TODOS GANAN
La actuación se ha convertido en un potente vehículo de inclusión para niños y jóvenes que reclaman respeto por la diversidad y buscan combatir la exclusión
El teatro se ha convertido en un potente vehículo de inclusión para niños y jóvenes con autismo, en este caso por medio de una obra que reclama respeto por la diversidad e invita a combatir la exclusión.
"El teatro es para todos", dice Robinson Bedoya, el director de actores de la Fundación Integral, entidad que vela por el bienestar de personas con trastorno del espectro autista (TEA) y que este domingo presentó en el Teatro Metropolitano de Medellín (Colombia) una nueva función de Reparando el Arcoíris, una obra para hablar de colores humanos y de la búsqueda del equilibrio.
Una veintena de actores con autismo cuenta la historia del hechicero Cromas y se involucra, entre música y humor, en la desesperada misión de reparar el arcoíris tras descubrir que el espectro está lleno de averías e imperfecciones.
"El autismo se resume en nobleza. Estos chicos son demasiado visuales. Tienen una disciplina amplia, una memoria perfecta y capacidad para trabajar en equipo", dijo Bedoya, quien es el encargado de "montar en ese mundo mágico del teatro" a estos actores, en edades entre los 7 y 30 años.
UN TEATRO INCLUSIVO
Este proyecto teatral nació hace un par de décadas y ha puesto en escena unas 24 obras, dentro de un proceso que logró consolidar a un grupo de teatro que ha ido ganando espacio en la ciudad, según la directora de la fundación, Myriam Luz Gómez, quien destacó que Reparando el Arcoíris, escrita por la cantautora cubana Rita del Prado, se presentara en el marco del programa de Formación de Públicos Dinámicos de la Alcaldía de Medellín.
Durante el camino detectaron que las personas con TEA tienen un especial talento, interés y motivación por temas culturales y comprobaron que las presentaciones
LAS PERSONAS
con trastorno del espectro autista tienen un especial talento, interés y motivación por temas culturales y estas presentaciones les ayudan a desarrollar habilidades sociales artísticas les sirven para desarrollar habilidades sociales.
"Ponerse en los roles de otros les encanta y lo hacen muy bien", dijo Gómez. Eso les ha permitido desarrollarse, hacer vínculos de amistad con sus compañeros y tener bienestar, pues son personas con "pocas oportunidades" de estar en entornos de participación.
"Se sienten reconocidos y admirados. Para muchos, el teatro se convirtió en parte de su vida y de su proyecto laboral", destacó la directora, y agregó que en el último montaje participaron actores autistas con diferentes niveles de complejidad, tres integrantes de la agrupación musical Canto Alegre y una actriz profesional, con la intención de "demostrarle al mundo que podemos interactuar todos".
Este año decidieron no centrar la obra en el autismo, sino en dar un mensaje a la humanidad sobre respeto, diversidad e inclusión:
"Hay que repararnos, como al arcoíris". Y pone sobre la mesa o sobre el espectro que custodia desde su laboratorio el hechicero Cromas reflexiones con una historia donde expulsan a una jardinera por ser anciana, a un iluminador por enamorarse de otro hombre, y a un restaurador por ser de raza negra.
"La idea de la obra es que represente lo que ellos viven en su interior y lo exterioricen a través de personajes fantásticos, y así sensibilizar a la comunidad", destacó.
CONECTAR CON LA SOCIEDAD
Uno de esos personajes es el Reloj Digital, al que le dio vida Mateo Montoya, de 12 años, cinco de ellos ligado al grupo teatral de la Fundación Integrar, quien ha protagonizado obras con mensajes para combatir el bullying.
Para él, lo más divertido "ha sido estar fuera de escena, sin los micrófonos y poder hablar con mis compañeros", pero una vez se sube al escenario disfruta intensamente "del hecho de actuar en público y ver a tanta gente aplaudirme".
El programa de Formación de Públicos Dinámicos, que este 2022 incluyó en su programación a la obra "Reparando al Arcoíris", está dirigido a los estratos más bajos de Medellín con el propósito de incrementar la interacción de los ciudadanos con contenidos artísticos y propiciar espacios con un componente "sensible" y "experiencial" del arte.
"A través de las estrategias de teatro y de arte generan procesos con los chicos con autismo para darle valor tanto a su vida como a su experiencia, al conectarlos con la sociedad y hacer posible que también sueñen en muchos espacios", añadió el secretario de Cultura Ciudadana de Medellín, Álvaro Narváez.
Una veintena de actores con autismo se involucra en la desesperada misión de reparar el arcoíris tras descubrir que su espectro está lleno de averías e imperfecciones
cada diez minutos y todo iba sin contratiempos” hasta que llegaron a la frontera, que encontraron cerrada porque momentos antes había caído en Polonia un misil que mató a dos personas”.
En esas horas aciagas, cuando no estaba clara la procedencia del misil ni si provocaría una respuesta europea, Thyssen-bornemisza contó que pidió ayuda al embajador ucraniano en Madrid, quien a su vez se comunicó con todos los políticos que conocía en Polonia y Ucrania.
“Les tomó doce horas, pero (los camiones) lograron pasar la frontera” y continuar su viaje hacia España, agregó la coleccionista, impulsora de la iniciativa “Museums for Ukraine” de museos, curadores y fundaciones europeas para visibilizar el arte de Ucrania durante la invasión rusa.
LUCHAR POR LA CULTURA
La exposición en el Thyssen es una de varias iniciativas para resguardar el arte ucraniano de la destrucción de la guerra en el ámbito de la cultura.
“El patrimonio cultural a menudo es un daño colateral en las guerras, pero a veces es atacado específicamente por ser la esencia de la identidad de los países”, dijo a finales de octubre Krista Pikkat, directora cultural de la UNESCO, la agencia cultural de la ONU que ha contabilizado daños a más de 200 sitios culturales de Ucrania, entre ellos varios museos.
Además de proteger las obras, la exposición en España busca “mostrar la diversidad cultural y artística de Ucrania (...) por la que los ucranianos están tan valientemente luchando en este momento”, dijo una de las curadoras de la muestra, Katia Denysova.
La exposición está distribuida cronológicamente, desde la década de 1910, cuando el país era parte del imperio ruso, pasando por la de 1920, cuando vivió un florecimiento cultural y se integró a la Unión Soviética, hasta la de 1930, cuando varios artistas murieron en las purgas estalinistas y el realismo soviético se instauró como único estilo artístico permitido, según Denysova.
En las salas pueden verse cuadros como “Composición” (1919-1920), una obra de inspiración cubista de Vadym Meller, “Los inválidos” (1924), una pintura neobizantina de colores ocres de Anatol Petrytskyi, o el “Retrato” realista de un soldado de finales de 1920, de Kostiantyn Yeleva.
“Es importante seguir hablando de la guerra, pero con este proyecto queremos mostrar que Ucrania tiene mucho más que ofrecer”, concluyó Denysova.
Los cuadros fueron sacados de Kiev a mediados de noviembre, bajo intensos bombardeos rusos