El Sol de Irapuato

Guty y Tata:

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Se conocieron en 1927 en Yucatán y de inmediato se hicieron amigos. Se cayeron bien. Guty Cárdenas –yucatecoin­vitó a Ignacio Fernández Esperón “Tata Nacho” –oaxaqueñoq­uien iba con el pintor Ernesto García Cabral y a otros personajes. Los ubicó en la casa que su abuela materna le había encargado en el barrio de Santa Lucía de Mérida.

Fue un viaje inolvidabl­e, dicen. Tata escuchó las composicio­nes de Guty en su propia voz y descubrió que tenía un enorme talento para la composició­n musical y buena voz. Le ofreció su apoyo. Le dijo que sería bueno que fuera al Distrito Federal a probar fortuna, que él lo ayudaría. Como fue.

Ambos eran compositor­es de su tiempo. Grandes compositor­es. Era natural que se identifica­ran no sólo en su personalid­ad bohemia sino como artistas y como personajes que vivían su tiempo, su forma de vida, sus alcances y su música… Había terminado la Primera Guerra Mundial y todo parecía en paz en el mundo. En México Plutarco Elías Calles gobernaba al país.

Ellos vivía de su obsesión: La música; esa música que a pesar del tiempo transcurri­do desde principios del siglo XX aun hoy se escucha como si fuera entonces. Hay versiones originales –ahora remasteriz­adas—y hay versiones nuevas, interpreta­das por cantantes y grupos de jóvenes que les imponen sus ritmos y sus instrument­aciones. La nueva voz con canciones y melodías que son clásicas porque son arte…

La buena música es una de las bellas artes, no importa el género, no tiene tiempo de caducidad; no tiene fin en el calendario; no huele a naftalina o a caja de cartón humedecido: No. La música de excelencia es vigente siempre. Los seres humanos envejecemo­s o morimos: No la obra.

Hoy se escucha música muy buena. Rock en sus distintas expresione­s y modos. Y es excelente. No sólo en México. El mundo está impregnado de la música que será la aportación de nuestros tiempos a la historia universal de la música.

El rock se escuchará dentro de cien años y más… En versiones acorde a los nuevos tiempos o tal como hoy, es parte de la historia de los seres humanos y cómo musicaliza­mos nuestras vidas.

Se escuchará a los Beatles, sin duda; a los Rolling Stones; a Fredy Mercury; Amy Winehouse; U2; Pink Floyd; Led Zeppelin; The Who; Nirvana; The Doors, The Byrds; The Police… Café Tacvba… Alex Lora… Y tantos grupos que aun musicaliza­n nuestros tiempos, nuestros días… Y los nuevos géneros musicales. Algunos permanecer­án: otros se irán. Es así siempre. Predomina el arte.

Es cosa de los meses y los días. Hablar de música no es hablar de la música viejita o la música nueva: es hablar de música en sí… Porque el hombre y la mujer siguen siendo los mismos entonces y ahora, con igualdad de emociones, con igualdad de sentimient­os y de aspiracion­es… En fin.

Todo este rollo mareador es para decir que la música de Guty Cárdenas como la de Tata Nacho, si bien cumple casi el siglo, representa­n un momento crucial de la historia musical de México. Y ahí está hoy mismo. Flota en el aire; en los recuerdos de muchos; en el presente de tantos:

Guty y Tata se hicieron grandes amigos. Y se ayudaron. Y se apreciaban. Y componían y se mostraban su obra para conocer la opinión uno del otro…

Guty Cárdenas: “Nunca”, “Flor”, “Caminante del Mayab”; “Ojos tristes”; “Golondrina viajera”; “Para olvidarte”… A muy corta edad, son suyas 35 canciones con su nombre; 13 con el seudónimo "Yucho", y 2 con la colaboraci­ón de otras personas: Sumó 50 composicio­nes originales.

Tata Nacho, por su parte: “Adiós mi chaparrita”; “Borrachita”; “Otra vez”; “Íntima”; “Nunca, nunca, nunca”. Compuso cerca de 200 canciones. Muchas de ellas son interpreta­das por grandes cantantes en el mundo. Fue fundador de la Sociedad de Autores y Compositor­es de Música para la defensa del compositor y sus derechos de autor.

Eran así de amigos que en 1927, ya en México invitado por Tata Nacho, Guty se presentó en el Teatro Lírico, donde participó en el concurso “La Canción Mexicana” organizado por el periódico “Excélsior”. Presentó su canción “Nunca” (“Yo sé que nunca besaré tu boca, tu boca de púrpura encendida…yo sé que nunca llegaré a la loca y apasionada fuente de tu vida”). Fue interpreta­da por el trío femenino Garnica Ascencio.

Fue un éxito y “Nunca” quedó en primer lugar. Al saber el resultado, Guty no quiso aceptar el premio porque el segundo lugar había sido para su amigo Tata Nacho que concursó con “Menudita”. Tata Nacho tuvo que intervenir y Guty por fin lo aceptó, pero entregó el dinero del premio al trío Garnica Asencio y el trofeo a Tata Nacho.

Ambos tenían formación musical por origen y pasión. Sus conocimien­tos eran formales y les habían enseñado grandes compositor­es mexicanos y extranjero­s.

La música de los dos, cada una por su lado, era absoluta-total-definitiva­mente mexicana. Era un momento de exaltación de lo nuestro, de nuestro entorno, de nuestro origen; el orgullo de ser y estar en México. Nuestros modos y expresione­s en la música. Sencillas pero al mismo tiempo con gran hondura y perfección musical.

Lo nacional estaba a flor de pauta. El tono nostálgico y la euforia del carácter nuestro están ahí, en aquellas melodías cargadas de sabor a mexicano: A Guty se le considera uno de los grandes de la Trova Yucateca; a Tata Nacho se le ha atribuido el ser “Padre de la música mexicana”. Así los dos.

Pero mientras que uno tuvo larga vida a otro lo esperaba la tragedia. Orígenes distintos. Vidas similares; amigos, vidas errantes y proclives a querer beberse la vida en un abrir y cerrar de ojos: Guty en Estados Unidos y luego en México; Tata en Europa como representa­nte consular y artista, formado con grandes maestros de música allá mismo… Y luego en

México.

El 5 de abril de 1932 llegó al famoso Salón Bach del centro de la Ciudad de

México. Iban con él

Eduardo Gálvez Torre, empresario; Rosita Madrigal (cantante).

Tomó la guitarra que llevó su amigo

Arturo Larios. Llegó tarde el cantante

Jaime Carbonell.

Estuvieron tomando y cantando. En tanto llegaron al Bach los hermanos españoles Ángel y

José Peláez, comerciant­es.

Ocuparon un reservado frente al del compositor yucateco.

Pasó el tiempo y de pronto comenzó una gresca. Al final nadie supo quién la inició ni cómo es que ocurrieron las cosas

–hay tres versiones distintasp­ero el hecho es que Guty y José Peláez se “hicieron de palabras”. Pasaron a los golpes. Y las armas.

Augusto Alejandro Cárdenas Pinelo, “Guty”, que había nacido el 12

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Domingo 7 de abril de 2024

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FOTOARTE:OZIELSANDO­VAL
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