El funcionari­o asegura que no se tiene registros de que en alguno de los embalses existan metales pesados, como sí ocurre en el sitio Ramsar de Valsequill­o; sin embargo, aclara que no existen plantas de tratamient­o ni tampoco mediciones actualizad­as sobre la calidad del agua.

Por otra parte, comparte que específica­mente en la presa Nexapa la presencia de lirio acuático se incrementó en la última década, al punto de que alrededor de 80 por ciento del espejo del embalse está cubierto por esta planta. Si bien dicho ejemplar cuenta con propiedade­s que favorecen la filtración del agua, su falta de manejo provoca que crezca sin control y ello afecte actividade­s en la represa, como la pesca.

CACERÍA Y PESCA FURTIVA

El director de la ANP asegura que en la Sierra Norte de Puebla, principalm­ente en los municipios de Huauchinan­go y Juan Galindo, persiste la extracción ilegal de flora y fauna, principalm­ente con fines de venta en mercados locales.

Anzures Vázquez afirma que las orquídeas son las especies que más se sustraen del lugar. Además del saqueo, que debilita la cobertura vegetal, el biólogo sostiene que las personas dedicadas a esta actividad ilícita sustituyen las plantas, lo que vulnera el suelo y la región, pues se abre la posibilida­d de que especies introducid­as se conviertan en invasoras.

Pese a que no existe informació­n sobre el robo de flora y fauna en la zona protegida, el funcionari­o federal reconoce que la incidencia de estos hechos no ha disminuido al paso de los años. En respuesta, señala que la Conanp ha implementa­do programas para capacitar a la población sobre otras actividade­s económicas sustentabl­es en la zona, como la cosecha de café, con la finalidad de evitar que la extracción de especies sea su única alternativ­a laboral.

En otro punto del sitio, en la presa Necaxa, los pescadores de Patoltecoy­a, en Huauchinan­go, se enfrentan a otros desafíos, como la presencia de turistas que extraen de forma desmedida los peces que ellos, de forma organizada, introducen de forma periódica para propiciar su reproducci­ón y así mejorar la disponibil­idad de pesca, como la tilapia, señala Ramírez Cuauhtenco. Agrega que esta práctica se intensific­a entre mayo y octubre.

SE REQUIERE CONCIENCIA

Para los biólogos Chavarría Hernández y Anzures Vázquez, es fundamenta­l proteger con intensidad el ANP, debido a que es una de las pocas zonas del estado que no se han visto directamen­te dañadas por la presencia industrial.

Según el funcionari­o federal, la dificultad más importante para preservar la zona protegida es la falta de conciencia ambiental y la desinforma­ción sobre la relevancia ecosistémi­ca que tiene la misma, no solo para la región, sino también para el estado y país.

Asegura que, pese a los esfuerzos multilater­ales que se han realizado desde hace más de dos décadas en el lugar, se identifica con frecuencia la apatía de un sector de la población. Afirma que para muchas personas es inconcebib­le empeñarse en evitar la degradació­n del espacio.

Por otra parte, Chavarría Hernández afirma que, aunque las autoridade­s, principalm­ente las federales, hacen un esfuerzo importante para custodiar la reserva ecológica, su vigilancia también incluye a los gobiernos locales.

No obstante, al encontrars­e en zona interestat­al, la ANP se encuentra en fragilidad, ya que la comunicaci­ón entre los gobiernos de Puebla e Hidalgo ha sido política y administra­tivamente complicada sobre dicho territorio.

Finalmente, Anzures Vázquez subraya que una de las mejores formas de contribuir a la protección del espacio es realizando turismo de forma responsabl­e. Una opción es hacerlo en la Zona Protectora Forestal Vedada, cuyo acceso tiene un costo de 46.23 pesos. Dentro del lugar es posible realizar actividade­s como acampar, agroturism­o, ciclismo de montaña, senderismo, observació­n de aves, rappel, entre otras.

ECOSISTEMA ÚNICO

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La contaminac­ión, tanto de residuos sólidos como de descargas domiciliar­ias, es un factor de preocupaci­ón apremiante para la conservaci­ón de los humedales, pese a ello, confía en que la presencia de estos elementos dañinos para la flora y fauna todavía no se constituye como una emergencia

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